Capítulo 63

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LILITH

El caos comenzó...

«Código azul en terapia intensiva». «Código azul en terapia intensiva». «Código azul en terapia intensiva».

Oímos por los altavoces del hospital, todos nosotros, la familia, nos levantamos de las sillas de espera y dejamos de reclinarnos en la pared, justo cuando intenté acercarme a Valeria para preguntarle por el hombre enmascarado que estaba con ella, y enfermeras y doctores se dirigieron a la habitación «202». Mi sexto sentido se agudizó, ¡es la habitación de Juan!

Me hice a un lado, y dejé que la camilla en donde transportaban a Juan, fuera al elevador. El rostro irreconocible, vendado, cortado, hinchado y morado de Juan jamás abandonará mi mente. Aguanté las ansias de vomitar, creí que me desmayaría, pero el chillido desolador de Patricia me hizo volver en mí y dejar de concentrarme en la sangre, en ese olor metálico que me vaciaba el estómago y provocaba mareos nivel alta mar.

Los sigo de cerca, pero me mantengo al margen de la situación. Una parte de mí cree que necesita mantenerse en segundo plano. Aunque estoy segura de que la Lilith mala que habita en mí está profundamente dormida, no quiero levantar sospechas. Sé que le parecerá satisfactorio que Juan esté muriendo.

—Esperen, esperen, ¿qué está pasando? —pregunta con desesperación mi prima Patricia, intentando correr detrás de la doctora Parker, la encargada del caso.

—Señora, apártese —dice amablemente, pese a la presión en el ambiente.

Tía Nancy sostienen sus hombros y la abraza. Vemos cómo algunos abordan el elevador que conduce a la planta de operaciones, y otros se quedan para tranquilizar a la masas (mi familia) que se abalanzan para conseguir respuestas. Yo me quedo atrás, lejos, en un plano en blanco y negro que se desvanece sin intentar integrarse a un grupo que no puedo seguir pretendiendo que es mi familia.

Puede que haya acabado con mi remordimiento, y esté un poco más liviana por mis confesiones, pero eso no calla a la voz de mi consciencia, esa razón que dice lo que debo hacer por mi familia. Debo alejarme de ellos, necesitan sanar y yo también, pero no podré hacerlo con o sin su apoyo. La verdad, jamás he necesitado de nadie para controlar mis instintos, siempre he sido yo sola contra el mundo, mamá vive ignorando mi oscuridad, y para Abel será su perdición seguir intentando mantener mis piezas juntas.

Me retiro en silencio, en paz, sabiendo que esto es lo correcto, consciente esta vez de que jamás perteneceré a ningún grupo que muestre empatía o amor hacia otros.

Pero eso es bueno, no todo es para todo el mundo, algunos fuimos hechos para seguir caminando; gente como nosotros no tiene una casa. Soy un lobo solitario que le gusta caminar a oscuras y por lugares en donde asecha la muerte. En este lugar en particular no es buena idea que camine sola, en especial porque ahora sé que hay un asesino suelto, pero quizá pueda —y si tengo buena suerte, bueno, depende de cómo lo mires— toparme con ese hombre si todavía sigue por aquí, y suplicarle que me mate de una buena vez.

Nunca mejoraré, mi familia jamás estará unida porque son incapaces de perdonar, y no soy de fingir ser una chica normal hasta llegar a mis noventa años, tampoco de estar en una silla o depender de medicamentos. No sé lo qué soy, pero tal vez pueda descubrirlo minutos antes de mi muerte, después de todo, sería bueno ver mi vida desde otro ángulo cuando esté a segundos de inhalar mi último aliento.

Me detengo en el estacionamiento del hospital, con las manos metidas en los bolsillos de mi chaqueta de mezclilla, erguida, lista para enfrentar mi destino. Si tengo que morir ahora, que sea con un poco de dignidad.

—Sé que estás ahí —digo en voz alta, lo suficiente para que pueda oírme—. Ya sé quién eres, así que aquí estoy. —El miedo roe mis huesos y pone a latir mi corazón—. Eres la misma persona que me envió esos mensajes y me tomó esas fotos, eres quien puso a Juan en el hospital, ha estado molestándome desde que ingresó, y el que le entregó esas pruebas a Mario —los nervios y el temblor en mi voz son evidentes, pero no claros; a pesar de que me estoy orinando en los pantalones, me mantengo como un soldado.

¿Se pueden querer a dos personas al mismo tiempo? [POLIAMOR #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora