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La mañana del siete de agosto a JungKook le encargaron el caso que sus antiguos colegas no lograron completar y que ahora ya no estaban en vida para volver a intentarlo. El azabache llevaba trabajando en la CCP (Centro de Control Psiquiátrico) hace más de dos años, venía del instituto de preparación especial, siendo el mejor de su generación y un prodigio en cuanto comenzó su pasantía en la mayor clínica a las afueras de Seúl.

En sus ocho años de experiencia médica nunca había visto algo igual, trató trastornos de personalidad múltiple, demencia, fobias poco comunes, traumas avanzados, entre otros, pero era la primera vez que algo así se presentaba ante sus ojos y mentiría si dijese que fue la primera opción del director del CCP para este caso, porque fue la última esperanza para él, donde la organización se excusó con que no dejarían morir a su doctor prodigio y de alguna forma les creía. Todos los psiquiatras que trataron al paciente N°301295 murieron después de dos sesiones.

El bastardo se los comió vivos.

— Su nombre es Kim TaeHyung, tiene veintisiete años, comió a una chica de quince llamada SeolYung y un chico de trece llamado JongSoo cuando rozaba los diecinueve años. Lleva internado desde entonces —el profesor y Doctor LeeSung le explicó cada detalle de su próximo paciente mientras caminaban por el pasillo fuera de las habitaciones, a lo que JungKook solo asintió, erguido y con ambas manos detrás de su espalda.

— ¿Cuántos doctores se ha comido en estos ocho años?

— Siete —contestó. JungKook se asombró, pero permaneció serio—. Suspendimos el caso por tres años a falta de profesionales para tratarlo y lo reanudamos hace un año, donde comió dos de nuestros mejores médicos.

— Ya veo —dijo, tosco, como si la respuesta no le sorprendiera —. ¿Qué hay de sus padres?

— No los han encontrado. Es muy probable que...

— Se los comiera. Entiendo —cortó rápidamente. JungKook resopló—. ¿Cómo se encuentran sus órganos? ¿Le realizaron un análisis?

— Sí. Su sistema está deteriorado, hay muchas bacterias en su cuerpo y su cerebro tiene un desgaste impresionante, pero a la vez está desarrollando la adaptación, de alguna forma su sistema también combate los priones y no genera mayor problema como al de alguien normal.

— ¿Es eso posible? Una persona que lleva consumiendo todo ese tiempo ya debería estar muerta —JungKook frunció el ceño y el doctor a su lado le pasó la carpeta que traía consigo. El azabache alzó ambas cejas y la abrió sin más preámbulo.

— Estos son los exámenes y observaciones que dejaron otros psiquiatras —le explicó entretanto JungKook leía los papeles.

— Debe tener algo en la sangre que lo protege —tanteó JungKook.

— No hay nada. Ya investigamos.

— Vean una vez más, realicen más exámenes para este tipo.

— Está bien.

En el último piso del edificio y al final del pasillo se encontraba la habitación 675, rodeada de cámaras y con acceso de dos puertas a huella digital. La seguridad era extrema, este sujeto parecía el peor asesino en serie y no un paciente de clínica.

— Desde aquí ya es todo tuyo —el Doctor Lee lo abandonó en la última puerta de seguridad y le sonrió como despedida. Incluso él creía que no saldría con vida de ahí dentro y estaba muy equivocado.

— Muchas gracias —le dijo antes de cruzar la última puerta.

Se encontraba a tan solo metros de la habitación 675, su estómago rugía y los nervios podrían jugarle una mala pasada. No obstante estaba ansioso, inquieto y listo para realizar su trabajo, tan así que una macabra sonrisa se esbozó en su rostro cuando finalmente abrió la puerta y se encontró con un paciente atado en ambas muñecas por unas cadenas junto a un olor extraño que emanaba la habitación.

Cannibal [ vkook ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora