Capítulo 1. Mi otro yo.

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Medianoche, no se muy bien que hora era, pero podría decir que las dos o tres de la madrugada...no lo sé muy bien. Me desperté sin razón alguna, cosa que me extrañó, ya que yo soy de esas personas que suelen tardar poco en quedarse dormidas y duermen de un solo tirón, sin interrupciones. Bien, como iba diciendo, me desperté, e instintivamente, miré hacia mi derecha, donde se haya mi armario, que está empotrado en la pared y cuyas puertas son espejos que la cubren toda. Entonces me vi a mi misma, sentada en la cama, viendome sin verme, observandome vagamente con la mirada ausente, sin prestar atención a mi pelo desaliñado o a mi piel inusualmente pálida, simplemente me quedé ahí, sentada, apoyada en un almohadón de seda artificial con estampado floral, epifanica , como si nunca hubiese visto mi propio reflejo. Me quedé así cuestión de dos minutos, luego me tumbé y me giré dando la espalda a el espejo, y vi, a través de el reflejo de la ventana, un ser, de piel pálida y cabello negro y mal cuidado, un ser con una sonrisa macabra, observándome, viendo como descansaba... Ese ser era mi propio reflejo en el espejo.
Instintivamente cerré los ojos, tenia miedo. No logré dormir, pero permanecí con los ojos cerrados toda la noche. Por la mañana cometí un grave error, un error que habría lamentado toda mi vida si siguiese viva, no pude evitarlo, mi curiosidad augmentaba con cada segundo que transcurría sin ver, así que, lamentablemente, lo hice; abrí los ojos.
Si alguna vez te ocurre esto, por favor, no abras los ojos, haz como si siguieses dormido, pero por el amor de Dios, si tienes una estima a tu vida, por insignificante que sea, recuerda lo que te digo, y bajo ninguna circunstancias, abras los ojos, por favor, te lo suplico, no abras los ojos.

Nunca abras los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora