🌱𝐍𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐫𝐭𝐞🌱

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Pov Raptor.

Esos dos ya se alejaron. Si quería seguir los tendría que conseguir mi propio transporte, pero, ¿Dónde?, Los caballos que teníamos estaban en el establo, siendo cuidados, no parecía haber alguien cerca, hasta que vi a un comerciante con un carruaje no tan lujoso.

Comerciante: De acuerdo, con esto, sería lo último, ¡Por fin pude vender mi mercancía!, ¡Soy rico!

Raptor: Perdóneme.

Comerciante: ¿Eh?, ¡¿EEEEHHH?!

Tomé el carruaje, "prestado", y fui tras ellos.

Comeciante: ¡ATRAPEN AL LADRON, ATREPENLO!...¡NOOOO, MI DINERO!, ¡DESGRACIADO!.

Me aseguraría de devolverle su carruaje con el dinero después, pero esto era más importante que todo el dinero que llevaba.

Raptor: No te puedo dejar ni un segundo solo...

Pov Omnisciente.

Dos chicos llegaron a la aldea cuarzo.

Sparta no había dejado de mirar el reloj de la noche en todo el camino. Por una parte pensaba para que servía, porque solo era de color negro, y ni siquiera se podía ver la hora, y por otra parte pensaba en Raptor. Se le hacía raro pensar en él en ese momento, ¿Por qué pensaría en él?, Posiblemente tal vez porque estaba acostumbrado a ir con él a todas partes.

Acenix se bajó y ayudó a Sparta a bajar.

Acenix: ¿A dónde vamos ahora? — miró el reloj que sostenía Sparta en sus manos.

Sparta: tengo que buscar a una persona — notó la mirada de Acenix y guardó el reloj.

Acenix: ¿Sabes dónde está?.

El pueblo parecía desierto. Nadie estaba caminando alrededor o había alguna luz en las casas. Habían llegado a un pueblo fantasma. Sparta seguía sintiendo incomodidad al lado de ese extraño al cual su hermano había llamado amigo. Y por alguna razón su instinto le decía que se alejara de ese chico.

Sparta: Quédate aquí, iré yo solo, no me pasará nada — intentó excusarse.

Acenix: Invictor me confío tu seguridad, así que te tengo que acompañar.

Sparta: En serio, estoy más cómodo si voy yo solo — se alejó unos cuantos pasos a la aldea.

Acenix: No te irás solo.

Sparta le dió la espalda y echó a correr a la aldea sin mirar atrás.

Corrió y corrió, pero sus piernas no podían más y tuvo que parar. Recuperó el aliento y empezó a recordar lo que debía de hacer.
Su última pista había sido una mujer, esa mujer le dijo que debía ir a la aldea cuarzo con una brújula de la noche y encontrar a otra mujer de nombre Teresa. Teresa era una bruja que había escapado la noche del secuestro de los bebés, entre esos bebés también había estado él. Según la mujer le dijo, esa mujer sabía dónde era el lugar, sin embargo, después de escapar Teresa no quedó bien de la cabeza, y sombras le atormentaban.

Teresa era su boleto hacia sus orígenes.

La mujer con la que había hablado era una víctima de las brujas secuestradoras. Esa noche, cuando era joven, las brujas la habían atacado y le habían quitado los ojos, como castigo por haberlas visto. Según ella, era normal que las brujas te quitarán algo esencial para que guardarás silencio de sus malicias que armaban.

Le había dado solo un trozo de papel el cual decía: "sigue las fechas rojas".

El lugar estaba lleno de niebla espesa, y no podía ver nada. No había rastro de Acenix, que era lo que más le preocupaba.
Derrepente en la niebla pudo ver flechas rojas en el suelo. Empezó a seguirlas lo más rápido posible para no encontrarse con Acenix en el camino o otras personas no deseadas.

۞𝐿𝑎𝑧𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜𝑠 𝑈𝑛𝑒𝑛۞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora