Capítulo 10

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Al salir de mi habitación me cruzo con Larissa.

- Lari. - hablo sorprendido.

Ella me observa con esos ojos oscuros, de forma fija y pensativa.

- ¿Qué te sucede? - me pregunta.

- ¿A...a que... que te refi... refieres? - pregunto confundido.

- Es que te ves sospechoso... - responde en un susurro. Hace una pausa. - ¿Ya has terminado tú entrenamiento con Atlas?

- ¿¡Por qué lo mencionas a él!? - exclamo, y mi voz suena algo a la defensiva.

Lari me mira extrañada. - ¿Qué hoy no empezaban tus clases con él? - comenta confusa. - Me sorprendió no verte en la morada cuando llegue hoy, eso es todo...

- Ah... es que... entrenamos bien temprano, cuando no hay nadie. - respondo. - Y subí a... ducharme.

Me mira con sus ojos entrecerrados, como queriendo meterse en mi cabeza. - Te volviste raro.

Meneo la cabeza. - O puede que siempre lo fui, y tú eras muy pequeña para notarlo. - digo. - Te ves muy bonita por cierto. - menciono al ver que tiene su larga cabellera cobriza suelta y lacia, además de que está vestida como para salir. - ¿Te vas a ver con algún muchacho?

- No. Íbamos a ir con una amiga al cine y almorzar, pero me dejo plantada por salir con su novio. - responde con fastidio. - Así que iré a cambiarme y seguiré entrenando. Mi día libre desperdiciado. - refuña.

- Aguarda. - digo, cuando pasa a mi lado. Se detiene y me mira. - Si quieres yo puedo ir contigo.

Levanta una ceja, escéptica. - ¿Tú quieres ir al cine? - comenta extrañada. - Desde que te conozco creo que jamás he visto que vayas al cine.

Me encojo de hombros. - Para todo hay una primera vez. Además, tengo ganas de salir un rato. Podría ser algo así como una salida entre hija y padre postizo.

- No eres mi padre. - sentencia con el ceño fruncido.

- Pues, no parecías pensar eso cuando de la escuela me llamaban cada vez que te metías en líos, queriendo hablar con tú padre Izan Markov.

Pone los ojos en blanco. - Está bien... - suspira. - Te espero abajo. - se da la media vuelta y se encamina hacia las escaleras, bajando por estas.

Se me forma una leve sonrisa en el rostro. Extrañaba a esta niña. Puede que físicamente sea igual a su madre, pero tiene el mismo caracter que su padre.

Abruptamente se me borra la sonrisa, cuando lo veo a él subiendo por las escaleras y se encamina hacia mi, pero no se detiene, sigue de largo, tan solo me observa con esa arrogancia de siempre.

¿Así de insoportable era yo cuando todos me llamaban arrogante de mierda?

Enseguida comienzo a oír su voz en mi cabeza.

"Ahora quiero que te masturbes pensando en mi. Conoces mi cuerpo, lo has visto. Quiero que pienses en tus manos, ásperas y grandes recorriendo toda mi piel. Y yo te dejó. Dejo que lo hagas a tu gusto. Y luego me dices que es lo que eso te hizo sentir, Izan Marshall."

El recuerdo consigue que me recorra un escalofrío por la columna vertebral.

Me he acostado con muchos hombres, pero ninguno me ha hablado de esa forma. Solía creer que esas cosas son estúpidas. Hasta que te las dicen a ti, y te invade todo un calor por todo el cuerpo, que crees que te hará estallar de placer.

¿A que diablos juega este idiota?

Me encamino con pasos firmes hasta la habitación. Abro la puerta de golpe, sin tocar, y lo veo a él apoyado en el alféizar de la ventana abierta, inclinado hacia adelante, con un cigarrillo entre sus dedos. Con la luz natural puedo ver mejor esa espalda marcada y llena de cicatrices, y a una parte de mi, eso consigue excitarle. Gira su cabeza para posar su mirada en mi, y por un breve segundo, veo la sorpresa reflejada en sus ojos, pero luego adquieren ese brillo altanero que tienen siempre. Cuando se incorpora veo que su torso se encuentra descubierto, ya que no lleva ninguna prenda, tan solo esos pantalones negros que tenía hoy.

El legado de la Mafia (Mafia Marshall V)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora