XVII

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                Lucas cumplió 5 años en la casa de acogida que le asignaron.

Paulo aun no le convencía aquella familia, pero nadie podía enterarse que él lo visitaba a escondidas cuando lo dejaban solo ya que tampoco tenía permitido verlo.

Ese era el primer problema: Solían dejar solo a Lucas.

Había quedado muy atrasado respecto a otros niños y no lo inscribieron a ningún preescolar.

Ya habían pasado unos 6 meses desde que los separaron. Paulo fue interrogado e investigado, resultaba insólito que un niño de alrededor de 14 años hubiese pasado desapercibido sin ser inscrito y más insólito resultaba que tuviese a su cuidado un niño de 4 en las condiciones que vivían.

Revisaron a Lucas buscando algún signo de alarma pero no encontraron más que un par de cicatrices que se notaba tuvieron cuidados (dentro de lo posible) adecuados. Estaba limpio y no tenía signos de desnutrición, de hecho en el parte médico se especificó que no parecía tener ningún retraso o enfermedad. Debido al trauma que generó el allanamiento (y las veces que presenció cómo golpeaban a Paulo) Lucas parecía asustado a algunas personas, suponían que era aleatorio.

Supo después Paulo que el motivo de la "intervención" fue que alguien acusó de un traficante que manejaba gran parte del movimiento en La Madriguera, es decir Paulo. Claramente todo era mentira y se desestimó cuando dieron vuelta el espacio que llamo Paulo su casa y no encontraron nada en esas 4 paredes de material ligero. Probablemente fue incriminado para poder sacarlo de ahí por su fama de ladrón, una vez que llegaran todo sería un efecto dominó.

Revisaron a Paulo encontraron signos del abuso de drogas, el parecía no notarlo pero era tan delgado que apenas parecía tener una fina capa de músculos bajo la piel, sus ojos se hundieron con el tiempo y algunos de sus dientes parecían estar a punto de sucumbir.

Él comenzaba a ponerse nervioso cuando ya llevaba un par de horas sin ver ni escuchar a Lucas, preguntó tantas veces como pudo a todas las personas que lo tocaron, puncionaron y hablaron. Sentía que flotaba y las voces comenzaban a alejarse, las luces comenzaban a expandirse y el aire que aspiraba se sentía como agua entraba a sus pulmones y lo quemaban. Entonces en lo que parecía un sueño comenzó a luchar con todas las manos que lo tocaban y rodeaban, tomo todo el aire que le quemaba la y lo expulsó gritando el nombre de Lucas, lloraba, rogaba, pero nadie parecía escucharlo. Estaba harto.

De golpe sintió un ultimo pinchazo que terminó en un profundo sueño. Soñó con el recuerdo de su madre, uno que tenía de muy pequeño y aun conservaba fresco. Una tarde acostados en el colchón que estaba en el suelo de la casa de su abuela, el aire parecía menos seco y la luz mostraba el polvo en suspensión que era común ahí. Lo que era deplorable para otros era el mejor recuerdo con su madre, sintiendo su brazo sobre su estómago durmiendo tranquilamente, su calidez y la seguridad que sentía en su pecho.

El quería eso para Lucas, pero era imposible.

Pasado el tiempo solo permitieron a Paulo ver una vez a Lucas, ambos lloraron desesperados sin querer separarse. Los entrevistaron una vez más. Paulo solo rogaba que no los separaran y si Lucas fuese adoptado se le permitiera verlo.

Se determinó que Paulo era un peligro para Lucas, un vecino al cual él robó les dijo que más de alguna vez en su drogadicción perdía el conocimiento y dejaba solo al niño, además en muchas ocasiones fue golpeado por su culpa.

Rosario desapareció, o al menos nunca más supieron de ella.

Afortunadamente (o desafortunadamente) los servicios de menores no eran estrictos, todos los niños y jóvenes que ahí vivían solían desaparecer días, consumían drogas juntos, algunos se prostituían y nadie haría nada para detenerlos. Los cuidadores también eran parte de su infierno, los golpeaban, abusaban y vendían drogas, pocos cumplieron su rol protector.

LA METÁFORA DE LA ESCALERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora