• 𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆

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CAPÍTULO 7.
MADRUGADA 1/?

"2:35 am"

Esa era la hora que marcaba el reloj de su mesita de noche de Victoria, hizo una mueca de pereza, rascándose la mejilla mientras que la otra mano buscaba el móvil que recordaba haber dejado bajo de alguna de las múltiples almohadas que tenía en la cama. ¿Quién carajos marcaba a esas horas? pensaba irritada la pelirroja, planeando en como asesinar de mil maneras al imbécil que le jodió las horas de sueño que tanto amaba tomar en la vida tan atareada que ella poseía.

Cuando su mano por fin encontró a la pequeña máquina que no paraba de vibrar y sonar, con los ojos entrecerrados analizo el porqué el nombre de "Aurora" aparecía en primer plano en la llamada que entraba, ¿Desde cuándo eran tan buenas amigas para que la llamara a esa hora?, cuando estaba decida a colgar su adormilado cuerpo no dio bien la orden y terminó contestando, escuchando la voz ebria al otro lado de la línea.

─¿Leo?, ¡Leo!, Ven por mí, te necesito, no encuentro a Cowen, nos separamos y yo ya me quiero ir, por favor ven por mí, te lo ruego ─la voz apenas entendible del acuario hacía que la pelirroja realmente pensará si ir por ella, por como la llamaba suponía que se equivocó de número, antes que pudiera decir algo la llamada se colgó.

No tenía el número de Leonardo, como para decirle sobre ese problema de Aurora, no tenía de otra más que ir a ayudar a una chica borracha. Se levantó con toda la pereza del mundo, ni su cuerpo quería salir de la suave cama, con toda la voluntad que tenía camino hasta la salida del cuarto, cuando termino de bajar las escaleras escuchó ruido en la cocina, sin mucha preocupación se dirigió a ese lugar. Vivía en un buen vecindario y tenía seguridad, claro que sería difícil que un ladrón entre.

─¿Qué haces a estas horas en mi casa, maldito mapache? ─preguntó elevando una ceja acusatoria a su primo que se volteó sorprendido teniendo en manos una lata de cerveza y en la otra una manzana, le sonrío divertido a su familiar.

─Nunca me fui, me quedé dormido en la sala cuando vine a ver películas contigo y bueno, me dio hambre ─se justificó con tranquilidad dando una mordida a la fruta en su mano, de manera casual, frunció el ceño al ver en pijama a la contraria─ ¿tú a dónde vas?, nunca saldrías de cama a esta hora si no es una emergencia.

─Aurora me marcó por accidente creyendo que era Leonardo, me pidió que la lleve a su casa, antes que pudiera explicarle que se equivocó, me colgó y ya no contesta llamadas ─blanqueo los ojos, irritada por la confusión de esa borracha─ en conclusión, me iré a buscarla, vamos, tú estas más presentable que yo para bajar del auto ─señaló su vestimenta que por quedarse de dormilón no se cambió, sigue igual que como llegó a la casa.

Ambos se dirigen al auto, ya dentro se colocan los cinturones, al prender el vehículo se queda estática la conductora al recordar que Aurora no le dio la ubicación, volteando a ver a Ean con preocupación, este le mira con tranquilidad esperando que hable.

─No sé dónde está Aurora, nunca me dio ubicación, ¿Hay muchos lugares a donde ir a esta hora? ─preguntó preocupada llevando la uña entre los dientes, dando una ligera mordida intentando aliviar los nervios.

─Calma, ahora pregunto si alguien sabe ─ comenta sacando su celular, su semblante tranquilo conforme va pasando más tiempo chateando con quien le mando mensaje, se va contrayendo, los labios de este se arrugan en un pequeño puchero─joder─gruño apretando el celular entre sus manos, olvidando cuál era su misión desde un inicio.

Corazones flechados |ZodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora