VEINTISEIS

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—¿Pero qué dices, pedazo de guarro? —digo, golpeando su brazo.

Él se ríe pero se levanta a por otro par de calzoncillos suyos para mí.

—Gracias. —digo, agarrandolos y poniendomelos con cuidado de que la camiseta no se levante para impedir que el pervertido a mi izquierda me vea mi cosita.

—De nada. Y luego no me digas que no te lo he advertido, esa ropa no va a durar mucho en tu cuerpo.

Le vuelvo a golpear el brazo.

—¿Quieres dejar de decir tonterías?

Dylan sonríe y hace como si cerrara su boca con cremallera. Pongo los ojos en blanco y me acomodo en la cama para hacer lo único que me apetece estos días; dormir.

El empalagoso de Dylan no dura ni un minuto para acercarse a abrazarme. Se pega a mi espalda todo lo que puede y mi estómago da un vuelco cuando soy consciente que mi culo y su polla están totalmente pegados.

—Dylan, como yo note que tu amiguito se mueve solo un poco me voy a enfadar.

—No prometo nada.

—Imbécil.

—Gracias, yo también te llevo en mi corazón.

—Pues yo no, porque no tengo.

—Si que tienes y seguro que si que estoy en él, lo único que estoy a oscuras porque tienes un corazón oscuro.

—¿Qué?

—Corazón oscuro... Oscuridad... Estoy a oscuras... ¿Entiendes? —se ríe en mi oreja.

—Dios. —me llevo la mano a la frente. —Dylan cariño, no vayas nunca a un concurso de chistes.

—Ya, me echarían por profesional.

—Si, eso seguro.

Lo escucho suspirar muy cerca de mi oreja y mi estomago da un vuelco. Quiero decirle que se aleje de ahí, pero a la vez no quiero. uff que frustrante es ser yo, nunca sé lo que quiero.

Siento sus brazos que rodean mi cintura apretar su agarre y estrecharme aún más contra él. Dylan me olisquea el cuello ligeramente pero yo me doy cuenta y sonrío, no sé por qué.

—Hueles a mi. —susurra, con la voz más ronca de los normal, de repente.

—Teniendo en cuenta que he usado tu gel de baño, tú champú y llevo una camiseta tuya... Tiene sentido.

—Me gusta.

—Vale.

—¿Por qué te has puesto tensa?

—No... No me he puesto tensa.

—Ya, claro. 

Suspiro, sabiendo que no voy a mentirle.

—No lo sé. —confieso.

—¿Eh?

—Que no lo sé, no se por que me he tensado.

—Así me gusta, hablando las cosas.

Sonrío. Dylan empieza a apartarme el pelo para posar sus labios en la parte de atrás de mi cuello y simplemente depositar un pequeño beso ahí.

Trago saliva.

Siento su nariz rozar ahí mientras baja un poco, se detiene y deposita otro beso ahí.

Suspiro. Nunca pensé que dos besos podrían gustarme y calentarme tanto. Nuca pensé que estaría haciendo esto, estar en los brazos de alguien mientras me besa el cuello.

BAILANDO SOBRE EL MAR ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora