Mire aquello que sostenía mi mano, ¡Dylan alcanzo a atraparme!, nunca en mi vida me había sentido tan aliviada y tan agradecida, intercambie mirada con el azabache que acababa de salvarme la vida, sus ojos azúl marino reflejaban preocupación, esa expresión que pone uno cuando teme más por el prójimo que por si mismo.
Me ayudó a subir al techo, una vez en la seguridad del firme techo de cemento me tomo de los hombros.
-¿¡Estás bien!?- verlo preocupado por mi me puso muy feliz y aumento mi alegría de seguir viva, teniendo a un amigo como él, ¿por qué me dejaría morir tan fácil?.
- Sí, sí estoy bien, gracias - dije con un hilo de voz, mi corazón latía tan rápido que sentía que se me saldría del pecho, todo mi cuerpo temblaba como un conejito asustado, las puntas de mis dedos estaban heladas, todo eso me hizo sentir viva, se sentía tan bien que por un momento me olvide que seguía en riesgo de morir.
Giré la cabeza para ver al jefe pero ya no estaba, "¿Dónde está ese viejo?'' , me levanté tan rápido como pude para asomarme por los bordes con el fin de asegurarme que no intentará entrar al edificio donde estábamos mi amigo y yo. Dylan hizo lo mismo.
-¡Lo encontré!- me dijo a modo de susurro. Corrí a él para ver y en un mal paso me torcí el pie, no tarde en caerme, luego de eso me levanté cojeando decidida a mirar al jefe. Justo cuando me asome vi como él señor estaba entrando al edificio, por qué obviamente quería usar las escaleras, quise buscar un escape pero mi amigo se me adelantó, tomo una tabla larga que encontró abandonada, estaba mojada y por lo visto algo podrida pero por fortuna resistiría nuestro peso pero intento levantarla de tal manera que al empujarla cállese en el tejado de la casa que precedía el edificio en el que estábamos, me apresure a ayudarlo, una vez levantado el trozo de madera lo empujamos al tejado.
La lluvia dificultó mucho el hacer equilibrio por la tabla ya que era muy delgada, además cada vez la lluvia era más intensa, seguimos con la estrategia de la tabla durante un tiempo hasta que concordamos en qué ya era suficiente para dejar al jefe atrás. Después de ingeniarnozlas para bajar del techo de una casa, y que la lluvia se detuviera mi estómago comenzó a rugir para exigirme alimentarme, ya que literalmente no había comido en doce horas aproximadamente, aún con el hambre que sentía no le comente a Dylan por qué temía que aún nos siguieran.
Caminamos durante unas horas hasta que llegamos a un lugar lleno de pasto tan largo que me llegaba a la cintura era enorme, más adelante comenzaron a verse árboles increíblemente altos, ¡eran enormes!, asombrada por el paisaje olvide mi hambre durante unos instantes, de pronto Dylan se detuvo y volteo a verme.
- Alayah ¿Quieres desayunar aquí?.
Estaba a punto de responder a la amable pregunta cuando mi estómago rugió con fuerza, sentí como mi cara tomo un color rojo intenso por la vergüenza y cubrí mi rostro apenada.
- Definitivamente tienes hambre - se rió mi compañero, luego se quitó la mochila de los hombros, saco un poco de nueces y almendras, me las dio y comenzamos a comer
-¡Provecho!- dije entusiasmada, para poner en mi boca unas cuantas almendras, estaba feliz de tener un momento de tranquilidad.
Un rato después continuamos con el camino, saltamos rocas cortamos algunas plantas para abrirnos paso, la tierra estaba húmeda así que resvalavamos seguido, era muy difícil avanzar, entre más entrábamos entre la vegetación más alto se hacía el pasto y más aterradores se hacían los árboles, era casi definitivo que estábamos metiéndonos en un bosque; paso una hora desde que me dije que ahora nos encontrábamos en un bosque cuando note algo extraño en unos hongos, tenía la sensación de que nos estaban siguiendo, como si tuvieran vida propia.
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Desde abajo
PertualanganEn esta historia nuestra protagonista de ojos color carmín, se extraviá en un mundo totalmente distinto al que ella conoce, donde todas las pesadillas de cualquier ser vivo se hacen realidad. Sigue a esta pequeña aventurera y descubre junto con ella...