La corrosión del pensamiento crítico en la actualidad
Un lunes a las 8.30 de la mañana, Marcos Figuerola - profesor de filosofía de bachillerato - entró en la clase de 1º B como solía hacer desde hacía tantos años. Le encantaba dar clase de filosofía y que su alumnado conociese el pensamiento de otros filósofos.
Era un hombre esbelto, refinado en su indumentaria y un tanto seductor. Se le daba bien mantener despierto a su público, tenía un don para comunicar y ese salero suyo la hacía destacar entre el resto. Por si fuera poco, era un galán de primera , nada se le escapaba y siempre lograba que otros cayeran en sus trampas intelectuales, es decir, tenía pericia para convencer a los demás . Al fin y al cabo, ¿ qué se puede esperar de un profesor de filosofía ?
Aunque su metodología era más bien heterodoxa -- salía al patio del instituto, los mandaba a la cocina a filosofar e incluso invitaba a hacer boicots si algo era injusto - y resultaba a veces apático con "sus camaradas". Los alumnos depositaban su confianza ciegamente en él. Diríamos que es el típico profesor enrollado, que usa jerga juvenil y son de esos que prefieren fortalecer la relación alumno-profesor en vez de intercambiar ideas con sus colegas.
Ese día, dejó caer el maletín de cuero que le había regalado su mujer, lo abrió y de él sacó una tiza -- siempre llevaba una consigo. Decía que "el ratoncito Pérez" se las quitaba, así que un día compró un paquete en la papelería más cercana y desde entonces "los dientes" no desaparecen mágicamente. Se decidió a anotar algo en la pizarra:
" El pensamiento crítico".
Fue algo muy inesperado, porque no solía usarla. La consideraba más bien un estorbo. Pensaba que sería mejor colocar en su lugar estanterías para dejar manuales y libros, especialmente si eran de filosofía o letras, "los soles de su sistema solar"
"Los soldados" miraban inquietos. No sabían que se traía entre manos este cincuentón. Temerosos de ser bombardeados con tareas, uno de ellos se sacrificó. Levantó su mano para averiguar qué plan estaba urdiendo para el grupo que tenía delante.
- Marcos, ¿qué vamos a trabajar hoy? - preguntó en tono cobarde - ¿ Vamos a ver finalmente a Kant?
- Es un día para pensar, ¿no creéis? - ríe con cierta ironía, a sabiendas de que llevan haciéndolo desde que comenzó la asignatura a principios de septiembre. Y a tu segunda pregunta, no exactamente.
- ¿ Cómo dices? - pregunta otro dubitativo --¿ eso es un sí o un no?
- Digo - hace una pausa - que vamos a pensar, pero esta vez lo haremos desde muchos puntos de vista distintos, no solo el de Kant. Cómo ya os enseñaron a leer, podéis deducir de qué tratará la clase de hoy - dice entre risas --. Y como he podido comprobar, os falta un poco, porque en la vida no es todo blanco o negro.
- Entonces , ¿ dices que esto va de una escala de grises ? - salta el listillo de turno. - Efectivamente, tienes un punto más en el examen . Esta escala , depende de muchos factores vitales como la felicidad, la tranquilidad, la justicia o el bien. Pero todos los filósofos coinciden en que la filosofía será siempre la vara de medir que usaremos para analizar la vida.
- ¿ Y qué tiene que ver esa escala con el pensamiento crítico ? - suelta confundido uno del fondo.
- Es bueno que preguntes, pues la filosofía es la única herramienta que nos ayuda a desenmascarar aquellas imágenes que damos por ciertas.
¿Se puede describir la filosofía de un modo más práctico? Según Marcos no. En eso sí se parecía a Sócrates, era de los que podrían morir protegiéndola. Y eso juraba, porque según él:
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Rincón de Gonzalo
DiversosUn libro de relatos y pensamientos profundos sobre la vida....