8

93 10 0
                                    

Una secretaria entró por la puerta de la clase, ella dijo mi nombre, el profesor dio su aprobación para que yo pudiera salir y así hice. Caminé por el pasillo hasta la secretaría, la mujer me dio un teléfono, haciéndome entender que había una llamada para mi.
—¿Si?
—Ivy
—¿Que quieres, mamá?
—No me hables así
—No he dicho nada malo
—Que no me contestes— yo suspiré
—¿Pero se puede saber para que me llamás y en clase?
—Tienes que buscarte un trabajo
—¿Que?
—No voy a poder seguir mandandote dinero, ya eres mayorcita
—Aun soy estudiante
—Te buscas uno de tardes
—Per-
—Nada de peros, lo harás o te quedarás sin nada— una lágrima cayó por mi mejilla
—No lo entiendo, ¿por que me haces esto?
—Ivy, no empieces
—Dejas de mandarme dinero sin ningún motivo, por que puedes hacerlo perfectamente. Solo dejas de enviármelo por que ya soy "mayorcita". No sabes nada de mi, no sabes si soy mayorcita. Nunca me dejas contarte nada.
—Vale, ¿que quieres que te haga preguntas? ¿Que te interroge?
—No, solo que no sabes nada de mi vida, llamas una vez cada 3 meses y para hablarme de ti, nunca de mi
—¿Y que es lo que yo no sé?
—Pues por ejemplo, me gusta un chico
—¿Que?— dijo histérica —¿Cuantos años tiene?
—¿Y eso que importa?
—Respondeme
—19
—¿Como?— volvió a gritar —Es mayor de edad y tu no
—Solo son 2 años
—Pero lo es, y tu no sabes nada de el amor, eres muy joven
—¿No que era mayorcita? ¿Acaso tú sabías cuando te enamoraste de papá?
—Eso es distinto. Tienes que terminar lo que tengas con ese chico
—Pues si, si es distinto, por que yo sí voy a saber querer a este chico, no como tú hiciste con mi padre— Ella colgó al instante. Colgué el teléfono aún con mis manos temblando y lágrimas brotando de mis ojos. Caminé por el pasillo hasta la clase y entré secando mis lágrimas. Me senté en la mesa como si nada hubiese pasado bajando mi cabeza para que nadie viera mi cara.

...

Fuí hasta la biblioteca y escribí mis pensamientos e ideas en la libreta dejando llevar mis emociones aún llorando en silencio. Una mano se posó en mi hombro. Me giré muy asustada.
—Lo siento, no quería asustarte— rió Munson. Yo sequé mis lágrimas rápidamente. —¿Estas bien?
—Si— dije tartamudeando la 's'
—Ey, dime que te ocurre— acercó una silla al lado de la mia y se sentó a mi lado. Apoyó sus manos en mis muslos y me acarició suavemente. Yo agaché mi vista. —Ivy, porfavor— agarró mis manos con las suyas y me acarició con sus pulgares. Yo sujeté una de sus manos y jugué con sus anillos entre mis dedos.
—Es mi madre, ella me llamó antes— dije mirando sus anillos mientras los movía entre mis dedos.
—¿Por eso entraste así en clase?— yo asentí
—Ella nunca pregunta por mí, solo me llamó esta vez para decirme que ya no me iba a mandar más dinero, que tenía que trabajar. Y yo le solté que me gustaba un chico. Y eso no le gustó, dijo que era muy joven para enamorarme. No me importa el dinero, solo me gustaría que las cosas con mi madre no fueran tan complicadas.
—Ven, vamonos— recogió mis cosas y las metió en mi mochila, después pasó su brazo por mis hombros y me abrazó. Caminamos escapandonos del instituto hasta el bosque. Llegamos hasta la mesa cerca de donde nos encontramos la primera vez y allí dejó mi mochila. Aún sujetandome, me abrazó poniendo mi cabeza en su pecho. Otra lágrima cayó sobre su camiseta. Reforcé el abrazo con mis brazos. Me sentí segura en sus brazos. Solo quería quedarme ahí para siempre.
—¿Estas mejor?— dejó un beso en mi cabeza
—Gracias, Eddie
—¿Por qué?— soltó una pequeña risa
—Por hacerme sentir así, nunca nadie lo había hecho— él acarició mi hombro
—Una pregunta
—¿Si?— separé mi cabeza de su pecho para ver su cara
—¿De verdad te gusta un chico?— su expresión era seria
—Creo que si
—¿Y como es ese chico?
—Es alto y mayor que yo, tiene el pelo rizado y lleva tatuajes, sus ojos me vuelven loca. Y siempre lleva anillos. Huele a colonia y a cigarrillos. Tiene el mismo gusto musical que yo y toca la guitarra, cosa que le hace aún más atractivo. Me gusta mirar las facciones de su cara, los hoyuelos en sus mejillas cuando me sonríe— Eddie sonrió tímido mientras hablaba —Si, justo esa sonrisa. Y me encanta, nadie nunca me ha gustado de la manera que me gusta él— Munson sujetó mi cara con ambas manos y se acercó hasta quedar a pocos centímetros de mi
—A mi también me gustas, no sabes cuanto. Y quiero besarte ahora mismo. ¿Puedo besarte, Ivy?— yo asentí muchas veces ansiosa por querer sentir sus labios con los mios. Se acercó lentamente hasta juntar nuestras bocas. Las movimos al mismo ritmo, sincronizando nuestras respiraciones. Acerqué su cuerpo al mío tirando de su cinturón y dejé varios besos sobre sus labios y la comisura de ellos. Después nos separamos, yo sonreí, él hizo lo mismo limpiando algunas de mis lágrimas. Un crujido sonó detrás de mí, me giré asustada aún sujetando el cinturón de Eddie. Él miró también rápidamente. Otra vez Jason y su grupo, estropeando todo como siempre.
—Eddie Munson, que bueno verte— sonrió intimidante, caminando hasta nosotros
—¿Que mierda quieres?— Eddie suspiró
—Tu y yo tenemos una cuenta pendiente, y veo que está aquí tu perrita— me miró. Eddie me soltó y caminó enfurecido hasta él. Yo le frené con mi brazo. Y di un paso hacia Jason.
—Ya veo que tu también te has traído a tus perritas— dije dando una mirada a sus amigos. Eddie río por lo bajo.
—Anda, pero si la pequeña idiota sabe hablar— Jason rió dándome un empujón. Mi sangre hervía. Munson caminó hasta él lentamente y cuando estaba lo suficientemente cerca puso un dedo sobre su hombro.
—No te atrevas a tocarla— le miró enfurecido
—¿O si no que?— volvió a reír y caminó hasta mi. La respiración de Eddie aceleraba apretando su mandíbula. Jason, en un movimiento rápido puso su mano y apretó uno de mis pechos, yo aparté su mano con un golpe. Eddie intentó correr hasta él, pero los amigos de Jason le sujetaron y tiraron de él hacia atrás para que no se moviera. Jason, sintiéndose poderoso caminó hasta él, se puso justo delante mientras Eddie intentaba soltarse del agarre.
—¿Que pasa? ¿Te molesta que toquen a tu muñeca? —Eddie apretó sus puños con fuerza, respirando muy hondo —Está buena, ¿verdad? Eddie gruñó marcando las venas de sus brazos y cuello mientras los amigos de Jason aferraban el agarré a sus brazos.
—Jason— espeté. Él se giraba lentamente para mirarme, yo puesta justo detras de él, estampé mi puño en su nariz antes de que le diera tiempo a mirarme. Le observé mientras subía su cabeza, limpiando la sangre de su nariz. Eddie sonrió orgulloso.
—La verdad es que si estoy buena— sonreí
—¿Ahora le defiendes tu a él?— se acercó hasta mi rápidamente intentando darme un golpe con su brazo. Lo esquivé agachando mi cuerpo. La verdad que eso fue suerte. Jason intento darme otro golpe de nuevo, pero sin antes dejarle tiempo, le di una patada en su entrepierna. Él cayó al suelo estremeciéndose de dolor. Me acerqué hasta sus amigos, que aún sujetaban a Eddie. Ellos le soltaron de inmediato cuando les miré amenazante.
Ayudaron a Jason a levantarse y salieron rápidamente corriendo hacia el instituto. Les miré desde lejos viendo cómo se marchaban.
Unos brazos rodearon mi cintura y los labios de Eddie besaron mi mejilla. Sonreí como una idiota. Sentí el roce de sus labios en el lóbulo de mi oreja, mi cuerpo se tensó y quedé paraliza.
—Eso que has hecho me ha vuelto loco— mi respiración agitada se escuchaba entre nosotros —Y quiero decirte algo— posó un suave beso en mi cuello, mi piel se erizó al instante— Quiero ser tuyo, Ivy — pasó sus dedos por mi antebrazo de la manera más atractiva, aún a mis espaldas. El roce de sus yemas estremeció mi cuerpo. Sus palabras paralizaron mi corazón, que ahora sentía en mi garganta. —¿Puedo ser tuyo?— penetró cada palabra en mí oído. Giré de la manera más lenta mi cabeza para apreciar su rostro. Miré sus ojos una y otra vez, seguido de sus labios.
—Solo con una condición— él miró mis labios con deseo
—¿Cuál?— volvió a acariciar mi brazo
—Que yo también sea tuya— sin más tiempo que perder agarró mi cintura girandome y plasmando sus labios con los mios. Seguí el beso sin pensarlo. Él bajó sus manos hasta mi culo y me subió a él, haciendo que enrollara mis piernas en su cuerpo, aferrando mis dedos a su pelo. El húmedo beso siguió hasta que noté mi espalda apoyada contra un arbol. Nos despegamos respirando hondo. Él sonrió pícaro mirándome.
—Mi chica

𝐘𝐎𝐔𝐑𝐒 ↺eddie munsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora