Capítulo 31

106 18 82
                                    

NATASHA.

—Abran la puerta —golpeo por décima vez, sin obtener respuesta de nadie.

Me dejo caer en el suelo comenzando a sollozar, me quiero ir de aquí, se llevaron a Ángelo a no sé dónde y tengo miedo de quedarme aquí por siempre.

No seas exagerada.

—Tengo hambre —vuelvo a romper en llanto cuando mi estómago gruñe por atención.

Eso sí que no es exagerado.

Por lo menos debieron dejar mi teléfono para leer, estoy aburrida aquí. Qué clase de secuestradores son esos, que no atienden bien a la secuestrada.

No seas idiota, estás secuestrada no en un crucero.

No hay diferencia, no puedo salir.

En un crucero se puede salir.

A la cubierta, no al océano.

¿Para qué quieres ir al océano?, ¿para dar una caminata sobre el agua?

—Bueno ya, no ayudas —me exaspero, siempre es lo mismo.

Y por qué mierda hablamos de cruceros.

—No lo sé, tú dime —murmuro sin mucho ánimo.

Ahora que Tyler sabe que estoy embarazada no sé cómo sentirme, es extraño cada que lo pienso. En mis planes de este año no estaban quedar embarazada, mucho menos secuestrada.

Maldición, estoy harta de tantos problemas.

—Tú no, pequeño —aclaro enseguida, mirando mi vientre—. De tu papá sí, es el hombre con más problemas que he conocido, no me sorprendería si fuera enemigo de políticos también.

A quién le hablas, anormal.

Comienzo a exhalar pausadamente para no volver a discutir, tengo hambre y mucho estrés, no ayuda que me altere.

Me alejo de la puerta cuando escucho unas voces al otro lado, seguro volvieron a buscarme o se equivocaron al pensar que vendría Tyler... o ¿vino Tyler?

O hay fantasmas.

—Los fantasmas no existen.

Y por qué esa cosa se está moviendo detrás de ti.

—¡AHHHH!

Dios, cómo se activa la risa de este cerebro.

—¡Maldita idiota! —grito molesta, al ver que no es cierto.

Casi me da un paro cardíaco, todo por tener la mala suerte de cargar con alguien como tú en mi cabeza.

—¿Natasha?

Miro la puerta con asombro al escuchar la voz de Tyler, cuando doy un paso para acercarme vuelvo a retroceder por el golpe en la puerta. Después de unos segundos se abre con fuerza chocando con la pared, me quedo como idiota mirándolo bajo el umbral, agradeciendo internamente que haya venido.

Su expresión es una mezcla de alivio y enojo, solo espero que no sea dirigido a mí.

—Hazte a un lado, misógino —Anne pasa por su lado, logrando que deje de mirarlo—. Muy de Netflix, ¿no?

En medio de mi aturdimiento logro caminar hacia ella y abrazarla con fuerza, me siento aliviada de verla.

—¿A quién carajos le gritabas? —murmura para las dos.

A mí, me presento...

—¿Por qué estás aquí, Anne? —cambio de tema enseguida, me separo de ella para mirarla atenta.

Los secretos de Tyler HendersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora