𝐏𝐚𝐝𝐫𝐢𝐧𝐨𝐬 𝐌𝐚́𝐠𝐢𝐜𝐨𝐬 ♡ 𝐓𝐨𝐦𝐚́𝐬 + 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐯𝐚𝐧

III

Un pequeño niño castaño se encontraba durmiendo profundamente soltando ronquidos altos mientras que el sol entraba por la ventana brindándole luz a toda la habitación.

-¿Listo Iván?- Preguntó uno de los peces de la pecera hacia su esposo.

-Listo Rodri.- Respondió el ya nombrado y ambos peces salieron de aquel lugar volviendo a sus formas de hadas.

-Uno, dos... ¡tres!- Contaron ambos al mismo tiempo viéndose mutuamente.

-Levántate Tomás.- Dijo Iván quien se volvió un reloj sonando fuertemente cerca al oído del infante.

-¡Aaaah!- Gritó el pequeño ante aquel susto y miró a su padrino con odio por haberlo despertado.

-Oh vamos Tomi, a pesar de tener padrinos mágicos...- Empezó hablando Rodrigo utilizando su magia para bañar al pequeño en segundos cambiándole la ropa de igual manera.

-No necesitas de nuestra magia para saber que tendrás un día aburrido en la escuela.- Comentó Iván cepillando los dientes del pequeño al igual que limpió sus orejas y lo dejaron listo para irse a estudiar.

-Yupi.- Comentó el niño con una expresión de odio al terminar saliendo de su cuarto bajando hacia la cocina donde sus padres desayunaban acompañados de Matías, ambos irían al autobús juntos por supuesto.

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-¡Ja! si no fueras tan pequeño lo alcanzarías.- Habló un chico alto castaño, más conocido como Rubén y para Tomás; su constante tormento, un niño un par de años mayor que él quien le hace la vida imposible al castaño y a sus amigos.

Rubén se encontraba con la gorra que utilizaba Tomás alzandola para que le fuera imposible alcanzarla mientras que sus amigos, Martín y Pedro lo veían saltando intentando agarrarla.

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-¡Bien chicos! hoy jugarán con los alumnos de séptimo así que ¡a sus posiciones!- Gritó el profesor mientras acomodaba a su clase de cuarto grado junto a los mayores a jugar fútbol.

Todos se acomodaron y en este caso Tomás quien fue el portero terminó recibiendo más pelotas en la cara de las que debería haciendo que su ojo se ponga morado para el final de la clase, la cual por suerte fue la última del día, cansado y con tierra en la ropa se fue de la cancha para dirigirse a la salida.

En esta ocasión Matías no lo acompañó ni siquiera hasta el autobús, según fue que se quedó estudiando con alguna amiga por lo que Tomás tuvo que irse solo bastante cansado de ese día, es que ni siquiera las primeras clases tienen algo que aportar, solo fue escribir lo del pizarrón.

-Como quiero regresar...- Habló después de bajarse del autobús para dirigirse hacia su casa pensando en porqué todos lo veían tan pequeño.

-Bueno... al menos soy grande para mis padres.- Murmuró y entró a la casa con la llave de su bolsillo la cual tenía un lindo llavero de Ben 10.

-Hola pequeño, adivina, nos vamos para el cine.- Habló emocionado el padre apenas vio a su hijo y abrazó a la madre.

-¿En serio? ¡que bien!- Se emocionó Tomás con una amplia sonrisa casi corriendo hacia su cuarto para cambiarse de ropa sin embargo su progenitor lo detuvo.

-Ah ah, ese "nos" no nos incluye a todos, ese "nos" significa tu mamá y yo.- Empezó a explicar el hombre y Tomás ladeó su cabeza.