Capítulo 6

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ALEC'S POV

Las blancas paredes del edificio en el que me encuentro están tan pulidas que te puedes ver reflejado en ellas. Las ventanas, todas del mismo tamaño y forma, están colocadas a dos metros y medio de distancia entre ellas. No se puede apreciar ni una simple mota de polvo en todo el pasillo. Todo esta perfectamente colocada, ni un solo fallo a lo largo del corredor. Las habitaciones son todas totalmente iguales: una cama en la esquina superior derecha de la habitación, un armario en la pared del fondo y un escritorio colocado a la izquierda de la puerta. No hay nada en este lugar que desentone. Todo es monótono y aburrido.

Odio este lugar.

Esta casa ha sido testigo de mi terrible infancia. Ha presenciado mis primeros 16 años de vida hasta que al fin fui enviado al Consejo. Sabe mas cosas de mi que cualquier otra persona.

Sabía que no debería haber parado aquí, sin embargo, las provisiones se estaban acabando y ya no me queda dinero para poder abastecerme.

- Por favor, sigame joven señor -dijo uno de los muchos lacayos de mi padre.

Agarre bien las riendas de los caballos y seguí al hombre hasta la puerta de entrada. Allí se alzaba imponente una alta figura. Su pelo cortado casi al rape le añadía más seriedad a sus ya duros rasgos.

- Bienvenido de nuevo hijo - me salud mi padre.

- Me alegro de volver a verle padre - mentira

- Y cuéntame, ¿qué te trae por aquí?

- Necesitaba abastecerme para poder continuar mi viaje de vuelta al Consejo, y por desgracia se me acabó el dinero hace unos días.

- Entonces la despensa está a tu disposición. Pero bueno, dime, ¿quién es esa bella jovencita que te acompaña? - dijo señalando la yegua de detrás de mi.

- Es una amiga del Consejo -mentí- Se cayo hace algunas horas del caballo y se dio un fuerte golpe en la cabeza. Por suerte estábamos cerca de un arroyo y l pude limpiar la herida. Esperaba que nos pudiésemos quedar a descansar aquí durante la noche. No pasa nada si por la mañana no ha despertado, nuestro deber es llegar al Consejo cuanto antes.

- Sea entonces. Ordenare a los sirvientes que os preparen dos habitaciones y llenen vuestros sacos de provisiones.

Sin decir una palabra mas entro de nuevo en la casa. El sirviente hizo un gesto a los mozos de cuadra y estos se acercaron a llevarse a los caballos al establo, mientras uno desataba los nudos de las cuerdas y cogía a Katherine en brazos para llevarla a su habitación.

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Una vez instalado en el cuarto me dediqué a observar el mapa y a pensar en cual seria la forma mas rápida de llegar al Consejo. Tan ensimismado estaba en mis pensamientos que tuvieron que llamarme tres veces por mi nombre para que me pudieran informar de que la cena estaba lista.

Rápidamente baje las escaleras y me dirigí en dirección al comedor. 

Se podría decir que esta era la parte mas lujosa de la casa, con una enorme lámpara de raña colgando del techo y una gran mesa de madera de cerezo en la que cómodamente podrían comer doce personas. 

Mi padre estaba sentado en un extremo de la mesa así que yo me senté en el otro.

Los sirvientes llegaron con grandes platos en las manos que colocaron delante de cada uno, para después marcharse rápidamente. 

Un incómodo silencio se instaló en el comedor hasta que mi padre decidió romperlo.

- ¿La joven señorita no ha despertado aún? -inquirió

- No padre, puede que todavía le tome un par de días despertarse.

- ¿Y seguro que no te quieres quedar hasta entonces?

- No quiero ser una molestia, además el Consejo nos pidió que estuviésemos allí cuanto antes.

- No serías una molestia, pero si os han pedido que no tardéis en regresar, no soy nadie para impedíroslo.

Y así acabó la conversación. Durante el resto de la cena ninguno de los dos volvió a abrir la boca para algo que no fuese meter comida en ella. Una vez que los dos acabamos de cenar me excuse alegando que estaba cansado por el viaje y que me gustaría descansar.

————

Una vez metido en la cama esperé a que el sueño llegase, pero este nunca lo hizo. Cansado ya de no hacer nada me levante y me fui a dar una vuelta por la casa, mas no llegué muy lejos pues una voz me dijo:

- ¿Y ahora me vas a decir la verdad?


La fugitiva del temploDonde viven las historias. Descúbrelo ahora