Nos mudamos hace tres días, y cada noche he soñado con ella; es una chica, muy alta, casi toca el techo, no se quien es, pero me da mucho miedo. En mi sueño no hace nada mas que mirarme, con esos ojos negro azabache como su pelo, me mira, y aunque soy consciente en el sueño y me puedo mover, me cubro bajo la manta dentro de mi cama, pero aún así siento su mirada clavada en mi nuca como un frío y afilado cuchillo sin estrenar que me hace encojerme en mi misma que hace que mi voz se haga cada vez mas y mas pequeña hasta no poder vocalizar ni una palabra y ni tan siquiera ser capaz de pensar. Un cuchillo que hace que me pique la curiosidad, que no me aguante y acabe cediendo. Siempre ocurre, acanbo adomandome y volviendo a verla. El sueño nunca acaba hasta que me digno a salir de mi cama y reunir el valor suficiente para acercarme a ella y tocarla, entonces ella ríe, ríe mientras su piel blanquecina y azulada toca mis dedos con ese tacto tan desagradable, como quien toca un cadáver. Se ríe de una forma espeluznante, que me hace estremecer y entonces desaparece y me despierto en sudores fríos. Pero esta noche fue distinta, cuando e acerqué a ella, tomó mi muñeca con firme brusquedad, y me susurró al odio algo hasta ahora no sale de mi cabeza, esa voz...Ella me dijo una sola palabra; Tamara.