Capítulo 18: Las clases abiertas

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Kalos se despertó con el extraño presentimiento de que sus padres le iban a hacer pasar una increíble vergüenza.

Como siempre hacía, despertó junto a sus novias, pero se dio cuenta de que esa noche había dormido muy abrazado a Sona.

-Esta noche si que estabas cariñoso-le dijo la pelinegra.

-Puede... Estoy nervioso por mi padre y mi hermano... Me lo va a hacer pasar mal, seguro. Y... puede que a tí también. Lo más seguro es que nos hagan hacer oficial nuestra relación también en el mundo humano, lo que me va a impedir poder estar con las demás en público.

-¿Por qué lo dices?

-¿Te imaginas que pensarían los alumnos, no solo si salgo con una de las chicas más deseadas de la academia, si no que "le soy infiel" con otras? Me matarían.

-Bueno... podrás usar la sede del tu nuevo Club de Historia para lo que quieras.

Kalos sonrió. Sabía que, a pesar de que le estaba "dando permiso" para llevar a sus chicas ahí, en realidad le estaba avisando de que iba a recibir muchas visitas suyas, cosa que él nunca iba a rechazar.

Se levantó y, tras darle un beso a Sona, se dirigió al sótano, donde tenía al cerbero del combate contra Kokabiel encerrado, rodeado de cadenas plateadas.

-Veamos... Chucho... Quiero que seas el familiar de Valerie así que... más te vale comportarte.

Entonces, viniendo del cuarto de al lado, Kalos comenzó a escuchar como dos espadas chocaban, la una contra la otra, una y otra vez, escuchándose después aplausos.

Kalos decidió acercarse a ver quienes estaban entrenando y vio que se trataban de sus peones. Karlamine y Mikaela estaban cruzando espadas, mientras que Yuuma arrojaba lanzas de luz de distintos tamaños y Horn y Valerie usaban las máquinas de ejercicio, subidas a niveles sobrehumanos, para mejorar sus habilidades físicas.

-Nada mal, chicos... y por iniciativa propia... Me conmovéis.

-¿Quieres unirte?-propuso Mikaela-No te llegué a ver luchar.

Kalos sonrió y se puso en guardia.

-Venid los cinco con todo, como si fueseis a matarme... Si no, no aguantaréis ni un segundo-vio que Mikaela y Karlamine iban a guardar sus espadas-¿Qué hacéis? He dicho que con todo.

-Pero... Kalos sama... No queremos hacerle daño-dijo Mikaela extrañado.

-¿En serio piensas que podéis? Las únicas que pueden son Yuuma con sus lanzas de luz y Valerie con su Longinus, pero aún están lejos de ello.

Valerie fue la primera que quiso lanzarse a lucha. Formó dos círculos mágicos, de los que surgieron dos garras zombie de dragón que atacaron a Kalos, pero este comenzó a danzar en torno a ellas, esquivándolas con facilidad. Mikaela y Karlamine se miraron decididos y se unieron al ataque, atacando desde dos flancos distintos, la una con su espada en llamas y el otro con su espada de sombras, magia que había aprendido a usar entrenando con Xenovia e Irina.

Kalos los miró sonriendo, pero de un salto los esquivó, apoyándose en sus cabezas y haciéndoles chocar. Yuuma y Horn no quisieron quedarse atrás y, mientras que la semicaída comenzaba a lanzar pequeños cuchillos de luz, la vampiresa lanzó un poderoso puñetazo, para luego invocar una lanza y un látigo, con los que comenzó a atacar una y otra vez, pero Kalos, sonriendo, lo esquivaba con facilidad.

Entonces alzó las manos y los cinco peones dejaron de luchar.

-Lo habéis hecho genial, los cinco-dijo sonriendo.

-Pero, Kalos sama... no hemos podido acertar un solo golpe-protestó Mikaela.

-Nos esquivas demasiado fácilmente-asintió de acuerdo Yuuma.

High School DxD: Principe de la DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora