–Solo te pido que me perdones– dije, intentando contener las lágrimas, aún seguía destruida por dentro. Era la única culpable de todo lo que le había pasado a Camino y el remordimiento de conciencia no me dejaba en paz. Sabía de sobremanera que aunque había dado mi brazo a torcer, no sabía si iba a ser suficiente.
Mi corazón de Madre me había impulsado a hacer una de las cosas que me negaba, llamar con urgencia a esa mujer y rogarle que viniera por mi hija.
En ese espacio de tiempo en que supliqué a Camino que me perdonara, pasó por mi mente cada una de las palabras que dije a Maite en esa llamada. Quizá intentaba de cierta forma, que Camino las escuchara, aunque estuvieran solo en mi mente. Creo que de haber conocido lo que dije, ella me hubiera perdonado sin dudarlo.
–Bueno, ¿Maite?– Un silencio ensordecedor se escuchó del otro lado de la línea, supongo que reconoció mi voz y no podía creer tremenda osadía. –Maite soy... Felicia– dije con un hilo en la voz.
–Doña Felicia– dijo haciendo una breve pausa – Me sorprende demasiado su llamada.
–Sé que Jamás esperaría escucharme de nuevo – dije intentando contener mis nervios al escuchar la voz de la pintora. Sentía una gran contrariedad en mis palabras. Había sido tan injusta con ambas, que sentía casi como una incoherencia recurrir a ella.
–¿Camino se encuentra bien?–Dijo con un tono preocupado.
No pude contener las lágrimas ante su pregunta y comencé a sollozar sin control frente al teléfono. Tenía el alma en mil pedazos. Mi hija, mi pobre hija estaba al borde de tener un destino fatal y yo no sabía de qué manera expresarle a la pintora que la necesitaba para salvarla.
–¿Doña Felicia, está todo bien con Camino?- Dijo cada vez más preocupada del otro lado de la línea
–No Maite, no hay nada bien– Contesté luego de reponerme un poco.
–¿Qué quiere decir con que no hay nada bien?– era realmente notable su preocupación
–La necesito Maite – Dije suspirando profundamente – La necesito aquí lo antes posible. Por favor, perdone cómo la traté, merezco un castigo de Dios. Pero por favor, no piense en el rencor que pueda tener contra mí, solo hágalo por Camino– dije implorándole.
–Pero, ¿qué ha pasado?– Dijo levantando un poco la voz, podía sentir su desesperación.
–Su esposo...– Hice una breve pausa y tragué saliva. – Ildefonso falleció, se quitó la vida– Escuché cómo su respiración se detuvo.
–Él no podía continuar con tal mentira y sé que mi hija lo apreciaba, aunque no lo amara– Continué intentando soltar lo mejor posible las palabras.
De repente un sobresalto de angustia me llenó el cuerpo entero y no pude controlar más mi postura.
–¡Maite!– Levanté la voz – ¡Ella se va a quitar la vida en cualquier momento! – Dije con tal desesperación que inevitablemente comencé a llorar de nuevo.
–¡No! Doña Felicia no diga...
–¡SÍ, SÍ LO HARÁ!– Grité desconsolada, interrumpiendo su respuesta. – Lo hará porque le arruiné la vida. Arruiné su corazón intentando forzarla a algo que sabía sería su muerte. Fui una egoísta, una completa egoísta. Pero es que no lo comprendo, no puedo comprender cómo Camino se enamoró de usted, cómo fue eso posible, las mujeres no pueden amarse entre ellas, no de esa manera– Mi desesperación era tal que perdí todo control de mi ser.
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One Shot - El día de tu partida
Fiksi PenggemarEl debate interno de una madre es uno de los procesos más difíciles que se pueden tener. Saber que el destino de tu hija está por fuera de los cánones de la época, llega a debatir tus realidades más profundas. La felicidad y la tristeza se debaten...