Viernes 19 de julio de 2019
𝓢𝓪𝓲𝓭
Cuando tenía ocho años, un compañero de clase se robaba mis jugos de manzana durante el receso y también, en una ocasión, me pegó una goma de mascar en el pantalón. Jorge Aníbal se llamaba, y desde aquel momento fue atribuido a mi eterno odio. No solamente era aquella acción quien me hizo odiarlo, sino su comportamiento agresivo hacia todos, le hacía berrinche a su mamá en la entrada del internado después de los fines de semana y jamás obedecía a los maestros.
Aún con todas esas peculiaridades, llegaría a tolerarlo antes que a este tipo.
Antonie Villalba.
Han pasado un par de días desde que aclaramos unas cosas con Enric, sin embargo, aunque creí que las cosas continuarían con normalidad, es inevitable fijarme en los detalles. Hay días en donde todo parece normal, reunirnos a almorzar algunos días, charlar un poco de proyectos y demás. Pero, hay días en donde hay cambios, como las marcas oscuras más evidentes bajo sus ojos, la tensión en su mandíbula, su cabello más desordenado de lo habitual y el cuello de su camisa con algunas arrugas.
Esos cambios suelen darse cuando la semana está a punto de terminar. Cuando llega tarde para almorzar o para tomar el autobús de regreso, e incluso al tardar en responder los mensajes. El sonido de nueva notificación me hace despegar mi vista de la cafetería en donde los chicos disfrutan de sus almuerzos dejando dos lugares. Enric ya ha almorzado en algunas ocasiones con nosotros, y a los demás les ha empezado a agradar su presencia.
"No podré almorzar con ustedes hoy" —Enric.
Me apresuro a teclear:
"¿Algún examen?" pregunto, después de todo ya se acercan las primeras evaluaciones en la facultad de medicina.
"No, estoy trabajando en un proyecto" —Enric.
Recuerdo lo que me había comentado la tarde pasada, mientras viajábamos en el autobús. Y de la fecha próxima de entrega del proyecto en el que había estado trabajando la última semana.
"¿Puedo ir a ayudarte? y te invito al almuerzo"
Quizás no debería ser tan insistente, puede que prefiera hacer las cosas por su cuenta. Aunque en parte es para devolverle el favor de las veces en que me ha ayudado con algunas cosas.
"Está bien, salón 507 del edificio A5" —Enric.
No puedo evitar sonreír, no sé una mierda de arquitectura, así que no sé cómo lo podré ayudar. Pero, es gratificante que no haya rechazado mi inservible ayuda.
Me dirijo hacia los chicos, que no tienen mucha prisa en terminar de comer mientras platican.
—¿Y bien? ¿Ya vendrá?—pregunta Noel, aún mientras mastica un trozo de carne.
—Está muy ocupado con un proyecto, iré a ayudarle un poco.
La ceja interrogante de Miguel es muy evidente.
—¿Sabes algo de arquitectura?
—Por supuesto que no, pero de algo serviré.
La carcajada de Noel no es de extrañar.
—Los veo después—me despido.
—Nos vemos, saluda a Enric de nuestra parte—menciona Fran, me limito a asentir antes de alejarme.
No olvido pedir dos almuerzos con algo de variedad, para luego dirigirme a esa enorme facultad vecina. La diversidad de edificios y pasillos es impresionante, aunque al nivel de la mejor universidad privada del país. Por un momento pienso en donde estuviera estudiando Enric de no haberse ganado la beca, puede que le haga esa pregunta para salir de dudas.
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𝓢𝓸𝓵 𝓸𝓬𝓾𝓵𝓽𝓸
Novela JuvenilLas verdaderas amistades suelen empezar a partir de los momentos más insignificantes, sin darse cuenta de que puede causar un impacto en la vida de los demás, y Said Fernnande, un muchacho de veintiún años que estudia medicina y sigue con el legado...