20. Sorpresa real

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No sé qué pensar sobre que August me besara. No tiene sentido.

—Shered está en la firma de Astrohada —informó Amelié, noté su tono apagado.

Nerea parada en medio del pasillo clavó su mirada en el labial corrido de su hermana. Tragué grueso, me sentí incómoda y juzgada, incluso por Amelié, por mi psicóloga, por los chicos, mi cuerpo sintió por un instante lo que debió de sentir August para no querer salir del closet.

Tal vez me inducí a percibir a los demás así.

Ahí caí en cuenta en qué quizás, solo quizás simplemente quería saber cómo sería. No era buena ocultando que me parece atractiva, creo que ella pensó lo mismo de mí, esto era una cita, sin embargo hay algo que no termino de entender.

Ella salió del camerino tensa, las comisuras de sus labios se curvaron hacia abajo cuando se percató de la mirada de los otros. Miró al suelo, la pena se apropió de mi corazón.

¿Por qué las personas no pueden notar que sus reacciones hacen daño?

Fui a tomar su brazo para que fuéramos juntas a la salida, aspirando a que mi apoyo la calmara. Nerea es muy buena con las personas, ¿Por qué no estaba cuidando a su hermana?

Amelié estuvo conmigo, ¿Cuál es su problema hoy que parece que nos odiara?

—Falta Shered —les recordé—. aún no podemos irnos.

Pasé hasta el final del pasillo, Nerea se quedó hablando con el señor de cabello rojo como si fueran muy buenos amigos, se quedó recostada sobre su pecho hablando. La puerta del baño de mujeres fue un escape perfecto de ese momento incómodo, o eso pensé.

Frente al espejo, me sentí bastante patética. El vestido me sentó distinto a como pensé, mi maquillaje se arruinó por mi sudor y el frote de August, se supone que este debería ser el momento más feliz de mi año mientras que se me olvidó por completo la mitad del concierto.

Tengo amigas, un concierto de ensueño, más libertad, dinero, fortuna, aún así no entendí qué me faltaba cuando miré mi reflejo. La puerta se abrió, Amelié vino a lavarse las manos al lado mío.

—¿Te gustaron las canciones? —pregunté con amabilidad.

Ignoró que le haya hablado, probé de vuelta.

—¿Y te gustó el show?

—Tanto como a ti la boca de August. —la frialdad con la que contestó congeló mi cuerpo.

—¿Qué?

—¡¿Crees que soy estúpida, Bettha?! —la segunda sorpresa fue cuando Amelié me gritó—. Ya entiendo por qué te sientes miserable, yo también lo estaría si todos me usan como juguete.

Una fuerza invisible apretó mi pecho, no podía creerme que Ame dijera eso. Retrocedí unos pasos porque daba la impresión que quería hacerme daño.

—¿Qué te pasa?

—¿Qué me pasa? —una risa amarga se le escapó—. que sigues ahí parada con la manos temblando como si no supieras lo que haces —frunció sus cejas—. me das asco.

—¡Amelié por Dios! —exclamé horrorizada—. esta no eres tú, cálmate. Sé que terminamos hace poco y…

—¡Tú no sabes quién mierda soy! —su tono cambió, o mejor dicho volvió, igual al que usaba los primeros días donde bromeaba con ser la mala líder de su grupo—. qué terminaramos no me puede importar menos en este momento, es sobre August.

—Yo no tengo nada que ver con August —sentencié, rebuscando firmeza de dónde me quedara—. ella me invitó al concierto y ella me besó —aclaré.

Si ellas quisieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora