El día 21 de Marzo Avery se encontraba con una camiseta de tirantes a rayas y un jeans negro ajustado que le llegaba a la cintura, sentada en su escritorio frente a la ventana mirando hacia el trailer del frente, mas específicamente a la ventana cerrada de la habitación de su vecino, sin expresión alguna, como si su mente se hubiera quedado en pausa. A pesar que la noche anterior se fue a dormir temprano, no logró pegar una pestaña hasta por lo menos las cuatro de la mañana.
Cuando escuchó los pesados y apresurados pasos de su padre aproximarse a su habitación fue que reaccionó y, sin saber que hacer para disimular, comenzó a mover su ventana como si está se hubiera atorado y hubiera estado todo ese tiempo tratando de abrirla. Según ella, la excusa perfecta para que su padre no se molestara por su tardanza.
Sin siquiera molestarse en tocar, su padre abrió la puerta de la habitación y le miró con una ceja alzada por la extraña posición que tenía la chica sobre el escritorio. Pero no lo comentó, pues la razón por la que entró era mucho más importante en ese momento, era tercera vez que iba a meterle prisa para que no fuese a llegar atrasada a clase.
—¿Qué haces ahí? Ya deja esa ventana en paz y termina de vestirte, vas a llegar tarde y no te puedo seguir esperando mucho más tiempo.
La tarde anterior, Avery venía de vuelta de la escuela y la cadena de su bicicleta se salió de su lugar, lo cuál ocasionó que cayera al piso justo en el momento preciso que su padre pasaba por el lado en el auto. Por lo que, al ver la situación, este se ofreció a llevarla al día siguiente para poder tener tiempo de arreglar la bicicleta.
Ahora se arrepentía de haber ofrecido tan cosa, pues por culpa de su hija llegaría atrasado el también al trabajo.
—Si vas atrasado solo vete, ya te dije que la bici está bien y puedo usarla.—dijo mientras se acercaba al armario para tomar una chaqueta de mezclilla con algunos parches de bandas esparcidos por la tela. Se la puso, se calzó sus converse ya bastante gastadas, tomó su mochila que estaba a un lado del escritorio, en el piso, y salió de la habitación pasando por un lado de su padre hacia la puerta de la calle.
—Avery Cunningham.—sentenció el mayor cuando la alcanzó, viendo cómo esta agarraba la bicicleta y se disponían a subirse a esta.—No te puedes ir sin desayunar.
—James Cunningham —le contestó de vuelta, con el mismo tono de voz y una sonrisa divertida.—voy atrasada a la escuela, y Chrissy me espera.—dijo lanzando un beso en forma de despedida y comenzando a andar por la calle en dirección a la escuela.
Le gustaba sentir el viento en su cara a esa hora del día, se sentía fresco, pero no al grado de sentir que se le congelaba la piel.
Aunque dicha sensación se limitó ese día, pues debía ir más lento de lo normal si no quería que la bicicleta se fuese a desarmar y esta vez quedar con el manubrio en la mano.En un rato ella llegó a la escuela, y, como si supiera que en ese momento iba a llegar, su prima Chrissy le esperaba en la entrada del edificio, abrazando sus propios brazos, y con una cara de afligida que cambió en cuanto le vió acercarse.
—Hey, Chrissy, ¿Por qué esa cara?— Preguntó la pelinegra a la chica rubia con uniforme de animadora.
—¿Qué cara?—Cuestionó de vuelta, como si quisiera decirle "estas imaginando cosas", y le sonrió de una forma que hasta parecía adorable.—Ven, vamos. Vas a llegar tarde de nuevo a historia si no te apresuras.
—Si, ya lo sé. Se supone que no tienes que recordarlo cariño.—dijo mientras entraban juntas al edificio. Tenían clases distintas, por lo que a la vuelta del pasillo, se separaron.
—¿Te veo en el almuerzo?—preguntó la rubia, a lo que su prima solo asintió balbuceando un "seguro" mientras comenzaba a trotar hasta el salón.
Se maldijo a si misma cuando se le ocurrió ver la hora en su reloj. Estaba atrasado 10 minutos en comparación al de la pared del salón. Lo que significaba que había llegado a la hora exacta en que comenzaba la clase. Lo que quería decir que tendría que estar sentada durante la clase entera un puesto adelante de Munson, tragando los bichos alados que los nervios provocaban en su estómago al estar cerca de él y que amenazaban con salir volando por su boca en cualquier momento.
[...]
La clase transcurría con calma, algunos luchaban por mantenerse despiertos en una clase de historia a primera hora del día, otros se tiraban papelitos o se pasaban notas en silencio cuando el profesor no veía, este mismo era un anciano que estaba apoyado frente al escritorio leyendo un texto en voz alta.
Eddie...el hacía cualquier cosa, y de vez en cuando miraba la nuca de Avery unos segundos y luego seguía garabateando dibujos en su cuaderno o mirando por las ventanas del salón. La chica por su lado luchaba por mantener su concentración en la voz del profesor mientras rogaba porque esta vez su compañero de atrás no comenzara a discutir con el profesor de nuevo.
Avery anotaba en su libreta todo lo que le parecía importante recordar de aquella clase cuando, de a poco y cada vez más fuerte se comenzaba a escuchar el golpeteo del lápiz de Eddie contra el pupitre, llevando el ritmo de lo que ella reconoció como "Rock You Like A Hurricane". En pocos segundos sucedió lo que ya toda la clase esperaba.
—Y así fue como los inmigrantes británicos fundaron las Trece Colonias en la costa atlántica del subcontinente norteamericano- Señor Munson, si va a estar interrumpiendo mi clase nuevamente le sugiero que mejor no asista.—se interrumpió a si mismo el profesor con una cara de pocos amigos y quitando los anteojos de su cara para mirar a Eddie.—Si tanto se aburre, nadie le impide salir de la clase.
El chico se quedó en silencio un momento, sabía que si se quedaba, de todas formas seguiría sin entender nada de esa clase, y por otro lado, si salía una vez más de esa clase, corría el riesgo de volver a suspenderla y sería una oportunidad menos de intentar hablar con Avery aunque fuera unos segundos. Aunque de todas formas, siempre decidía que mejor no le hablaría porque no sabía que decirle.
El profesor siguió con la clase, y una nota se deslizó por el lado del brazo de la de ojos verdes y aterrizó sobre su mesa.
"¿Debería quedarme o debería irme?"
Ponía en la nota con lo que, claramente, era la mala caligrafía de Eddie.
Y por culpa de los nervios, o quizá del rencor, lo que la chica dijo sonó bastante rudo.
—Opino que deberías callarte de una maldita vez y dejarme en paz.—soltó sin siquiera mirarle.
No tenía muy claro si lo había pensado o lo había dicho en voz alta. Pero a juzgar por las miradas sorprendidas de sus compañeros y el profesor que estaba rojo de ira, apostó por la segunda opción.
—Suficiente. Señorita Cunningham, fuera de mi clase.—Estaba realmente enojado, y ahora ella también.
Estaba segura que Eddie le detestaba por alguna razón, pues, su lógica, era que le había hecho hablar a propósito para que el castigo le llegara a ella.
Nada más alejado de la realidad, él solo quería tantear el terreno para saber si podía hablarle o no. Solo que no había salido como el chico hubiera esperado.
Sin más remedio, bajo la atenta mirada del profesor de historia y los ojos culpables de Eddie, agarró si mochila tan rápido como pudo y salió del salón.
El día prometía ser largo.
Caminando por el pasillo, se encontró a Robin Buckley, una chica que conoció en la heladería del Starcourt hace ocho meses. Si, vivió la tragedia, así como vivió el desastre del Demogorgón el año anterior, cuando comenzó una extraña amistad con unos chicos tres años menores y una niña con poderes.
Saludó a la que ahora podía llamar su amiga más reciente y decidió que, ya que la habían sacado de clase, sería buena idea ir a ver cómo practicaba con la banda escolar para el partido de esa noche.
Así que, sentada debajo de las gradas para no ser vista por algún profesor, se quedó observando a su amiga y cómo esta coqueteaba con Vickie, una chica pelirroja con la que, sinceramente, la pelinegra creía que harían una muy linda pareja.
Aunque luego de un rato le fue inevitable volver a enfadarse con Eddie al recordar lo sucedido en clase.
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If only you knew
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If only you knew 『Eddie Munson』
Fanfiction❝Si tan solo lo hubiera sabido antes no hubiera perdido tanto tiempo.❞ Avery Cunningham, de 17 años, vive enamorada de su vecino, Eddie Munson, dos años mayor, desde que este llegó a vivir junto a su tío en el parque de caravanas de Forest Hills en...