[33] EL ACTA

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Rosie durmió hasta que llegaron al Reino, momento en el que Daryl la despertó y saltó de la carreta para caminar junto a ellas. Rosie observó cómo se abrían las puertas, revelando multitudes de personas dentro de los muros del Reino.

—¡Ahí está la tía Carol! —exclamó Rosie—. ¡Y el tío Ezekiel!

Lara se rió y ayudó a Rosie a salir de la carreta para que pudiera correr hacia Carol y Ezekiel. Rosie saltó directamente a los brazos de Ezekiel, y él la levantó con una sonrisa en el rostro. Kelly corrió a saludar a su hermana y la abrazó.

—¡Lara! —gritó una voz que hizo que Lara volviera la cabeza.

Vio a Enid corriendo hacia ella y sonrió—. ¡Enid!

Abrazó a la chica cuando la alcanzó y Enid suspiró en el hombro de Lara—. Gracias a Dios que estás bien.

—Michonne —dijo Ezekiel sorprendido, llamando la atención de Lara.

—Estaba por el vecindario, así que...

Carol miró a Judith antes de mirar a Michonne—. ¿Judith? —luego volvió a mirar a Judith—. ¿Nos recuerdas?

—Los he dibujado desde que era pequeña. Tú eres Carol y tú eres el Rey —dijo Judith—. Tu pelo creció mucho.

—Es cierto —dijo Carol con una sonrisa.

Lara vio que Tara se les acercaba y sonrió—. Hola Tara.

Los ojos de Tara se clavaron en Lydia—. El plan era traer a Henry. Solo a Henry.

—El plan cambió —dijo Lara—. Reúne a los líderes. Tenemos mucho de que hablar.

—Mami, ¿qué pasa? —preguntó Rosie.

—Ve con la tía Enid —dijo Lara—. Te encontraré en un rato. Tengo algo que hacer.

—Está bien, mami —dijo Rosie.

Enid sonrió—. Vamos Ro. Buscaremos algo para hacer.

Lara las vio irse tomadas de la mano y sonrió. Tomó la de Daryl y se dirigió al teatro, donde los líderes de cada comunidad se reunieron para hablar sobre su nuevo enemigo.

—Sé que no he estado de acuerdo con muchos aquí —comenzó Michonne—, pero nunca dejaron de importarme. Solo intentaba proteger a mi familia y hacer las cosas bien para mi gente. El futuro de Alexandria está aquí, junto a ustedes. Y perdimos eso de vista por un tiempo, pero... ahora estoy aquí. Estamos aquí.

—Tras el voto informal de los miembros del consejo en la feria, todos decidimos —dijo Gabriel—. Alexandria está dispuesta a darle asilo a Lydia. Ahora es una de nosotros. Esperamos que los demás hagan lo mismo.

—Gracias —dijo Lydia—. Haré lo que sea para ganarme mi lugar y retribuirles.

—Si su madre toma represalias será contra Hilltop, no contra Alexandria —dijo Tara—. Tengo que hacer lo mejor para mi gente. Creí que pensábamos lo mismo.

—Así era —dijo Michonne—. Y... mira, cuando vino a mi puerta le pedí que huyera. Y cuando no lo hizo, me enojé.

—Entonces sabes por qué no estoy de acuerdo —dijo Tara.

—Sí —dijo Michonne—. También sé por qué Rick no confiaba en mí cuando aparecí en la entrada de la prisión. Y cómo la gente no confiaba en ti después de verte del otro lado con el Gobernador.

—Iba a matarte en cuanto apareciste en nuestra costa —dijo Rachel.

Tara asintió—. Bien. Está bien. Es justo.

—Lydia no eligió de dónde vino —dijo Lara—. Pero eligió dónde quería estar. Como todos los demás en esta sala.

—Dejé algunos de mis mejores luchadores en Hilltop —dijo Tara—. Si los locos de las pieles son tantos como dice Daryl, no son suficientes.

—Debemos llevar un grupo a Hilltop para protegerlos —dijo Daryl—. Por si acaso.

—Es una buena idea —dijo Carol—. Llevaré a algunos del Reino.

—Oceanside puede enviar algunos —dijo Rachel.

—Alexandria también —dijo Gabriel.

—¿Entonces salimos por la mañana? —preguntó Rachel.

—No, podrían aventajarnos si esperamos —dijo Carol—. Debemos salir hoy.

—De acuerdo —dijo Gabriel—. Pero enviar más personas es una solución a corto plazo.

—Para enfrentar esta amenaza, las cuatro comunidades deben presentar un frente unido —dijo Michonne—. Por eso propongo un pacto de protección mutua. Un ataque a una comunidad es un ataque a todos nosotros.

—Juntos podemos hacer que esta gente piense dos veces antes atacar Hilltop —dijo Lara.

—Los líderes del Reino están dispuestos a aceptar esa idea —habló Ezekiel.

—Oceanside está de acuerdo —espetó Rachel.

—Está bien —dijo Tara—. ¿Entonces cómo lo sellamos? ¿Escupimos y nos damos la mano? ¿Un pacto de sangre? ¿Qué?

Ezekiel sonrió—. Tengo lo indicado.

Fue a un armario y sacó una gran hoja de papel. Lara lo reconoció como el acta constitutiva de Michonne, nunca firmada y presuntamente desaparecida. Estaba sorprendida de que Ezekiel la tuviera, preguntándose exactamente cómo llegó a estar en su poder.

—¿Qué? ¿Cómo...? —preguntó Michonne.

—Bueno, es mágico —dijo Tara sonriendo—. Obviamente —luego miró a Michonne—. Puede que me haya llevado algunas cosas cuando me fui. Hice lo que pensé que era correcto. Lamento por cómo resultó.

—Yo también —dijo Michonne—. Y gracias. Tenías razón.

—Tú también —dijo Tara.

—Sabía que este día llegaría —dijo Ezekiel—. Nunca lo dudé.

—Aunque no llegó en buenas circunstancias —dijo Lara.

Ezekiel garabateó su firma—. John Hancock, muere de la envidia.

Le entregó el bolígrafo a Carol, quien firmó con su nombre antes de entregárselo a Rachel. Los líderes de cada comunidad firmaron el acta, y cuando Michonne recibió el bolígrafo, se lo ofreció a Lara.

—Debería ser quien nunca se dio por vencida con esto —dijo Michonne.

Lara tomó el bolígrafo, suspirando—. No he escrito mi firma en mucho tiempo.

Garabateó su nombre, escribiendo la "i" de Grimes con un pequeño corazón solo por diversión, antes de dar un paso atrás y mirar el papel.

—Bueno, ahora que está hecho, ¿podemos ir a disfrutar de la feria? —preguntó Lara—. Porque mi hija está por aquí en algún lugar y quiero mostrarle cómo solían ser las comunidades.

—Sí —dijo Ezekiel—. Disfrutemos del día mientras podamos.

Lara sonrió, agarrando la mano de Daryl—. Vayamos a buscar a Rosie.

BLEEDING OUT | Daryl Dixon ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora