Capitulo 3

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La tenia aquí, a horcadas sobre mí, besándola con desesperación y anhelo. Solo para mí.

Atrape, su cuello en un desesperado intento por sentir todo lo que pudiera, pues algo me decía que estaba en una especie de sueño, y que en cualquier momento despertaría y la chica de mis sueños se esfumaría.

Hermione solo pudo gemir en respuesta a mis dulces besos, mientras hacia la cabeza hacía atrás dándome más acceso a su cuello, el cual sin demora devoré cual vampiro, esta chica sabia a fresas, aunque curiosamente olía a jazmin con un toque de pergamino viejo, producto de estar en la biblioteca o entre libros la mayor parte del tiempo —claro que había notado eso, la observaba desde hace bastante tiempo—. Me encantaba su olor, era tan único que me volvía loco. Solo quería más.

De un momento a otro, se quito la pequeña camisa que llevaba puesta dándome la mejor de las vistas, usaba un sujetar negro de encaje que contrastaba perfectamente con su piel, que daba la impresión de ser de porcelana, solo lleve mi boca al final del mismo lamiendo cada parte y saboreando su piel, la chica encima de mi solo gemía.

—No pares Fred, por favor.— eso ultimo lo dijo como en susurro, que me calentó de una manera inigualable. Pero por una fracción de segundo Ronnie llego a mi mente, y detuve abruptamente la sesión de besos que se me estaba llendo de las manos.

—¿Qué pasa?—dijo jadeando la castaña con los labios más apetitosos que en mi vida había visto— ¿porque te detienes Fred? —dijo con una voz de extraña sorpresa. Merlin sabe que me arrepentiré de esto.

—No esta esta bien esto Herms—Dije resignado, moviéndola lentamente hasta ponerla sobre el colchón— tu estás con mi hermano, y esto es traición de mi parte.— suspire bajando la cabeza.

—Yo no estoy con Ronald, él no me gusta solo puedo verlo como a un hermano.— dijo ella muy segura se acomodo la blusa y el cabello que se le había enredado un poco.

—Pues él piensa lo contrario, y yo no quiero lastimarlo Hermione, después de todo soy su hermano mayor—Me levanté de la cama y comencé a caminar en círculos.

Hermione solo se me quedaba viendo intentando comprender qué había pasado. Me encogí a su altura casi de rodillas y la tome de las manos, le puse un mechón rebelde detrás de la oreja y le dije de la manera más tierna que pude.

—Eres una niña Mione, y yo no puedo aprovecharme de eso—Le bese la mano, pero ella las apartó de forma abrupta.

—Siempre dices lo mismo Fred Weasley— dijo de pronto— y estoy harta de que nada mas me veas como una niña, deje de serlo hace mucho.—se levanto de la cama, haciéndome perder un poco el equilibrio en la extraña postura que había tomado, podía sentir el enojo en su voz, pero no podía llegar a descubrir el causante del mismo—Soy una mujer desde hace tiempo, y esta mujer sabe que quiere y quiere estar contigo hoy. Te lo voy a demostrar.—Acto seguido se quito de un solo movimiento no solo la blusa color melón si no también el sujetador de encaje negro y yo como un bobo solo pude observar.

—Mione no me hagas esto, mi hermano en verdad te quiere y tú estas jugando con fuego, te puedes quemar— dije en formar de susurro, esperando que me hiciera caso y se alejara pues mi autocontrol acababa de expirar. Ella camino hacia mi de la manera mas sensual que estos jóvenes ojos habían visto, podría estar encerrado todo la noche con esta mujer y no seria suficiente tiempo.

—Ronald no me gusta, no se en que idioma quieres que te lo diga Weasley, el que me tiene loca desde el año pasado eres tu mago tonto. Y si estoy aquí es porque quiero.— en sus ojos solo podía ver que lo que estaba diciendo era verdad o quizás eso era lo que quería ver. Mande al diablo mi autocontrol y todos los pensamientos que tuvieran que ver con mi hermano, los escondí en lo mas profundo de mi mente y me concentre en la Gryffindor semidesnuda que tenia encima mío.

Me le abalance como león sobre su presa, y devore sus labios como hace un par de minutos estaba haciendo.

Con magia no verbal, cerré la puerta de la habitación con seguro y puse hechizos para evitar ser escuchados. La tome fuertemente de los muslos y la acoste delicadamente en la cama, seguí besándola y con cada beso me volvía más adicto a ella, estaba seguro que esta no seria la ultima vez, y que tendría mas encuentros así con la pequeña sabelotodo. O al menos eso era lo que quería.

Me quité mi camisa, y pude ver la lujuria pasar por sus ojos, a la par que sus manos recorrían mi cuerpo. Esta habitación esta cargada de tensión sexual entre la castaña y yo.

Harto de que la ropa sobrara, con un movimiento de la varita de la chica debajo de mí, quedamos totalmente desnudos. Listos para el siguiente paso.

Seguí besando a la pequeña ratoncito de biblioteca, obteniendo por respuesta pequeños gemidos que me volvían loco, solo quería fundirme con ella en uno solo, pero tenia una vaga idea de que esta chica era virgen por lo que decidí ir despacio, no quería asustarla.

Después de un rato de besos y leves frotamientos, ella tomo la iniciativa.

— Vamos Fred, hazlo de una vez.— cuando voltee a ver sus ojos estaba cargados de desesperación, y un deseo infinito. Cosa que me prendió totalmente.

— Estas segura de esto Herms— tenia que preguntar— aun puedes arrepentirte si eso quieres— obviamente no quería que se arrepintiera, pero tenia que preguntar ante todo era un caballero. Tardó un par de segundos ( que para mí parecierón horas) en darme su respuesta. Pero al final dijo

— Quiero que tú seas el primero Fred Fabian Weasley— Escuchar mi nombre completo de esta bruja desnuda debajo de mi, fue la cosa más excitante que pude experimentar. Solo pude devorar sus labios en un beso cargado de deseo por ella. Me hundí dentro de ella, vi en su cara el dolor que le estaba provocando por un momento me que quieto esperando su aprobación para moverme, ella no decía nada y tenia los ojos cerrados, dejando que el dolor pasara. Para cuando los abrió, asintió levemente, y comencé a moverme. Gemía para mí, y fue uno de los placeres mas deliciosos del mundo que la vida me dio.

— Adoro esto Herms— confesé moviéndome un poco mas rápido— Oh por Merlin mujer, esto es el cielo— sentir su apretado cuerpo al rededor de mi miembro es algo que no poder olvidar tan fácil.

—Y yo te adoro a ti Fred — fue mas como un susurro que dijo para sí misma que para mi— envestí mi cuerpo contra el de la pequeña castaña que tenia debajo, por un momento fui muy brusco con ella, pues todos mis bajos impulsos deje de reprimirlos desde el momento en que se quito el sujetador. Así que baje un poco el ritmo y la fuerza que ponía.

Me detuve un momento a verla. Era tan hermosa, sus pecas solo hacían que su busto resaltara y me prendía de una manera que no pensé que fuera posible, su cabello se le pegaban algunos mechones a la frente debido al sudor que provoco el esfuerzo que habíamos hecho, enmarcaba su fino y delicado rostro. Tenia los ojos cerrados y la boca ligeramente abierta, joder esos rosados labios estaban tan hinchados debido a la larga sesión de besos que hasta hace poco era participe. Me encantaba esta imagen de ella, nunca pensé que la pequeña sabelotodo mejor amiga de mi hermanito, se viera tan jodidamente candente en una situación así.

De pronto abrió los ojos desconcertada porque me detuve, la mire un poco sonrojado pues me había pillado mirándola.

—¿Que pasa Fred, porque te detienes?— Entorno los ojos y dijo lo más tranquila que pudo. Cosa que no logro pues estaba tan excitada que a kilómetros cualquiera podría darse cuenta.

—No es nada ratoncito, es solo que eres muy linda así— confesé a la par que le indicaba con la cabeza su cabello y su cara sonrosada. Volví a moverme dentro de ella, lo que ocasiono que su garganta dejara escapar un ligero gemido.

Besaba sus hombros para dar ligeros mordiscos en las clavículas, esta niña me volvería loco, ninguna chica había logrado que la pasara tan bien durante el sexo. Sentí sus uñas clavándose en mi espalda debido a la fuerza con la que entraba y salía de ella. Me excitó.

Tomé posesión de sus labios una vez más dándole una mordida y jalando su labio inferior a la par que ella terminaba pues sentí mi miembro muy mojado. Me encantó que le haya provocado su primer orgasmo a la sabelotodo. Dos envestidas mas y me corrí. Me desplomé por encima de ella, respirando con pesades esperando recuperar el aliento.

Sentí como sus pequeños y delgados dedos se envolvían en mi cabello haciendo círculos para calmarme. Le agradecí mentalmente pues ese movimiento sin duda ayudó.

Ambos nos arropamos con la manta de esa cama, y no entregamos a los brazos de Morfeo.

En brazos de un WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora