7.

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 —Min. Lo siento mucho.

—Tú no tienes por qué sentirlo. Al contrario, yo estoy tan apenado por mi familia. Son unos desgraciados, Taem. Ven acá.

Minho extendió sus brazos para recibir a su pequeño. Taemin se levantó del asiento y se lanzó a refugiarse en el pecho de su amado. En ese instante, sintió cómo todo el amor y el apoyo que necesitaba lo envolvían cálidamente, otorgándole a su alma la paz que había anhelado durante tanto tiempo, desde aquel fatídico día en que conoció a Seung.

—No quiero que llores más.

Minho tomó el rostro de Taemin para mirarlo de frente, pasando un mechón de su cabello castaño detrás de la oreja. Taemin vio amor en esos grandes ojos oscuros.

—Quizás nunca haya tenido una conducta impecable mientras viví en la calle, pero no puedo reconocer algo malo que no haya hecho, Min. Sé que tu hermano te dio una versión distorsionada de los hechos, porque esa es la que está plasmada en la denuncia que interpuso tu padre junto a Seung en mi contra.

—Por favor, mi niño, no quiero saber nada. Sé que todo es mentira. Sus embustes me los sé de memoria. ¿Sabes cuántas veces mintió en mi contra con tal de ganarse el apoyo de mi padre y heredar el manejo total de la compañía? Yo sé quién es en realidad Choi Seung.

—Ahora quiero que vayas a tu lugar de trabajo y que hagas lo que sabes hacer con esas computadoras. No te preocupes más, nadie volverá a molestarte, lo prometo, Taem.

Taemin le sonrió y, como siempre, le dio un beso en la mejilla, rozando a propósito la comisura de sus labios, antes de salir corriendo. Esa actitud tan infantil provocaba en Minho sensaciones muy íntimas, a veces difíciles de ocultar. Pero él era un caballero y se había prometido no tocar ese tema aún. No quería precipitar un momento que sabía que, tarde o temprano, sucedería., le dejaría a Taemin la decisión de saber y entender el momento adecuado para entregarse en cuerpo y alma. Ese día llegaría y para Minho sería el más esperado y hermoso, de eso estaba seguro. Su niño era lo más preciado en su vida. 

 Minho entró en la oficina de su padre sin tocar la puerta. Su hermano ya estaba sentado en uno de los cómodos sillones. La expresión en el rostro de su padre le hizo entender que estaba al tanto del enfrentamiento que había tenido lugar.

Byung mostraba un rostro desencajado; las arrugas en su frente se marcaban cada vez que se sentía molesto. Minho intuyó que la charla no sería fácil.

—Siéntate, Minho. Tenemos mucho de qué hablar.

Minho obedeció, pero lo hizo con desagrado. La verdad es que no le agradaba estar al lado de Seung, y menos aún a sabiendas de que había maltratado y amenazado a Taemin. Su hermano era tan bajo. Jamás lograron establecer una relación fraternal; eran demasiado diferentes.

—¿Por qué contrataste a ese callejero?

Minho se levantó como si un resorte lo impulsara. Esa palabra lo hizo reaccionar con enojo de inmediato.

—No te permito que...

—¡CÁLLATE, MINHO! TE HICE UNA PREGUNTA Y AHORA MISMO LA VAS A CONTESTAR! —gritó su padre, furioso.

—Te voy a responder por respeto a lo que representas, pero no por gusto. Contraté a Taemin porque soy el subdirector de esta empresa y tengo el derecho de elegir a mis empleados. Así que, desde ahora, tendrán que aguantar su presencia en la compañía, pues no pienso despedirlo. Él es un excelente técnico en computación. Y te pido que, cuando te refieras a Taem, lo hagas con el debido respeto que se merece.

—JAJAJA... ¡CLAP! ¡CLAP! JAJAJA... ¡CLAP! —fue la respuesta burlona que le ofreció Byung a su hijo.

—Minho, hay algo que todavía no has logrado entender: Seung y tú son mis empleados. Yo soy el dueño absoluto de la empresa Choi, así que, si quieres seguir trabajando para mí, tendrás que alinearte y cambiar esa actitud altanera que estás teniendo conmigo.

—Sabes que no puedo renunciar; mi mamá ha puesto toda su confianza en mí. Prometí cuidar su parte de la empresa. Y aunque no me guste estar aquí, tengo que cumplir mi palabra. Además, le pregunté sobre la contratación de Taem y ella me dio su aprobación.

—Tu madre siempre haciendo caridad con esa bola de piojosos, y ahora tú también.

A Byung le dieron ganas de abofetearlo, en parte por ver cómo se estaba saltando su autoridad y, por otro lado, porque odiaba a esa gente. Desde ya sentía urticaria al pensar en ese callejero dentro de su empresa.

—Te advierto que, si llego a toparme con él, no seré nada condescendiente. no me interesa si te lo estás tirando. Solo no hagas tus porquerias aquí, manten tu pene dentro de tus pantalones cuando estés en la empresa y en el horario de trabajo.

 —Papá, no sé cómo puedes ser tan cruel incluso con tus propios hijos. Yo jamás haría nada que ofendiera la honorabilidad de Taemin, y menos en el trabajo. ¿Qué tan poco me conoces? ¿O debería decir que no sabes nada de mí?

—¿Y tú, Seung? ¿Por qué no has dicho nada? Estás tan callado. Hace un rato tenías la boca llena de calumnias —cuestionó Minho, frunciendo el ceño.

—No he hablado porque me estoy divirtiendo. Quiero escuchar hasta dónde llegas para defender a esa rata callejera. Pero creo que esperaré mejor a ver cómo te caes en el fango, porque eso es lo que harás muy pronto.

Minho se sintió profundamente decepcionado de tener un padre y un hermano que gritaban a los cuatro vientos su intolerancia hacia la gente necesitada y desprotegida. En momentos como esos, daba gracias a la educación que había recibido de su madre, Victoria. Ella siempre le inculcó el respeto y el amor hacia quienes estaban desprovistos de lo esencial. Por eso defendería a toda costa a Taemin y a todos los que quisieran interponerse entre ellos.

—Retírense los dos, ya me amargaron el día —expresó Byung, con tono autoritario.

Ambos hermanos salieron de la oficina de la presidencia, furiosos. Pero más que nada, Minho sabía que su padre le haría pagar caro su afrenta. Esto no había terminado, no. Byung era un ser rencoroso y prepotente.

Minho regresó rápidamente con Taemin, deseando reconfortarlo, decirle que no había problema alguno, que nadie se atrevería a importunarlo.

—¡Taem! —exclamó, acercándose con prisa.

—¿Qué pasó? —preguntó Taemin, ansioso.

—Nada importante. No tienes de qué preocuparte. Ni mi padre ni Seung te molestarán. Ya les dejé claro que tendrán que respetarte.

Taemin suspiró y se relajó, sintiendo el peso de la tensión desvanecerse.

 Minho se acercó aún más y pasó suavemente su dedo por el labio inferior de Taemin. Luego, unió sus bocas en un dulce beso. Taemin respondió con todo el amor que sentía; su corazón palpitaba con fuerza, sus mejillas se sonrojaron y, finalmente, sus piernas temblaron. Amaba a su Min más de lo que podía expresar. Estaba dispuesto a soportar a varios Seungs si eso significaba continuar a su lado.

No, él no se daría por vencido tan fácilmente; pelearía hasta el último aliento por ese hombre tan maravilloso. Minho sintió la tentación de pasear sus manos por el virginal cuerpo, y más aún cuando notó las pupilas dilatadas de Taemin, quien, no pudo evitar lanzar un pequeño gemido al disfrutar al máximo la lengua traviesa de su novio. Pero casí de inmediato se avergonzó de haberlo siquiera pensado, eso no era correcto. 

"¿Qué intentas hacer Minho? Es un jovencito, ya bastante atrevido es que sea tu novio." "Contrólate él te hará saber cuando es el momento".

CONTINUARÁ...

🤗😘💘🤗😘💘🤗😘 

 ¡Qué bueno que Minho no se dejó!

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