Capítulo 13 - "Algo"

685 40 63
                                    

Duvan se estaba quedando en el dormitorio que usaban sus sobrinos cuando pasaban la noche con ellos. Tenían juguetes y ropas de ellos, así que Duvan podía entretenerse con lo primero y vestirse con lo segundo, a pesar de que las prendas le quedasen enormes. Le había dicho a su esposa que ni se le ocurriese comprar algo de su talla, ya era conocido por todo el pueblo que había desaparecido un niño del orfanato, por lo que ver a Jimena Elizondo comprando ropa para un niño mucho más pequeño que sus sobrinos levantaría sospechas.

Tras el shock inicial por descubrir que Duvan no se trataba de un amante, vino el shock posterior de saber que esta había secuestrado a un niño del orfanato.

"Secuestrado, no. Lo he salvado"

Le dijo que llamasen a la policía y denunciasen las vejaciones que el pequeño estaba sufriendo en ese centro, pero ¿qué policía?, ¿esa que estaba demasiado concentrada aceptando sobornos?, ¿o qué ignoraba todo tipo de corrupción? Tenían que buscar otra solución. Jimena le prometió que no tardaría en encontrar una, hasta entonces, Duvan viviría con ellos, o mejor dicho, escondido con ellos, porque nadie más, salvo Gabriela, sabía de la existencia de ese crío en su casa.

Duvan no molestaba.

Era un niño muy educado para haber salido del sistema corrupto en el que había sido criado. Se sentaba correctamente a la mesa, esperaba a que todos estuvieran servidos y el "por favor" y "gracias" eran sus palabras favoritas. Jimena le había dicho que podía rondar todo lo que quisiera por la casa, pero este apenas salía del dormitorio.

–Óscar, hay una urgencia en el centro de modas. Te quedas con Duvan.

Llevaban las últimas semanas trabajando desde casa para controlar la situación. Berta se encargaba del pequeño cuando tenían que hacer algo que requiriera la presencia de ambos.

–No –se apresuró a levantarse del escritorio de su despacho en la casa– Yo me encargo.

Jimena negó.

–Es un problema con las modelos, me necesitan a mí.

Se resignó y volvió a sentarse. Ese tema lo trataba exclusivamente su esposa, él no iba a poder hacer mucho.

Duvan había hablado con él. Es más, buscaba cualquier oportunidad para acercársele y entablar una conversación, pero no podía. ¿Qué era ese niño para él? Nadie, lo veía como un problema que iba a romper el corazón de su esposa cuando todo aquello saltase por los aires, ¿cuánto duraría esa locura de Jimena? No lo sabía, pero estaban jugando con fuego.

A media tarde, decidió tomarse un descanso de su trabajo. Jimena le había avisado de que el problema era mayor de lo esperado, y que le iba a llevar toda la tarde solucionarlo.

Acudió a la cocina y buscó algo que comer, sabía que Berta siempre dejaba unos aperitivos preparados por si le entraba el hambre a deshora, pero no los encontraba.

–Berta, ¿hoy no ha preparado nada?

Le preguntó tan pronto, la vio entrar en la cocina cargando una bandeja vacía.

–Disculpe, señor. No me ha dado tiempo aún, le estaba dando la merienda al pequeño Duvan. Ese niño es un ángel –la mujer dejó la bandeja sobre la encimera y comenzó a preparar su aperitivo.

Estaba de acuerdo. Era un niño muy bueno, pero no le gustaba que su empleada se encariñase con el pequeño. Cuando Duvan volviese al lugar que le correspondería, el drama se iba a instaurar en la casa, a Jimena le iba a romper el corazón y parecía que a Berta también.

Cuando terminó de comer comenzó a caminar hacia su oficina, pero la puerta abierta del dormitorio de pequeño le llamó la atención. Se acercó con sigilo, no queriendo asustarle, pero cuando vio el interior del cuarto, no había nadie. Los autos de juguete pertenecientes a Erick y León, los cuales no había soltado desde que llegó, estaban tirados en el suelo, en una carrera que parecía haberse detenido abruptamente.

En el fondo del lago (Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora