C A P I T U L O 22.

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Narra Astrid

Me dolió lo que me dijo Delia ¿Cómo puede pensar que la estoy asfixiando?
Que seamos pareja no quiere decir que tenga el derecho de hacerme sentir mal. Creí que se sentía bien y privilegiada de ser mi novia, ya que es difícil que le conceda ese honor a alguien.
También pensé que le gustaba pasar tiempo conmigo, no que se sentía asfixiada, ni siquiera llevamos tanto tiempo de noviazgo como para que se sintiera de esa manera, en verdad no entendía.

—Pero qué... —Monse interrumpió mis pensamientos por su risa —¿Ya viste esto? —Le enseñó su celular a su compañero de a lado y los dos empezaron a reír.

—Creo que se está volviendo moda darle palizas a Ana —Le dijo el chico a Monse —¡Oye! —me gritó —Te están quitando tu lugar —rió.

¿Qué mierda estaban diciendo?

—¡Podrían guardar silencio! — gritó el maestro enojado.

Ana y el chico dejaron de reirse un momento para después volver a reír más bajo.

—Se lo merece —dijo el chico mientras seguía viendo el celular.

—Amm ¿Astrid? —Me susurró Monse mientras le quitaba el celular al chico.

—¿Qué pasa? —dije fastidiada.

—¿Acaso ella no es tu novia? —Me mostró su celular, el cuál mostraba un estado de una red social en donde se veía a dos chicas peleando en otro salón, acercaron la cámara a las caras de las chicas y se veía Ana, pero mis ojos se abrieron cuando también vi a Delia ahí.

—¿Pero que mierda? —dije sorprendida y salí a paso rápido del salón, ignorando los regaños del profesor.

No iba a permitir por ningún motivo que Ana le hiciera daño a Delia, así que apresuré mi paso para llegar a su salón lo más pronto posible. Esperaba que todavía estuvieran ahí y no fuera un vídeo grabado de muchos minutos atrás.

Al estar más cerca de su salón, se escuchaban los gritos de toda la clase alterada, y conforme fui acercandome, me sorprendí una vez más cuando vi a Delia encima de Ana restregandole en la cara un objeto que no alcanzaba a distinguir.

Nunca me hubiera imaginado a Delia en una pelea y no sé porqué al ver qué ella estaba ganando me excitaba. Pero no debía pensar en sexo mientras podían golpearla en cualquier momento, así que decidí intervenir.

Cargué a Delia por detrás para separla, mientras Ana se paraba del piso demasiado despeinada, de inmediato intentó pegarle a Delia. Yo la detuve y la tomé del brazo para torselo hacia atrás.

—¡Inútiles! ¿Por qué no me ayudan? —Les reclamó Ana a sus amigas y ellas la veían asustadas.

—¡¿Pero qué está pasando aquí?! —Gritó una maestra que recién entraba al salón.

Solté a Ana de inmediato y me separé de ella. Todos los de la clase se callaron.

—¡Están locas! —Gritó Ana, señalandonos a Delia y a mi.

Ni siquiera sabía que decir, no entendía que había pasado.

Delia se cubrió la cara con sus manos y comenzó a llorar.

—¡Ay por dios! ¡No te hagas la víctima después de golpearme! —dijo Ana —Maestra, debería de castigar ¡a las dos!

—Las tres deberían de ir a dirección —La maestra nos miró molesta —Ya están grandes para estas peleas absurdas.

—Eso es injusto ¡Yo no hice nada! —dijo Ana enojada.

—¡Vayan ahora! —gritó.

Delia y yo salimos del salón, mientras Ana seguía discutiendo con la profesora.

Experta en ilusionar (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora