El Principio del Fin

6 0 0
                                    

 11 de Junio de 1937

El Cinturón de Hierro ha caído, los 800 metros que recorren el frente republicano han sido sobrepasados por el ejército enemigo y ya están a 10 kilómetros de Bilbao. El miedo devora los corazones de los soldados que esperamos a los sublevados en la capital vasca. Muchos quieren huir a Francia, pero otros, como yo, aguantamos en nuestras líneas esperando al atacante. No creemos que pueda haber posibilidad de ganar, los sublevados cuentan con la ayuda de los italianos y alemanes, con armas superiores a las nuestras. Sus tanques Panzer arrasan nuestras defensas, como el invierno arrasa con la naturaleza dejando únicamente la fría nieve. Sin embargo, creo en que puede llegar la primavera, el día en que sus fuerzas no puedan vencer a los ecos de libertad que se sueñan entre las filas de soldados republicanos, dispuestos a luchar hasta la última bala por la población que vive en Bilbao.

12 de Junio de 1937

Paseaba por la mañana a orillas del río Nervión apreciando las vistas de las montañas que nos rodeaban. En uno de esos montes se encontraba mi casa, donde había nacido y crecido. Era un pequeño caserío de dos plantas situado en el monte Arnotegi. Recordé cómo jugábamos mi hermano y yo en los pastos mientras nuestro padre sacaba a las ovejas a pastar. Eran tiempos tranquilos y prósperos, se acababa de instaurar la República y mis padres estaban felices de que el infame rey que había apoyado la dictadura de Primo de Rivera se fuera del país, expulsado por el voto del pueblo. Mi madre me repetía muchas veces que tenía que aprender a leer y escribir, ahora que la oportunidad se había presentado con la fundación de escuelas en Bilbao y, lo hice en poco tiempo, aprendí con ilusión y descubrí en los libros todo un mundo que había estado oculto para mí . Los primeros meses fueron duros, ya que tardaba alrededor de una hora en llegar desde mi casa hasta la escuela, pero con el tiempo me fui acostumbrando. Después de las clases, aprovechaba que estaba cerca del puerto y me quedaba para ver como zarpaban los barcos. Me resultaba increíble , para mí que no había visto nada más que el bosque y mi casa, ver grandes construcciones de metal atravesar el horizonte hasta desaparecer. Por desgracia, ahora los barcos que zarpan, llevan la muerte consigo y muchos acaban en la profunda oscuridad del océano.

13 de Junio de 1937

Las calles cada vez están más vacías, y la confianza desaparece a medida que pasan las horas. La felicidad parece un sentimiento jamás vivido. En el único lugar donde se puede encontrar vida es en las carreteras por donde escapa la población hacia lugares más seguros. Los recuerdos de cada uno de los soldados que lucharemos por la ciudad fluyen sin parar dentro de nuestras mentes, la vida en paz, la vida sin más. Después de comer visité lo que había sido antes la plaza del mercado, estaba vacía, pero yo reconocía cada rincón a la perfección. Mi padre y yo íbamos a Bilbao a vender nuestros productos al puerto, llevábamos quesos hechos por nosotros mismos en el caserío, además de verduras de nuestra huerta y carnes variadas. Él me solía llevar para ayudarle a transportar los productos y para que aprendiese a ganarme la vida. La gente del mercado siempre era amable y vivían aislados de los problemas. Era como estar en una burbuja en la que no se conocía lo que había fuera de ella y en la que se pensaba inocentemente que todo estaba bien, que no había tormenta al otro lado de las montañas. Los niños como yo, que no leíamos las malas noticias que se escribían en el periódico, vivíamos la vida sin miedo a perderla. Si ahora me dieran la oportunidad de haber hecho algo para parar la crisis que venía encima no habría dudado un segundo en ofrecer toda la ayuda posible.

14 de junio de 1937

Los altos mandos del gobierno de Euskadi no consiguen ponerse de acuerdo, resulta triste a la vez lamentable, incluso después de todos los fallos que hemos tenido antes y después de iniciar la guerra seguimos sin poder ser lo suficientemente eficientes como para parar a los falangistas. Los sublevados siempre actúan como un solo hombre coordinado y unido, sin embargo, nosotros hemos fallado en no poder hacer lo mismo. Las milicias comunistas, los anarquistas y la izquierda moderada nunca ha estado unida, aun cuando la perdición se sume en el país la fragmentación del gobierno es inevitable se ha seguido peleando mutuamente entre las ideologías dentro de la izquierda. No aprender de nuestros errores es lo que nos está llevando a la tumba, a la oscuridad, a la desesperación. La ignorancia nos lleva al fracaso y aun con tanta gente sufriendo por todo el país, los líderes de los demás países no quieren prestarnos ayuda de ningún tipo, por miedo de la posibilidad de desencadenar otra guerra Europea.

Dia 15 de junio de 1937

La aviación italiana y alemana sobrevuelan los cielos de Bilbao cada poco tiempo bombardeando la ciudad, dejando únicamente polvo y escombros. Me sorprende hasta dónde puede llegar la humanidad, dando poder a tres fieras que solo buscan la libertad para ellos mismos a costa de la de todo un país, a través de mentiras y falsas promesas. Constantemente se escuchan tiros a las afueras de la ciudad. Estamos encerrados, los sublevados controlan los alrededores de Bilbao y la artillería dispara sin cesar. El temor inunda mi persona, ya que, en cualquier momento podría ser asignado al frente a pelear con la posibilidad de perecer. Ganar en la situación actual es un sueño y la estrategia que han tomado los altos mandos es la de destruir los puentes y las fábricas de armamento bélico para que no sean utilizadas por el otro bando. Actualmente es lo mejor que se puede hacer, sin embargo, me provoca tristeza que las fábricas que veía de pequeño desde el patio de nuestro caserío sean derruidas. Me fascinaba ver el humo salir de esas altas chimeneas que parecían tocar el cielo, mientras me preguntaba que tipo de fábrica sería cada una evaluando la forma que tenían.

16 de junio de 1937

Lo que temía se ha cumplido, he sido asignado a una operación para recuperar territorio en las fronteras de la ciudad. Por un lado estoy alegre de tener la oportunidad de luchar por mi tierra, en la que he nacido y crecido, aunque acabe muriendo por ella. Por otro lado, me entristece la posibilidad de perder mi vida, quedando todavía tantas aventuras que vivir, tantos sitios que visitar y tantas personas por conocer. Estando en en esta situación me doy cuenta de que la injusticia y la crueldad no se manifiestan a partir de las personas comunes, solo surge de los inhumanos, incapaces de sentir, ni empatizar, y de aquéllos que solamente saben de lo sucedido en el mundo a través de las palabras. De esta forma se han repetido las guerras una vez tras otra sin escuchar al que conoce la vida en las trincheras entre lodo y mugre. Este es el objeto de mi diario, para aquellos que desconocen el verdadero miedo, la verdadera angustia y el pesar por lo perdido, para que sean conscientes de lo que realmente sucede en el frente. La supervivencia es una ruleta rusa, vivir o no vivir no se determina por la valía de cada uno, sino por la suerte que tengas en los intercambios de balas. La operación en la que pelearé se realizará a la luz de la luna para recuperar el Fuerte Bandera. El diario lo guardaré en un cofre escondido en el Nervión, en el caso en que no muera lo volveré a coger, espero que ésto no sea un adiós al mundo.

22 de Junio del 2006

Hemos encontrado este diario entre escombros debajo de uno de los puentes destruidos por la resistencia republicana en los últimos días de la batalla. Hemos intentado averiguar que le pasó al soldado anónimo que combatió en la batalla de Bilbao los últimos días de resistencia. Por desgracia, no hemos encontrado ninguna pista de su paradero ni de sí sobrevivió, sin embargo, lo que sí sabemos es que la operación en la participó para recuperar el Fuerte Banderas fue un éxito, y que los soldados que lucharon en ésta no descansaron en toda la noche hasta haber cumplido sus objetivos. Por desgracia, entre el dieciocho de julio y el diecinueve se decidió hacer una evacuación de la población de Bilbao. En la tarde del diecinueve los soldados sublevados entraron en la ciudad sin encontrar resistencia alguna, cambiando la bandera republicana del Ayuntamiento por la rojigualda franquista, dando fin a la batalla de Bilbao y terminando con la resistencia republicana en el norte de España. Finalmente el alto mando de Bilbao decidió no destruir toda la industria del lugar, lo que favoreció a los franquistas para la producción de armas bélicas. 

El Principio del FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora