Parte 1

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Por mucho que corriese y corriese dejándome las piernas, no había salida. Me intenté orientar por la luna, pero lo único que conseguí es perderme en la oscuridad. 

De repente noté como si algo o alguien me estaba vigilando, me giré, pero no había nada, yo notaba algo, y no algo muy bueno. 

Lo intenté ignorar con un nudo en el estómago, y seguí andando, en busca de un refugio o alguien que me ayudara, Al cabo de unos 5 minutos andando sin rumbo alguno, encontré unas huellas que se marcaban en el suelo, parecían unas huellas de unos pies descalzos, y decidí seguirlas, no me podía perder más de lo que estaba.

Seguí las huellas durante un buen rato hasta que desaparecieron. Miré a mi alrededor y vi una plaza cubierta de hojas secas y hierba. Me acerqué y me pareció ver a una niña sentada en un banco lejano y oscuro, la niña llevaba puesta una capucha larga y negra, daba mal rollo la verdad.

Me acerqué lentamente mientras la miraba fijamente, la niña también me miraba, tenía unos ojos penetrantes. La niña empezó a llorar sin motivo alguno y de repente un millón de ojos me estaban mirando intensamente, me asusté, grité esperando que alguien me ayudara, mientras tanto la niña se me acercó y ya no estaba llorando, me calmé un poco, la niña seguía acercándose cada vez más a mí hasta que se me paró justamente delante. 

Se me quedó mirando un buen rato y luego me dijo en un tono frío "toma esto", seguidamente me apareció un pote que tenía una calavera dibujada, me espanté aún más, pero me lo guardé al bolsillo del pantalón y me puse a correr, mucho, hasta que llegué a un precipicio, estaba muy alto, tanto que no se veía un final. Me giré buscando un camino para seguir huyendo, pero todos los árboles parecían unirse y no veía ninguno, me intenté relajar cuando de repente la vi, justamente delante de mí, como cuando me dio el frasco, y me dijo esta vez un poco más fuerte y con voz más grave "te has equivocado en huir de mí, solo quería ayudar-te, ahora sufrirás las consecuencias".

Volvieron a aparecer los ojos mirándome fijamente, pero esta vez salieron de los arbustos, gente sin rostro, si sin rostro, la niña desapareció y la gente sin rostro se seguía acostando a mí. Grité lo más fuerte que pude hasta que me empujaron...

Un sueño sin salidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora