Capítulo XXVIII: El Todo o Nada

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~°~°~ Capítulo XXVIII: El Todo o Nada ~°~°~

"Kanon"

La lluvia arreció. Al griego le pareció escuchar su nombre, pero lo ignoró.

—Kanon

El mencionado lo había vuelto a escuchar, esta vez con más fuerza. Sintió que se quedó sin aire. Instintivamente, levantó el rostro, impactado.

Frente a él estaba el hombre rubio, con piel lechosa expuesta debido a su torso desnudo, portando únicamente un pants. El rostro denotaba cansancio y poco acicalamiento tras percatarse de la casi imperceptible sombra de barba, la cual buscaba borrar cada mañana de manera rutinaria. Parecía ser que el hombre estaba en una llamada telefónica, la cual terminó en ese momento.

Aquel cuadro provocó en el griego un bombeo sanguíneo repentino, sintiendo los latidos de su corazón en las sienes, su garganta comprimida, la boca del estómago cerrada y el tiempo tan relativo, creyó que se había detenido de repente.

Era la última oportunidad, aceptaría cualquiera que fuera el resultado.

—Por un momento pensé que ya no estabas —formuló luego de un tiempo que se le hizo eterno. No pudo evitar lanzar una pequeña risa nerviosa. Se arrepintió de ese acto tan soso.

—-Rada... Discúlpame —le temblaba la quijada, los hombros, las piernas. —Esto es tan repentino, hasta podría llamarlo injusto. Perdóname por lo que te he hecho.

El rubio lo miraba ensimismado, parado justo en el marco de la puerta, a la expectativa, en silencio.

—No recuerdo la primera vez que te vi, tampoco recuerdo nuestro primer beso, ni.. bueno, ya sabes, esos momentos importantes, y no sé si algún día lo haga. El punto es que, no tengo esas memorias, pero el sentimiento y la calidez que me embriagan cada vez que estoy contigo, cada vez que te pienso... me ahoga. Y no quiero que te vayas y que nunca te vuelva a ver, sin saber... si tú también lo sientes —inhaló profundo, tragó fuerte, y continuó hablando con el riesgo de que se le quebrara la voz. —Radamanthys, esta es nuestra última oportunidad. Ahora sé, y estoy completamente seguro, que te amo, te he amado desde hace mucho y quiero seguir amándote —-los labios le temblaban, los cuencos de sus ojos se humedecían. —-Rada, perdóname por venir tan tarde, por darme cuenta hasta ahora, pero necesito preguntarte ¿tú quisieras—-

—Después de todo lo que hice durante tanto tiempo —interrumpió, con voz firme. —Me tenías siempre en la pendiente de saber lo que ocurriría, la decisión que tomarías, y ahora vienes a mi casa, a horas de mi viaje, y te atreves a preguntar eso... —la voz del inglés buscaba ser dura. —Eres un imbécil, cómo se te ocurre... —se le quebró la voz.

El griego fue arrebatado de su estado catastrófico de forma casi violenta, para internarlo en el apartamento y luego escuchar la puerta cerrarse de golpe. Todo pasó tan rápido que no se fijó cuando fue aprisionado entre los brazos que su cuerpo extrañaba, era estrujado, con fuerza, casi queriendo deshacer aquel mapa físico para abrazar su alma. No podía moverse, pero olfateaba el cuello del rubio, aquel aroma tan característico de él, como de roble en invierno, ahora con tabaco impregnado. Se sentía cálido. Luego de salir de su perplejo, correspondió al abrazo con la misma intensidad.

Solo unos pequeños centímetros de separación bastaron para volverse a unir, pero esta vez por los labios, arrebatados, necesitados de aquel entrañable sabor, acompañados con hilos de agua salada que brotaban de sus ojos, sin tapujos.

—Kanon, te amo, te he amado y quiero seguir amándote —le sostuvo el rostro con las manos, chocando sus frentes, observándose, dedicándose al deleite de los deseos más profundos que ahondaba en la mirada de cada uno. Comprendiendo su dolor, su aflicción y su perdón.

Drákos AgóraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora