All I Need || Olicity

Thinking Out Loud

Su cola de caballo, perfectamente peinada como siempre. Sus ojos, fijos en las computadoras. Sus piernas, cruzadas. Cada detalle contaba.

Darle tiempo al tiempo era un consejo que Oliver se decidió a escuchar más. Sin Deathstroke amenazando la ciudad ni Malcolm Merlyn haciendo idioteces la calma se disfrutaba en el sótano de la discoteca. Por supuesto que extrañaba cada día más a su madre y a su hermana Thea, que no se dignaba a contestarle el celular, pero su vida se estaba rearmando nuevamente. Sentía que tenía un propósito cada vez que salía allá fuera con su capucha puesta. Tal vez ya no poseía la empresa familiar, pero tenía un equipo que lo apoyaba. No podía pedir más.

Y después estaba Felicity.

Primero estaba la forma en que balbuceaba cada vez que estaba inquieta o nerviosa, lo que era casi el noventa por ciento del día. Más de alguna vez lo hizo suspirar por la ternura que emanaba. Desde el primer momento en que la conoció sintió un calor en su corazón que le causaba confianza y seguridad.

Luego, su indudable y notable experiencia e inteligencia. No solo con sus computadoras, las que manejaba como si se tratara de la cosa más fácil que existiera, si no también cuando de planes o estrategias se trataba. Se acomodaba sus gafas y les daba a él y a Diggle consejos que nadie pudiera haber esperado de una inexperta rubia de 25 años sin conocimientos en el campo de batalla. Una de las grandes razones por la cuál la admiraba tanto, y el arquero no sentía vergüenza en reconocerlo.

Lo que menos le parecía importante a Oliver era su apariencia. Felicity no encajaba del todo en el prototipo perfecto que tenía el idiota playboy hace 8 años. Sin pensarlo dos veces, cuando Oliver conoció a Felicity pensó que era linda, pero no pudo nunca pasar de eso, hasta que misteriosamente de la noche a la mañana empezó a ir a la oficina con vestidos mucho más ajustados y cortos, además de dejar su cabello suelto. Daba la impresión que Felicity se sentía un poco más segura de ella misma, y eso fue después de unirse a su cruzada. Por supuesto que Oliver no se quejaba, puesto que mirar de reojo sus tonificadas piernas era uno de los pocos lujos que se permitía. Tal vez su cuerpo no estaría al nivel de las supermodelos con las cual se acostaba hace unos años atrás, pero para el mayor de los Queen, Felicity Smoak era perfecta en sí, y no necesitaba nada más. No era linda, como pensaba antes, ni preciosa, ni siquiera hermosa. Mirarla, era como ver un atardecer: sin definición.

Pero la razón por la cuál estaba cayendo enamorado, aparte de la anteriores, era que Felicity Smoak nunca lo había abandonado. Nunca dejó de creer en él, apesar de antes haber sido un asesino, apesar de las ridículas escenas de celos y de la forma en que a veces discutían. Ella pensaba que tenía un buen corazón, lo que era cierto, pero también dejaba salir esa seguridad y luz a la que nadie había podido llegar.

Oliver estaba cayendo perdidamente, algo que nunca se osaría a admitir.

Saliendo de cambiarse su verdoso traje, dejando atrás la capucha y cambiandola por una camiseta negra, un abrigo del mismo color y jeans casuales, Oliver miró como Felicity estaba enfocada en el trabajo, sin darle ni un poco de atención.

"Hey" pronunció el arquero, mirando el lugar buscando rastros de sus compañeros Diggle y Roy. Aparéntemente, se habían ido temprano.

"Buen trabajo allá fuera" le respondió Felicity, sonriéndole por unos instantes. "Como siempre"

"Gracias a ti" Oliver nunca paraba de alagar a Felicity por su trabajo. A veces, las expresiones de la rubia al escuchar tales palabras le alegraba el día. Oliver se maldijo para sus adentros, Felicity estaba jugando demasiado bien con su corazón, ni siquiera notando lo que hacía. Oliver sonrió. "Como siempre"

Felicity hizo un movimiento de cabeza dándole la razón, y se giró para seguir tecleando. Oliver, por su lado, se lamió los labios, pensando si estaba quedando en ridículo.