Capítulo 29

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Julian Parker

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Julian Parker

—Hey, cálmate, por favor —escucho que dice Cassiel con voz temblorosa.

Estoy caminando de un lado a otro en la recámara. Me paso las manos por la cabeza, aunque estas me tiemblan mucho. Creo que estoy teniendo un ataque de pánico.

Todo iba bien el día de hoy, no entiendo cómo es que de la nada la noche se convirtió en un desastre total.

Fue realmente desgarrador ver a Austin de aquella manera, especialmente porque me recordó a mí de alguna forma. Me recordó a cosas que había superado hace ya mucho tiempo. No pensé que todavía algo como eso podría afectarme.

—Julian, por favor —mi prometido volvió a hablar, tratando de llamar mi atención. Aunque lo estaba escuchando, era como si estuviera muy lejos. Es decir, lo escucho, pero no le entiendo del todo—. Amor, respira.

—No puedo —solté casi en un hilo de voz mientras descendía hacia el suelo. Me senté en este, apoyando mis codos sobre mis rodillas y llevando mis manos a mi cabello, tomándolo con fuerza—. Cass...

—Mi vida, quiero que me digas algo, ¿Bien? —pidió mi futuro esposo, arrodillándose para acercarse a mí, por supuesto a una distancia prudente para no tocarme—. Cuéntame, ¿Cómo nos conocimos?

Intenté tomar aire, aunque sentía que este no llegaba a mis pulmones. Las lágrimas estaban rodando por mis mejillas sin control alguno, como si jamás fueran a parar.

Intento concentrarme lo suficiente para responderle a Cass, pues sé que está intentando ayudarme para que pueda calmarme. Esta vez me está pidiendo que le responda algo más elaborado, probablemente porque quiere que mantenga el ritmo de una conversación hasta que pueda tranquilizarme.

—Tú entraste a... —negué con la cabeza, en cambio Cass asintió, animándome a seguir—, al salón de Eloy —volví a negar desesperadamente con la cabeza—. Cassiel, no puedo.

—Yo te voy a ayudar —me aseguró, acercándose aún más hasta donde yo estaba, hasta que la punta de sus zapatos chocaba con la de los míos—. Yo entré, esperando que Eloy estuviera ahí, pero me llevé una sorpresa al verte a ti, especialmente porque no te conocía.

—Eloy me había pedido que te esperara —pausé un segundo, tratando de tomar más aire, porque se sentía como si me ahogara—. Entonces me presenté.

—Cuando estabas haciéndolo te interrumpí, diciendo que eras el Elemental de mi papá —me recordó, siguiendo la conversación, pues yo había parado—. En cuanto dijiste tu nombre, supe quién eras. Me pareciste muy guapo y me quedé viéndote a los ojos porque me cautivaron mucho.

—Te pregunté qué tanto me veías —solté aire con fuerza, sintiendo que mis manos temblaban tan solo un poquito menos, aunque mi corazón seguía igual de acelerado—, así que me dijiste que mis ojos eran muy lindos. Yo respondí que los tuyos lo eran más.

La Unión {Elementales III}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora