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Después de finalmente haber derrotado todo mal sobrenatural en Hawkins debería sentirse feliz, ¿verdad? Todos deberían hacerlo

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Después de finalmente haber derrotado todo mal sobrenatural en Hawkins debería sentirse feliz, ¿verdad? Todos deberían hacerlo. Ya no tendrían que preocuparse porque un bicho sin cara se comiera a alguien o que alguien se quede atrapado en un mundo alternativo. Los portales se habían cerrado, el mundo al revés ya no tenía entradas o salidas por las que aquellas criaturas pudieran cruzar hasta su mundo. Todo estaba en paz. Los niños se habían reencontrado con El y Will, Nancy había vuelto a ver a Jhonatan y Joyce trajo de vuelta a Hopper.

Nada había salido mal, ¿verdad?
Pues sí lo había hecho. Max estaba en urgencias. Su mente estaba muerta. Estaba en estado vegetal. Y...y Eddie había muerto en el otro lado.

Steve aún recordaba haber ido hacia Dustin dispuesto a darle la gran noticia de que todo había terminado hasta que escuchó sus sollozos. Estaba agachado en el suelo. A su alrededor habían cientos de demobats muertos. Se temió lo peor y avanzó con más velocidad junto a Robin y Nancy, quienes venían con él. Cuando llegaron junto al menor, quedó estático. Vió el cuerpo sin vida de Munson en los brazos del de pocos dientes, quien lloraba a mares y solo podía pronunciar un "No ha huido esta vez, es un héroe" entre sollozos entrecortados.

Steve se acercó al cuerpo y lo cargó en sus brazos, debían llevárselo con ellos. No podían dejarlo pudrirse allí.
Cuando llegaron a su mundo normal y se encontraron con los de California, El cerró los portales y dejaron a Eddie en el bosque. No podían permitir que la policía viera el cadáver y lo quemaran o que los del pueblo decidieran estudiarlo por los comentarios satánicos que les había dicho Jason Carver. Preferían que se fundiera con la naturaleza, que muriera pacíficamente.

Dustin fue el que peor llevó el asunto. Se encerró en su casa y no quiso ver a nadie. Mike y Lucas también lloraron bastante.
Lucas se arrepentía de haber abandonado a su grupo de amigos para ir a jugar baloncesto solo porque le haría popular.
Robin también lloró. Conocía poco al chico pero con tal experiencia compartida no pudo evitar encariñarse.
Nancy, por otra parte, no lloró. Siempre que sacaban el tema no quería hablar porque le recordaba a Bárbara.

Y Steve...Steve estaba en su gran casa, acostado en su cama boca arriba, mirando el blanco techo y pensado en todo aquello mientras se le aguaban los ojos. Su relación con Munson nunca fue muy profunda. Las pocas veces que hablaron fue en su época de idiota cuando de vez en cuando se reía de él. Cuánto se lamentaba por aquello.
Sin embargo, esos pocos días intentando derrotar a Vecna fueron los necesarios para encariñarse del metalero. Habían congeniado muy bien. Eran diferentes pero el chico le hacía reír y se sentía a gusto a su lado. Eddie Munson se había convertido en un pilar para él en esos pocos días. Él estaba muy estresado por todo lo que pasaba, sobre todo cuando se separaron de los niños. Eddie pareció notarlo y lo intentó animar con chistes malos y animándolo a volver con Nancy.

El castaño cerró los ojos con fuerza para intentar que lágrimas no cayeran de sus ojos.
Ya hacía dos semanas de aquello y aún no podía parar de pensar que si se hubiera dado más prisa en lanzarle aquellas malditas botellas con alcohol y fuego al monstruo, quizás Eddie aún estría con vida y Henderson no estría destrozado.

Volteó la cabeza hacia el asiento de su escritorio, donde yacía el chaleco vaquero del de larga melena. Apretó los puños. Lo había recogido de la caravana cuando volvieron para recoger la ropa normal de los demás y poder quitarse la de batalla.

Algo que le avergonzaba era que, de vez en cuando, cuando se sentía triste por lo anterior mencionado, abrazaba la prenda de ropa. Olía a vainilla y cigarrillo. Olía a Eddie. Eso le reconfortaba. Le generaba una falsa sensación de satisfacción de que no había salido tan mal.

Ese era uno de esos momentos. Se incorporó y agarró el chaleco para después sentarse en el suelo apoyado su espalda en el cabecero de la cama mientras encogía sus piernas, cruzándolas, y abrazando la prenda de vestir, aspirando aquel embriagador olor que en cualquier momento podría desaparecer.

Su momento de paz fue interrumpido por el sonido del timbre en la entrada de su hogar. Sabía que sus padres no podían ser pues nunca estaban por casa y si lo estaban o iban jamás tocaban el timbre ya que tenían sus propias llaves.
Algo irritado por la interrupción se levantó dejando a un lado el chaleco.
Cuando llegó a la entrada abrió la puerta encontrándose a cierto menor de gorra.

Rápidamente y sin pensárselo lo abrazó. Hacía días que no sabía nada del chico y encontrárselo así de la nada era raro, así que se separó un poco y frunció el ceño.

¿Qué haces aquí?

Necesito compañía.

—Henderson, son las ocho de la tarde, no deberías estar fuera de casa a estas horas— regañó el castaño mientras dejaba pasar al chico al interior de su casa. Suspiró —¿Estás mejor?— preguntó mientras veía como el menor se sentaba en el sofá de su salón.

U.un poco— respondió entrecortado.

Steve se sentó a un lado del de gorra pasando su brazo por los hombros de otro atrayéndolo hacia él formando un abrazo lateral.
Harrington no tardó en sentir lágrimas en su camiseta de pijama.

Shhh— intentó calmar los sollozos del chico mientras masajeaba su lado derecho.

El menor río un poco entre lágrimas —Así sí que pareces una madre, Steve— comentó haciendo sonreír al contrario.

Me alegra escuchar tu risa después de tanto— le dijo en un susurro sin indagar en el tema de la madre dado que era una conversación bastante común que tenían con los demás niños antes de que empezara su cuarto asalto contra el upside down.

El menor se acomodó mejor entre los brazos del mayor.

¿Has avisado a tu madre de que vendrías?— el menor asintió —¿Le has dicho que te quedas a dormir?— volvió a asentir —Menos mal, porque sinó me matará.

Mala elección de palabras, Steve. Se dijo a él mismo una vez Dustin estalló en lágrimas.

Cuando al fin pudo calmar los sollozos del chico, este quedó dormido en los brazos del mayor, el cual le había quitado la gorra y masajeaba sus rizados cabellos con una pequeña sonrisa. Se sentía en paz al lado del niño.
Todo estaba en silencio. Por lo menos, hasta que un fuerte sonido se oyó fuera de la casa, donde estaba la piscina, zona la cual conectaba con el bosque.

Con cuidado, Steve retiró al menor y lo dejó cuidadosamente recostado en el sofá. Se acercó a la puerta que dirigía a la zona de la piscina, la abrió y salió de la casa sintiendo la fría brisa de la noche y el olor a bosque. Observó todo detenidamente buscando lo que hubiera causado aquel ruido y lo encontró. Una de sus tumbonas alrededor de la piscina se había cerrado. Algo debió haber pasado cerca y la cerró sin querer. Quizás un animal, pensó. Hasta que volteó en dirección al bosque, y entre los arbustos, unos brillantes ojos rojos lo observaban curiosos. Cuando lo que sea que fuese eso se percató de que Steve lo había descubierto, despareció.

 Cuando lo que sea que fuese eso se percató de que Steve lo había descubierto, despareció

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SWEET BLOOD [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora