Despierta

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Capítulo 4




Despierta






Harry exhaló profundo mientras estiraba su cuerpo, se sentía cansado, tenía semanas que no dormía en una cama ni salía a caminar. Nadie pudo convencerlo de que usara el diván de la habitación, ni que saliera a dar un paseo o a relajarse, él no se despegaba de la silla junto a la cama de su hijo. Nunca se perdonaría no estar pendiente de los pocos momentos en que Archie despertaba.


Amaba demasiado sus ojos negros tan dulces como para perdérselos, sobre todo cuando sabía que muy pronto dejaría de verlos para siempre.


Era de madrugada cuando Archie despertó, y como siempre, lo primero que hizo fue preguntar por Severus.


— Vendrá mañana, amor. —le prometió Harry mientras peinaba el frágil cabello de su hijo.

— Papi... dile que venga... ahora. —pidió con ahogada debilidad—. Necesito... verlo.

— Te prometo que le enviaré un mensaje, pero procura descansar, él querrá verte fuerte.

— ¿Ya... no me... quiere? ¿Porqué no...vie-ne?

— No digas eso, hermoso, Severus te ama muchísimo, pero está preparando una poción muy especial para ti.


Archie quiso sonreír pero no pudo, sólo una triste mueca apareció en su rostro provocando que Harry sufriera más por él.


— ¿Quieres que llame al doctor Taylor?

— No. —dejó sujetando la mano de Harry con sus escasas fuerzas—. Papi... voy a morir.

— Angelito mío, por favor no vuelvas a mencionar algo así, te dije que papá te está preparando una poción, te sentirás mejor muy pronto.

— Ya no... no quiero pociones... quiero verlo.


Harry se tragó sus lágrimas, no iba a llorar frente a su hijo por más que sintiera morir de tristeza al verlo tan decaído. Tuvo mucho miedo de que en verdad no soportara más y muriese sin poder ver nuevamente a Severus, así que se incorporó armándose de valor. Buscaría a su esposo y lo traería de regreso.


Pero no hubo necesidad. La puerta se abrió y precisamente Severus apareció en ella llevando consigo una amplia caja de metal plateado que dejó sobre una mesa antes de acercarse a la cama.


Archie ya había estado a punto de volver a dormirse cuando sintió la presencia de su padre, hizo un esfuerzo sobrehumano para poder mantener los ojos abiertos mientras extendía sus débiles brazos hacia él. De inmediato Severus le abrazó, procuró hacerlo con cuidado, en el tiempo sin verlo la imagen de su hijo se había deteriorado demasiado como para no notarlo.


— Papá. —suspiró el niño con placer al verse envuelto en el cálido abrazo paterno.

— He vuelto, mi niño hermoso, extrañé mucho estar contigo.

— Pero viniste... te amo.

— Y yo a ti. Te prometí no dejarte nunca y voy a cumplirlo. Hoy regreso con la promesa de que pronto podrás abandonar este hospital.


Pero Archie ya no pudo escucharlo, su debilidad le obligó a quedarse dormido. Suavemente Severus lo acomodó en la cama arropándolo con cariño. Luego miró a Harry quien ahora le observaba expectante y emocionado.


— ¿Lo conseguiste? —apremió el joven de ojos verdes.

— Sí, lo hice.


Harry rodeó la cama hasta donde estaba Severus colgándose feliz de su cuello, creyó que nada podía quitarle la alegría de saber que pronto su hijo estaría curado, pero cuando sintió lágrimas humedeciendo su cuello comprendió que para Severus no era una solución totalmente feliz.


— No llores, amor. —le susurró enamorado—. Vas a ser muy feliz con nuestro hijo.

— Y lloraré hasta mi último suspiro por el hombre que amo, ¡nunca, Harry, nunca podré perdonarme por no haber podido salvarte también a ti!

— Pero me has salvado. —replicó con cariño—. Me has salvado de una vida donde odiaría tener un corazón. Yo ya tuve demasiado, te tuve a ti y a tu amor, me has hecho muy feliz desde que me confesaste que me amabas y ya no creo poder serlo más, me diste todo, mi amado Severus, incluso me estás dando el mayor de los regalos que es poder volver a darle vida a un alma tan buena y pura como la de nuestro Archibald, nuestro muy valiente bebé hermoso.


Severus no respondió, buscó los labios de Harry besándolo con intensidad, necesitaba impregnarse de su sabor y tatuarlo para siempre en su memoria porque sin esos recuerdos, no podría vivir.


Harry le correspondió por varios minutos pero luego le condujo al diván, Severus lucía más fatigado que nunca, tenía ojeras muy marcadas y estaba seguro de que había perdido algunos kilogramos.


— ¿Cuándo lo haremos? —preguntó Severus aceptando recostarse pero llevando a Harry consigo, le era imposible soltarlo en esos momentos.

— Hoy mismo. —dijo con seguridad—. Ron y Draco vendrán en cuanto amanezca, ellos ya están enterados del plan y logré convencerlos de que nos ayudaran.

— No quiero imaginar cómo reaccionaron.

— No, mejor no. Prefiero que descanses, aún falta un par de horas para que amanezca, debes dormir un poco, cariño.

— Con una condición: no dejes de abrazarme.

— Lo prometo.


Harry cumplió su promesa y se quedó recostado en el abrazo de Severus, acariciando su rostro, amándolo más que nunca por haber hecho el mayor sacrificio del mundo a cambio de salvar a su pequeño hijo.


Juraste no dejarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora