Parte única

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—Jen, tengo que irme al trabajo, suéltame —suplicaba la alfa

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—Jen, tengo que irme al trabajo, suéltame —suplicaba la alfa.

La omega había estado mimosa desde la mañana, cuando los rayos del sol se escabullían por su ventanal, la pequeña nunca se había despegado de ella, tanto que la alfa la había comparado con un koala.

Vulnerable e indefensa.

Actualmente, la omega estaba dejando piquitos en el cuello de su alfa, con sus piernas enredadas en su cintura y sus brazos aferrados a su nuca, extrayendo el rico aroma que desprendía esta. Vainilla y miel, combinados con su aroma que eran cerezas y chocolate amargo.

El día anterior cambiando canales a lo loco, se encontró con las noticias, que explicaban que desde las 6:15pm iba a estar nublado, con muchas probabilidades de que empezará a llover.

Directamente, una tormenta.

Era verdad, habían empezado a caer gotas poco a poco, de esas miseras aguas que caían del cielo se abalanzaron rayos y vientos fuertes, cosas que asustaban enteramente a la pequeña omega sensible.

Lo peor de su situación era que su querida alfa, Park Roseanne, seguía cumpliendo con sus labores de ser la dueña de su empresa familiar, dejándola sola, metida entre las sábanas aferrándose fuertemente a estás mientras suplicaba por ayuda entre sollozos e hipidos.

Cuando la alfa regreso de su trabajo, le hizo una escena, pataleando y alejándose lo más que pudiera de la rubia, evitando cualquier muestra de afecto físico.

Todo se resolvió con unos simples mimos antes de dormir y algunas palabras bonitas.

—Vamos, Jen. Déjame ir, juro que te voy a mimar cuando vuelva —por más que lo intentará, la omega mimosa seguía sin acatar sus súplicas de que se alejara para dejarla irse— Omega...

—Alfa... —musitó a lo bajito, su respiración chocando contra el cuello de la rubia.

—Mira, Jen. Por más de que me guste estar contigo debo cumplir con mi deber de ir a trabajar ¿Lo entiendes? -acarició la melena castaña, dejando un casto beso antes de seguir con sus lentos y suaves movimientos.

Por más de que su loba y ella disfrutaban de la comodidad y calidez que le entregaban los brazos de su omega, sabían que era lo que tenían que hacer en el día.

—Vamos, a-alfa... ¿No puede faltar al menos un día? —hizo un puchero, frunciendo su ceño- Siempre me deja sola en casa y a mí no me gusta, pasa más tiempo en su trabajo que c-conmigo...

Los ojitos de la omega se cristalizaron y su voz se hizo un hilo, dificultándole el hablar; lágrimas amenazaban con salir de sus aguados ojos que pronto estarían rojizos al igual que su nariz, trato de una manera imposible poder acurrucarse más en el cuerpo de la alfa tratando de conseguir más calidez.

—Oh —dijo sorprendida la alfa, ¿Realmente su omega se sentía tan mal cuando ella se iba a su trabajo? o ¿Realmente ella pasaba más tiempo en su trabajo que en su casa conviviendo con su castañita?— Jen, y-yo no tenía idea, realmente lo siento, no sabía que te sentías así, cariño.

Con su brazo izquierdo se aferró en la pequeña cintura de la omega, mientras que con su diestra atrajo a la castaña desde su nuca directo a su cuello, dejando que llore tranquila.

—Hoy voy a faltar al trabajo solo por ti, ¿Bien? —su diestra que había quedado abandonada en la nuca de la omega, empezó a moverse, mimando los suaves cabellos castaños.

—Bien...

La omega empezó a dejar salir sus feromonas que poco a poco invadían el ambiente, combinadas con las de su alfa.

Bostezó y cerro ligeramente sus orbes avellana, dejando un pequeño espacio abierto entre estas para ver si pasaba algo, empezó a dibujar cosas sin sentido en el pecho de su alfa, esa piel de tez clara que era realmente suave y la traía loca verdaderamente.

—¿Quieres ir a dormir, omega? —preguntó su alfa.

—S-si, por favor...

Con su fuerza acumulada, se levantó del sofá, quedando con su omega a horcajadas, se río ante esto. Acomodó a Jennie y se dirigió a las escaleras para ir directo a su habitación.

Una vez ya arriba, entró a esta, acostó a la omega y estiró sus sábanas blancas para taparla, se metió entre estás y la atrajo hacia ella, dejando un casto beso para después seguir con lo que quedaron en el sofá.

Mimos, besos, mimos y más besos.

Hasta que la omega cayó rendida, con su boca entreabierta y sus ojitos completamente cerrados, todo oculto a causa del pecho de su alfa.

Roseanne suspiró y sonrió vencida, ella no podía creer como su omega la controlaba solamente con simples actos que la enamoraban más de lo que ya estaba.

Pero ella estaba bien con Jennie y eso era lo que importaba.

【 𝓕𝓲𝓷 】

Gracias por leer y gracias otra vez a koosita <3

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(^・ェ・^)

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𝑶𝒎𝒆𝒈𝒂 - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora