IV

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Katsuki iba caminando tranquilamente con las manos en sus bolsillos. A unos pasos más adelante iba su compañera dando brincos, de vez en cuando extendía sus brazos y daba vueltas por la acera. En momentos como esos momentos el corazón de Bakugō se detenía, conocía muy bien a la menor y sabía de sobra que era muy torpe, por lo que estimaba que en una de esas vueltas podría caerse o tener un accidente. Su preocupación estaba más que justificada.

El sol comenzaba a descender por el horizonte, y el rubio sólo podía pensar una cosa: "Se me hizo tarde". Se suponía que saldría a las cuatro y media, pero por como se veía la luz del día, podía decir que eran pasadas las seis. Recién pudo irse a su casa en cuanto puso un pie fuera de la agencia, pero él había prometido una crepa a su kohai y no podía fallarle en su palabra. Sonrió inconscientemente cuando la menor detuvo su caminata frente a un local de crepas a dos calles de la academia yuuei.

—Deja de brincar, harás un hoyo en el piso.- Comento, poniendo su mano en el hombro de la chica, quien sólo atino a sonreír. Comenzaba a pensar que la mocosa no tenía la edad que decía tener, o que simplemente la consentía demasiado.

Definitivamente era la primera opción.

—Anda, pide tu crepa.—No tuvo que decirlo 2 veces porque apenas terminó de hablar la menor salió disparada hacia la barra. —Definitivamente eres una mala combinación de Eijirō y Hoshi.— Dijo al aire antes de también adentrarse al local.

(...)

Se escabulló entre los pasillos de la planta baja de su edificio, lo que menos quería era encontrarse con su vecina del piso de arriba. No estaba de humor, el aura asesina detrás de él lo dejaba más que claro. ¿Por qué estaba molesto? Probablemente era culpa de los que iban con él en el vagón, pero no importaba, sólo necesitaba estar en su casa y un abrazo. ¿No era mucho o sí?

Con una paz y serenidad que claramente estaba fingiendo, marco el número de piso de su departamento en el elevador y espero llegar a su destino. Por lo menos no se había encontrado con nadie, y ante eso quiso ponerse a festejar. Pero no lo iba a hacer, tenía dignidad. Muchas gracias.

Las puertas se abrieron y con pasos suaves salió del elevador. Los pasillos estaban vacíos, seguramente se debía a que seguían en sus trabajos o simplemente se habían encerrado a descansar. Definitivamente el haría lo mismo, si tan sólo no tuviera una investigación encima.

—Ya llegué.— Dijo con voz tranquila mientras se quitaba los zapatos.

—Bienvenido.— Contestó el pelirrojo, traía una canasta de ropa doblada entre sus manos. Katsuki sonrió al verlo y pudo sentir como la tensión en sus hombros se desvanecía. —¿Cómo te fue?

—No obtuvimos muchos avances y debo decir que tienes razón, hay poderes verdaderamente inútiles.— Resopló al recordar que había un poder que te permitía cambiar el color de las frutas, ¿Quién querría eso?

Kirishima sonrió al ver las expresiones que hacía su pareja, se veía bastante tierno. Pero no debía enterarse de esos pensamientos o definitivamente lo mataría.

Eijirō dejo de lado la canasta y se acercó a pasó lento al rubio para poder abrazarlo, por supuesto que había notado que había llegado de malas y sabía la manera de calmarlo, Katsuki terminó por relajarse y correspondió el abrazo de su esposo. —Mabushii se irá el año que viene a un parque al norte de Japón como rescatista.

—Me alegro por ella, siempre a querido expandir más y más sus conocimientos sobre los héroes. Por eso sigo sin comprender como es que no ha colapsado.

—Es una joven muy activa, le irá mejor en rescate que en donde está ahora.— Eijirō no pudo estar más de acuerdo con eso. Aún recuerda cuando esa niña en su primer año lo había deslumbrado y no por que fuera muy bonita, literalmente lo había deslumbrado, Mabushii sin querer había desviado su poder hacia Eijirō y le había dado con la deslumbrante luz en el rostro. Después de eso está 100% seguro que se había quedado ciego por unos días y ella no paraba de disculparse. Al final se había vuelto una buena amiga de ambos, era como tener otra hermanita a la cual debían cuidar. Aunque Bakugo lo negara diciendo que ella era perfectamente capaz de cuidarse sola.

¡Tengamos un bebé! [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora