Capítulo 28

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A la mañana siguiente estuve lista para salir bien temprano. Crucé los dedos para no cruzarme con él por los pasillos, no quería que se me arruinara el día. 

Al llegar al vestíbulo cargué mi mochila en la espalda y me dispuse a salir por la gran puerta.

—¡Espera, Avril!

Con el pomo en la mano y a punto de cruzar la puerta me giré para ver a Wong correr a trompicones cargado de bolsas. 

—¿Te vas de casa? —reí, aunque estaba ligeramente sorprendida. 

—Voy también a pasar el día en la playa. Menos mal que no te has ido aún, pensaba que no llegaba —jadeó por el esfuerzo.

Sonreí viendo a mi amigo, agradecida de no dejarme sola ni en esa ocasión. 

«Vaya estampa...» —pensé al ver como iba y se me escapó una pequeña risa. 

—Bien, pues vamos. Nos están esperando.

—¿No esperamos por Strange? —alcé una ceja en confusión. —Puede que se lo haya pensado...

—No creo, dejó bien claro que tiene cosas que hacer. Además, si hubiera cambiado de opinión ya estaría aquí, con lo puntual que es... —hablé amargamente al pensarlo. Miré fugazmente las escaleras en un acto reflejo. —Venga, el tiempo apremia.

Wong no dijo nada y tan solo me siguió al salir. Cuando llegamos al punto de encuentro, la cafetería, lo presenté con mis amigos y estos le dieron una cálida bienvenida. Al ver lo bien que se llevaban no pude evitar pensar en Stephen.

«Si tan solo estuvieras aquí...» 

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—¡Quieta ahí!

Paré en seco justo antes de que mis pies llegaran a tocar la orilla del mar. Me giré despacio para encarar a Jimmy cruzado de brazos detrás de mí. Wong estaba poniendo la sombrilla y Sophie organizaba todas nuestras cosas. 

—¿A dónde crees que vas tú sola? 

—A bañarme...

—¡Pero si ni siquiera sabes nadar! ¡Muchacha insensata! 

—No hace falta que lo anuncies... —miré a mi alrededor y vi que varios habían dirigido su atención a nosotros por los gritos del rubio. 

—Te quedas ahí sentadita en la orilla hasta que terminemos. No te metes en el agua hasta que vayamos nosotros, ¿entendido? 

«Lo que me faltaba. Jimmy sacando su faceta de hermano mayor sobreprotector». 

—Oye, no soy una niña para que me des órdenes. 

—Pues lo pareces, con lo obstinada que eres... Es igual —me cortó antes de que pudiera replicar. —Voy a comprar refrescos. Quédate ahí.

Lo observé marcharse con una mueca de indignación e irritabilidad. Me senté en la arena mojada y junté mis piernas a mi pecho. Miré el mar en su máximo esplendor, brillaba tanto que si lo observabas mucho tiempo te podía deslumbrar. Expiré el aire salado y fresco, sonriendo.

En ese momento vino a mi mente la primera vez que estuve ante el mar. La primera vez que hice un portal. La primera vez que tuve un momento bonito con Stephen...

Negué con la cabeza y cerré los ojos, frustrada. 

«Déjalo estar... No pienses en eso ahora» —la voz de mi conciencia no me habló duramente o con enojo aquella vez. Estaba triste, como la voz que venía de mi corazón.

Giré un poco para ver a mis dos amigos conversar amenamente. Se ve que hicieron buenas migas. Busqué con la vista a Jim pero no lo vi por ningún lado. Sonreí de forma traviesa. Aquella era mi oportunidad. 

Me incorporé y me acerqué despacio a la orilla de nuevo.

—¡Oye, Avi! —llamó Sophie desde la distancia. —¿Te vas a bañar sola? —vi que se le arrugaba ligeramente el ceño. No era buena señal.

—Hace calor. Solo quiero refrescarme un poco. 

—Espera a que terminemos y vamos contigo —intervino Wong.

—No hace falta, ¡de verdad! No me alejaré mucho, me quedaré donde no cubre. Lo prometo —alcé una mano para posarla sobre mi corazón. Sophia no parecía muy convencida pero finalmente me dejó marchar con aquella promesa.

Prácticamente saltando de alegría puse finalmente los pies en el agua. Di un respingo al notarla helada como el hielo. Entré hasta donde tocaba fondo en el agua y me relajé, al fin.

Tuve cuidado de no ir muy lejos, al no saber nadar, me daba miedo. Había mucha gente en la playa, tanta que cuando llegamos nos costó un rato buscar un sitio libre cerca del mar. El agua era cristalina y se veía el fondo arenoso desde la superficie. Desde donde estaba pude ver a mis dos amigos acabando de arreglar sus cosas para reunirse conmigo lo antes posible. De vez en cuando miraban en mi dirección para asegurarse de que estaba bien.

Estuve un buen rato dando vueltas por la orilla. Sentaba bien estar allí con el calor que hacía, en plena ciudad no se podría ni estar en aquella época del año. Los inviernos podían ser intensos, pero el calor podría llegar a ser mucho más duro, incluso.

Sin querer mis pies chocaron con algo en la arena. Moví mis brazos hacia atrás agarrando un poco de impulso y los acompañé con el caminar de mis pies que sentía tan pesados, alejándome de lo que fuera aquello. De un momento a otro, dejé de sentir el piso bajo mis pies. 

Pataleé en un acto reflejo. Había un desnivel considerable y había ido a caer en el lado profundo. Intenté volver a donde estaba, pero por mucho que moviera mis pies y brazos, no conseguía moverme del sitio. 

Al menos aún seguía a flote y utilicé eso para visualizar mejor mi posición. Pensé en usar la magia para transportarme a la arena, pero no se me ocurrió llevar el anillo aquel día. Mi mente iba más rápido de lo que podía procesar. Estaba a punto de tener otro ataque de ansiedad.

Cuando la mente se bloquea, estás perdido.

Grité con todas mis fuerzas varias veces, con la esperanza de que alguien pudiese oírme. La corriente tiraba de mí, mar adentro. Intentando llamar la atención de alguno de mis amigos, tragué agua y notaba como me estaba costando no hundirme.

Cuando mis brazos se cansaron y mi cuerpo se volvió débil, me hundí del todo. Por mucho que intentara salir, ya no podría por mí misma. Estaba agotada. Muerta de miedo.

Entonces, tan solo había silencio. Un silencio espeluznante que hizo que se me helara aún más la sangre. 

Aquella sensación... No poder hacer nada, sin poder respirar correctamente, sentir como te ahogas poco a poco... Fue la peor experiencia que pude haber tenido en toda mi vida. 

Cerré los ojos y me dejé llevar por el sonido del silencio que me envolvía cada vez más.

Pero el silencio se rompió en mil pedazos cuando sentí dos brazos agarrarme con fuerza para luego tirar de mí hacia arriba. 

Y por fin pude respirar de nuevo.

𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora