Yoon Seungho
Abrí los ojos muy temprano por la mañana. No quería pensar en todo el desorden que había en mi habitación, pero tenía que hacerlo. Mi madre me dijo que, si no tenía la habitación en orden antes de las tres de la tarde, me metería en problemas. Por supuesto, no creía en esa clase de advertencias cuando venían de ella. Siendo la más consentidora, la más flexible y cariñosa mujer, era obvio que no pasaría nada en realidad.
Estaba viviendo mi segundo día en Corea. Luego de haber vivido ocho años en los Estados Unidos, estaba emocionado de regresar a nuestro país de origen. Ojalá mi historia fuera una de esas clásicas historias de drama y tristeza, pero no lo era. Fueron ocho años increíbles en donde claramente resalté como un excelente alfa. Un deportista, un alumno sobresaliente y alguien bastante popular con las más hermosas chicas omegas que podía haber por ahí.
Mis padres habían pedido una prorroga de tiempo para poder integrarme a la universidad nacional de Seúl. Era la mejor de todas, la más grande e increíble escuela en la que alguien deseara estudiar leyes.
Seguro sería difícil integrarme en un grupo donde ya llevaban tres años juntos. Yo sería algo así como el nuevo intruso, pero no me importaba.
Nosotros vivíamos en Busan por lo que lo mejor sería quedarme en los dormitorios del campus, para no estar viajando cada día. Mi madre habló por mi cuando visitamos al director y le pidió que yo me reintegrara a mitad de semana, por aquello de acostumbrarme al horario y todas esas cosas.
Me pareció bien, pero un poco exagerado.
El director seguro conocía a mi padre. Es decir ¿Quién no conocería al gran juez Yoon? Imposible. Mi hermano, mi padre y yo éramos alfas dominantes, mientras mi madre era una refinada y hermosa mujer omega. Seguro, una familia perfecta.
*
Cuando llegó el miércoles por la mañana, fue mi madre la que insistió en llevarme hasta las puertas del campus. Me parecía vergonzoso porque nadie a los 21 años aparece en las puertas de la universidad tomando la mano de su madre ¿No es cierto? No es como si estuviera en el jardín de niños. En fin, decidí cumplir su capricho.
Su mano estaba temblando mientras caminábamos hacia la entrada, yo arrastraba mi maleta con llantitas y me emocionaba de ver lo agradable que era el clima. Percibía un montón de distintos tipos de feromonas y me emocionaba porque siempre era agradable estar rodeado de otros iguales a ti.
—Promete que me llamarás cada noche y el fin de semana aparecerás en casa antes de las seis de la tarde— mi mamá me dio un beso en la mejilla y yo asentí con la cabeza.
—Haré todo lo que me has repetido más de 20 veces mientras veníamos para acá.
—Nunca has dormido fuera de casa, estoy preocupada.
—Mamá. No hagas de esto algo tan vergonzoso. Estaré bien— comenzaba a sentirme acorralado por un par de miradas que nos caían encima. Había un montón de universitarios llegando en sus autos y otros llegaban en grupo. No era normal ver a una mujer despidiendo a su hijo como si fuera un pequeño de cinco años. —. Debo entrar— dije con una sonrisa y ella se puso a llorar.
Me dio pena dejarla ahí en medio de su propio drama, pero al ver la hora, confirmé que había perdido ocho minutos vitales.
Todavía tenía que dejar mi equipaje en la habitación que me indicó el director.
Era emocionante, muy emocionante. Al parecer iba a compartir la habitación con un omega de una familia importante, un chico igual de sobresaliente que yo en el deporte y con calificaciones casi excelentes.
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¿Destinados? (Pintor Nocturno)
FanfictionUn mundo omegaverse en donde alfas, betas y omegas comparten el planeta. Firmes creencias establecidas en la formación de parejas para la recreación y la construcción de una sociedad perfecta en donde los betas ocupan un lugar insignificante. Son l...