-un seul thé s'il vous plait
-dans un instant mademoiselle-dice el mesero mientras se alejaba
Al menos pude manejar un poco el francés en este tiempo. Si que está haciendo frío en este lugar. Menos mal que uso este abrigo... No puedo creer que después de todo, yo lo conservé. Me siento medio idiota. Después de todo el daño que le cause.
Me envuelvo en aquel abrigo dónde finjo captar algún aroma de alguien en particular.
Me siento egoísta al querer tenerlo cerca. El nunca me perdonaría el daño que le hice. Sus ojos tristes... Simplemente como pude dejarlo así, sin más.
Pude haberlo manejado mejor... O tal vez no. Hace tanto tiempo no pensaba igual. Nisiquiera tenía el cabello igual.
Pero ¿Que habría cambiado? Sigo pensando que si hubiera escogido quedarme a su lado, ser lo suficientemente valiente y decirle la verdad ¿Que habría cambiado?
¿De verdad me siento tan importante como para que me escogiera a mi?
Me siento tonta al pensar en aquello a estas alturas de la vida.
¿Al menos me recordará como aquella chica que alguna vez rompió su corazón?
-voilà mademoiselle
Me sobresalté al escuchar al mesero hablar y articulé un "¿Que?" Que por lo que veo no entendió.
-merci- termine por decir y tomar la taza de té que me urgía tomar.
10 años antes
La realidad es que no todo es tan facil para una persona que básicamente ha perdido todo y solo cuenta con 17 años.
Si. Lo perdí todo.
Mamá es mi todo.
Mi madre enfermó poco después de que yo naciera y después de 6 largos años, dolorosos para una madre primeriza, confusos para una niña que apenas aprende a vivir y perdidos para un padre preocupado, el cáncer gana la batalla.
Quisiera decir que lloré. Que lloré largo y tendido por mi madre. Pero no fue así. Yo era una pequeña de melena alborotada y raspones en la rodilla que no entendía ni un apice de todo lo que ocurría.
Mi vida siempre se había reducido en ver a mi madre los fines de semana y papá hacia el resto. Me llevaba a la escuela, cocinaba para mí, me bañaba y vestía, me dormía... Para mí eso era lo normal.
Entonces cuando papá me explico que no veríamos a mamá nunca más porque ella estaría dormida por siempre -usando sus palabras exaxtas- lo único que pude decir con mi voz chillona fue "¡Que mal! Y yo quería mostrarle mi muñeca nueva ¿Se parece a ella verdad?"
Una muñeca nueva. Aún me persiguen esas infantiles palabras que le dije a mi padre. Aún recuerdo sus espesas lágrimas y la forzada sonrisa que me dió.
"Si princesa, se parece a ella"
Fue lo que me dijo para luego acostarme a su lado y llorar profundamente. No entendía para entonces porque lloraba tanto, pero tampoco se lo pregunté.
A medida que pasaban los años fuí dándome cuenta de muchas cosas. Veía a los niños con su madre y su padre e incluso hermanos y sentía que me faltaba algo.
Un día una niña me dijo:
-Oye ¿Tu no tienes mamá? Si quieres te presto la mía.Y esas palabras fueron un shock para alguien de 7 años que apenas y comprendía lo que pasaba a su alrededor.
Mi mundo cambio en un abrir y cerrar de ojos y yo nunca lo noté, al menos no hasta ese momento.
Crecer es tan difícil. Cada año que pasa, cada mes, casa día, cada hora, cada minuto, cada segundo... Se convierte en una ironía, una gran ironía.
Se estipula que debes disfrutar tu juventud , que esos años jamás nadie te los devolverá, entre otras palabrerias que se vuelven un sin sentido. Vives tratando de ser feliz durante esos años, pero el simple hecho de pensarlo lo atrasa.
La felicidad es espontánea. Natural.
No debes pensarla para sentirla, pero aprendes eso cuando ya eres demasiado grande y esos años ya sucedieron.
Ironía.
En crecer se convierte en una ironía.
Pero ¿Que pasaría si lo descubres un poco antes? Yo lo descubrí. Pero ya no se cómo ser feliz. Es decir, trato de ser espontánea, pero las reglas son necesarias para una sociedad ordenada y civilizada.
¿Y si estoy mal?
¿Y si solo es mi pasado y mi presente jugando a descubrir un futuro que no es posible?
Y aquí estoy. Pensando en estás idioteces en el techo del instituto Rollins para señoritas. Perdiendo mi clase de historia. Perdiendo mi tiempo.
Que ironía. Crecer te atrapa en una maraña que resulta ser una ironía. La ironía de crecer.
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Si Beethoven hubiera sido rockero
RomansaEmily es una chica bastante extrovertida que vive en un Instituto para señoritas en Londres. Pero su vida da un vuelco cuando descubre a un chico en el techo, en donde ella solía ir para desestresarse. ¿que hará Emily?