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JACOB

Estaba agotado. Normalmente no me suelo cansar tanto, pero es que tenía mucho estrés encima. Y tenía nombre y apellidos: Briana Sallow.

Desde que hablamos por primera vez todo había sido una montaña rusa de emociones, pero sin lugar a dudas las que más había experimentado habían sido la impaciencia, el enfado y... un hormigueo que sentía algunas veces al verla enfadarse. Parecía una niña muy pequeña.

Lo peor era que me tocaba hacerle la prueba de su habilidad. La mía era muy poca común. Contadas personas la tenían. La verdad es que tenía dos. El máximo de habilidades. La primera era inhibición. Trata de saber ignorar los problemas del alrededor y centrarse en el trabajo que se está realizando en el presente. Y la resistencia. Soy capaz de aguantar peleando durante largas horas sin rendirme.

Mis habilidades me sirven mucho para mi día día sobre todo en el entrenamiento. Pero eso era antes de tener que ser el instructor de Briana. Creo que va a ser un año agitado.

Me acosté en la cama, intentando conciliar le sueño. Cuando por fin lo logré la alarma me despertó. Me levante maldiciendo el día que decidí aceptar la misión de raptar a Briana. Si no hubiera sido por eso ahora mismo no sería su maldito instructor y no tendría que madrugar tanto para hacerle las pruebas de su habilidad.

Cuando terminé de vestirme fui a mi despacho y decidí decirle por el intercomunicador del dormitorio donde estaba mi despacho.

-Novata. Mi despacho esta en la cuarta planta el tercer pasillo y la primera puerta a la derecha. De todas formas he puesto en la puerta "PRUEBAS NOVATA" para que te ubiques mejor.

Oí como gruñía y se levantaba de la cama.

-¿Me has escuchado?- Pregunté impaciente.

-¿Te han dicho ya que por las mañanas eres más molesto que durante la tarde?

-No, pero lo tomaré en cuenta. Gracias.- Dije sarcástico.

Maldijo en voz baja y se metió en el cuarto de baño. Después de un rato salió haciéndose una coleta alta y salió por la puerta, no sin antes hacerme una peineta.

Sonreí. Pero rápidamente borre la sonrisa.

Diez minutos después escuché como la puerta de mi despacho se abría con fuerza y entraba una molesta Briana.

-Buenos días.- Dije sonriente.

-Los serán para ti.- Masculló en voz baja.

Puse los ojos en blanco ante su mal humor.

-Bien. Siéntate en esa silla. Te voy a sacar un poco de sangre y la pondré en este tubo. De aquí pasará a una máquina, y esta mostrará cuál es tu habilidad.

-¿Solo se puede tener una habilidad?

-Es lo normal. Yo en cambio tengo dos.

Asintió. Se sentó en la silla y dejó que le pusiera la goma en el brazo. Saqué la aguja despacio, justo cuando me estaba acercando escuché su respiración agitadamente.

-Vaya. Por lo menos disimula un poco lo mucho que te pongo nerviosa ¿no?- Me burlé de ella.

Cuando vi que no respondía elevé la mirada hacia ella. Estaba pálida y tenía unas grandes ojeras. No sabía que hacer en estos casos e intente recordar algún truco para calmarla.

-Eh, eh. Briana, venga tienes que calmarte. No pasa nada. Venga respira. Estás bien vale no pasa nada. Te voy a pinchar y quitarte la sangre vale.

-¡No!- Dijo asustada- No por favor. No, no.

LOS PERPETUOSWhere stories live. Discover now