Capítulo 1: La tensión hecha rutina

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El comienzo del próximo campeonato se acercaba, y estando a un par de meses para el evento, todos los equipos se preparaban para poder vencer. Karasuno no era la excepción. Todos estaban enfocados en su entrenamiento, en sacar adelante sus propias jugadas especiales para armar el equipo.

"Chicos, tomen un pequeño descanso de 5 min. Aprovechen a tomar agua." Ordenó el entrenador, mientras Shimizu y Yachi se acercaban con varias botellas con agua.

"Oye, Kageyama, ¿cómo te fue en la prueba de matemáticas?" Le preguntó Hinata.

"Saqué 16 puntos."

"¡¿16?!" Ambos estudiantes de primero se sobresaltaron al oír el grito su capitán. "Kageyama, recuerda que si no apruebas los exámenes finales tendrás que dar recuperativo, y no podrás participar de los entrenamientos que hagamos en ese periodo." El pelinegro frunció el ceño, sintiéndose ligeramente frustrado por la idea de tener que perder momentos de entrenar.

"Tienes suerte de no apestar en el volley..." Dijo Tsukishima en un tono de burla. "No podrías dedicarte a hacer nada más." Yamaguchi rio un poco frente a las palabras de su amigo, mientras que los de segundo le comenzaron a dar la razón.

'Como si quisiera dedicarme a algo más...' Tobio pensó con algo de rechazo.

"Tendrás que esforzarte más, Kageyama." Sawamura finalizó con seriedad. Pronto, habló Takeda.

"Ahora que mencionan los entrenamientos, recuerden que hasta mañana pueden traer el permiso firmado por sus padres para ir al partido de entrenamiento que es fuera de la cuidad. Si no lo tienen, no podrán ir, así que no lo olviden."

"¡Sí!" Exclamaron todos los jóvenes en respuesta.

Tobio estaba fuera de la oficina de su madre en el hogar de los Kageyama

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Tobio estaba fuera de la oficina de su madre en el hogar de los Kageyama. Desde el pasillo podía escuchar el sonido del ágil tecleo de la mujer. El pelinegro lanzó un suspiro resignado. Ese sonido era un claro indicio de que no debía interrumpir, ya que indicaba que ella estaba sumergida y enfocada en su trabajo. Estaba por retirarse cuando vio el papel en sus manos, el bendito permiso para salir de la ciudad con su equipo, y la razón por la que estaba ahí. Terminó por rodar los ojos tomar una bocanada de aire para luego entrar lo más delicadamente posible a la oficina.

"Mamá..." Le llamó en un tono bajo, sin recibir respuesta. "Mamá." Insistió con un poco más de fuerza.

"¿Qué pasa, Tobio? Estoy ocupada." Akiko pronunció sin dejar de teclear ni despegar los ojos de la pantalla del computador.

"Necesito que me firmes esto; es el permiso para ir al partido de práctica que te comenté."

"¿Cuál partido?" Su madre parecía estar perdiendo la paciencia, y él también la estaba perdiendo. Le había comentado el día anterior sobre el permiso que ella debía firmar.

"Un partido de práctica- No importa... Solo tienes que firmarlo."

"Déjalo en el mesón de la cocina y mañana en la mañana lo leo y te lo firmo. Ahora de verdad debo terminar esto." El muchacho rodó los ojos ante la respuesta. ¿Cuántas veces había escuchado lo mismo para que luego su madre se olvidara y nunca le firmara los malditos permisos de la escuela?

"Mañana debo salir más temprano." Tobio mintió. "Así que necesito que lo firmes ahora."

"Estoy ocupada ahora." Comenzó a levantar la voz Akiko.

"No te tomará más de 5 segundos-"

"Ay, ya- Pásame eso." El pelinegro le extendió el permiso y un lápiz, ante la exigencia frustrada de la mujer. Ella firmó el papel rápidamente sin leer el contenido con los detalles de la salida y luego se los acercó al menor. "Listo. Ahí. ¿Ahora sí puedo trabajar tranquila?"

"Sí, gracias." Dicho eso, salió rápidamente de la habitación. Enfrentar a su madre siempre lo tensaba. Pero tenía el permiso firmado. Lo miró satisfecho mientras se dio la libertad de sonreír un poco. Ahora podría ir a preparar la cena y sus cosas para mañana.

 Ahora podría ir a preparar la cena y sus cosas para mañana

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Kageyama se despertó con su alarma a la hora de siempre. Se aseó y vistió para luego bajar a la cocina para tomar un desayuno rápido antes de salir de la casa. Ahí, se encontró con su madre tomando una taza de café, quien no se veía feliz.

"Fácilmente pude firmarte tu bendito permiso ahora, como te dije ayer... Cuando estaba ocupada." Comenzó a reclamar. "Pero no. La gracia es molestar, ¿cierto?" Ella lanzó con algo de sorna. Tobio no sabía que decir en su defensa, así que solo guardó silencio mientras la miraba. "No sé para qué te pago esas sesiones con la psiquiatra si igual vas a causarme problemas."

En completo silencio, Tobio tomó un yogurt del refrigerador y salió de la casa. Oyó que Akiko lo llamó un par de veces molesta de que la ignorara, pero aun así, con su pecho apretado, siguió su camino hasta alejarse lo suficiente de ahí. Su madre estaba... Particularmente más hiriente que otros días. Realmente el día anterior debió haber tenido un pésimo día de trabajo... Esto no era nuevo, ya había pasado que la mujer se desquitara en casa por situaciones que ocurrían en su trabajo.

Pero lo de la psiquiatra fue un golpe bajo. Él ni siquiera quería ir a esas sesiones, siempre fue muy transparente con eso, esperando que su madre y su hermana lo dejaran de joder con el tema. No tuvo suerte, obviamente, porque finalmente igual tuvo que ir a las malditas sesiones y estar en un incómodo silencio con una psiquiatra a quien honestamente no respetaba cada dos semanas.

Mientras más pensaba en todo el tema de su madre, más y más irritado se sentía.

"¡Kageyama! ¡Kageyaaaaaamaaaa!"

"¡¿QUÉ?!" Vociferó el aludido enfrentando a su compañero pelinaranja, quien se quedó un rato en silencio después de eso.

"¿Cuál es tu problema?" Hinata murmuró haciendo un puchero. "Te llamé varias veces y no me hacías caso..." Terminó con una mezcla entre tristeza y molestia. Kageyama se comenzó a sentir ligeramente culpable. Pero antes que se animara a decirle algo, su compañero continuó hablando. "No te molesto más." Hinata estaba por subirse a su bicicleta, la que acarreaba mientras él caminaba al lado, cuando el pelinegro lo detuvo.

"Espera... Lo... lo si-siento..." Murmuró con incomodidad Kageyama, mientras el otro suavizaba sus facciones.

"¿Estás bien?"

"Sí."

Shoyo no parecía convencido, pero no insistió en el asunto. Honestamente, Tobio agradeció eso, porque sabía que si seguía dándole vueltas solo lograría enojarse más.

Así pasó el día, y llegó el momento que el armador pelinegro estaba esperando. Una buena sesión de entrenamiento le serviría para despejarse. Siempre era así.

"Muchachos, cuando termine el descanso, queremos hacer dos equipos para un partido de práctica. Es importante adecuen sus jugadas al trabajo de equipo."

"¡Ok!"

Sin embargo, unas vocecillas desconocidas se oyeron en el lugar.

"Disculpen..."

Punto de Inflexión [Oikage]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora