Akiko era una mujer que se consideraba afortunada. A sus 18 años conoció a un hombre del que se enamoró profundamente y que la hacía increíblemente feliz. Kageyama Hiroki, su pareja, no era un hombre muy emocional, sin embargo, siempre la trataba con mucho cariño y respeto. En cierta forma, era algo que funcionaba para ella, ya que tampoco le gustaba el romanticismo meloso. Para ella, Hiroki era un excelente compañero de vida: confiable, sincero y fuerte. Tanto fue así, que no le importó mucho dejar sus estudios cuando quedó embarazada a los 21 años.
Ahí fue cuando llegó Miwa a sus vidas, una niña hermosa que se parecía bastante a su padre, algo que Akiko destacó en el momento en que la vio. Uno de sus recuerdos más valiosos es el de su poco emotivo esposo tomando con cuidado a la pequeña por primera vez mientras sonreía temblorosamente.
"Hola..." Le susurró Hiroki a su hija recién nacida, para luego mirar a la mujer que luchaba a estas alturas por mantener los ojos abiertos. "Es demasiado pequeña..." Akiko lanzó una risa al oírlo hablar sorprendido.
"¿Y qué esperabas?" La respuesta burlesca de la mujer hizo que el otro rodara sus ojos. Hiroki se acercó a ella sosteniendo a la bebé.
"Yo cuidaré de ella. Descansa por ahora." El hombre pelinegro le dijo suavemente.
"Te amo, Hiroki." Respondió ella antes de caer en un profundo sueño.
Pasaron un par de años desde ese momento. Akiko, después que Miwa pudo ir al jardín escolar, tomó un trabajo de medio tiempo, lo que le permitía llevar dinero al hogar, estar con su hija y cuidar de la casa. Se sentía contenta, sin embargo, Hiroki no estaba convencido.
"Akiko... ¿Estás segura que no quieres retomar tus estudios?" Le preguntó un día. "Miwa ya está suficientemente grande, y mi papá estaría encantado de cuidarla de vez en cuando."
"Tú sabes que no tenemos dinero para eso..."
"Pero no es lo que te estoy preguntando." El pelinegro soltó con seriedad. "Lo que quiero saber es si quieres retomar tus estudios. Si me dices que eso es lo que quieres, nos la arreglaremos para que funcione."
Akiko no tuvo que pensar mucho en su respuesta. Honestamente, ella sí quería volver a estudiar, pero no era realista en ese momento. Miwa seguía siendo pequeña y ella quería disfrutarla lo más posible. Más adelante, podría pensar en ello... Sin embargo, si le decía eso a su marido, estaba segura que él haría hasta lo imposible para cumplir con ese deseo, incluso sobre explotarse en el trabajo...
"No." Le dijo finalmente. "Dedicarme a ustedes es lo más importante para mí." El pelinegro posó una mano sobre la mejilla de la mujer y comenzó a acariciarla con el pulgar.
"Ok... Si en cualquier momento cambias de opinión, dímelo..." Dijo con intensidad. "Por favor..." Ella asintió, y luego se acercó a Hiroki para besarlo. Esos detalles eran los que enamoraban más y más a Akiko.
Esa relación tan intensa que compartían debía consumarse con otro embarazo... y cuando pensaban que Miwa se parecía a su papá, nació Tobio. Según Kazuyo, el padre de Hiroki, el bebé era una réplica exacta de su hijo.
Al ser dos hijos ahora, Kazuyo comenzó a estar más presente en la casa, para ayudarlos a cuidar a los pequeños. Eso le hizo pensar a Akiko que podría ser el momento para pensar en retomar sus estudios, aunque se reservaría sus pensamientos hasta cuando Tobio tuviese edad suficiente para ir al jardín infantil, y así no sentir como si lo estuviese abandonando.
"¡Mamá! ¡Papá!" Los recibió gritando un día Miwa. "¡Ayúdenme a quitarle mi pelota de volley a Tobio!"
"¿No se la puedes quitar tú?" Preguntó confundida su madre... Cuando llegó a la sala de estar donde estaban sus hijos, y vio que la niña forcejeaba con el bebé. Tobio abrazaba el balón mientras arrugaba su rostro, posiblemente por la enorme cantidad de fuerza que estaba haciendo.
"¡Suéltalo, Tobiooo! ¡Es míoooo!" La mujer no pudo evitar soltar una risa ante la escena, mientras Hiroki apretó los labios para no reírse. "¿¡Me van a ayudar o no!?" Reclamó Miwa al verlos inmóviles. El padre fue quien se acercó primero para acariciar la cabecita del bebé.
"Te gusta mucho ese balón, ¿cierto?"
"No se lo voy a dar, papá. Es mi balón." Masculló la pelinegra cruzando los brazos.
"Miwa, no seas mala con tu hermano." Akikó le regañó ligeramente divertida. Justo en ese momento, Hiroki sacó de su bolso una pelota de volley un poco más pequeña, de color azul con negro.
"¿Te gustaría jugar volley a ti también, Tobio?" El niño vio el balón que tenía su padre y sus ojos comenzaron a brillar, para que luego soltara el balón de Miwa y tomara al instante la que sostenía el hombre. Los tres vieron como el pequeño comenzó a rebotar la pelota con sus manitos, mientras lanzaba risitas entusiastas al ver el movimiento de su nuevo juguete.
"Claro... Ahora actúas todo lindo, ¿no, engendro?"
"¡Miwa!"
Con el pasar de los meses, Akiko se dio cuenta que Tobio no le era tan fácil de comprender como Miwa, y Hiroki varias veces era quien acertaba. No era algo que le molestara precisamente, pero sí le llamaba enormemente la atención.
Poco tiempo después ocurrió la tragedia. Unos policías llamaron a Akiko para informarle que Hiroki había sido asaltado y había resultado gravemente herido. Desesperada, partió al hospital junto a su suegro. Cuando lo vio en esa cama blanca, con un montón de máquinas conectadas a él, no pudo evitar romperse a llorar.
"Hiro..." Susurró acercándose a él. Kazuyo también caminó hacia ellos en completo silencio. "Hiro, mi amor..." El hombre pestañeó varias veces antes de percatarse de la presencia de su esposa y su padre.
"No llores..." El pelinegro dijo débilmente, alzando con dificultad su mano para acariciar su rostro. Ante la petición, ella hizo su mejor esfuerzo por calmarse.
"Perdón, perdón... Tienes razón..." Akiko intentaba convencerse mientras sonreía con tristeza. "Vas a estar bien, e iremos a casa... Y- y podrás jugar con Tobio y Miwa, y todos te consentiremos, y-"
"Akiko... Te amo..." No sabía que estaba pasando por la mente de su esposo cuando mencionó su nombre, pero el tono apagado y triste le hizo pensar cuenta que él sabía que todo lo que había enlistado no sería posible. Sostuvo la mano del hombre contra su mejilla mientras comenzaba a llorar nuevamente. "Papá..."
"¿Sí, hijo?"
"Eres el mejor padre que pude haber tenido." Kazuyo, manteniendo la compostura, comenzó a acariciar la cabeza de hijo, para luego inclinarse para darle un tierno beso en la frente. Algo susurró su marido, que no pudo distinguir.
"Por supuesto, Hiro." Respondió el Kageyama mayor y tomó la otra mano del herido, frente a lo que Hiroki sonrió.
Después de eso, cerró los ojos, al mismo tiempo que una de las máquinas comenzó a lanzar un pitido agudo y constante.
"¿Qué? ¿Qu- qué pasa? ¿Hiroki?" La mujer preguntó alarmada. Apretó la mano de su amado sin obtener ninguna reacción. "No... ¡No! ¡Por favor! ¡Te necesito! ¡Hiro!" Al instante comenzaron a llegar médicos y asistentes para atender al paciente, mientras al mismo tiempo intentaban sacar de ahí a Akiko y Kazuyo. "¡No! ¡Hiroki, no te vayas, por favor!" Fue el Kageyama mayor quien tuvo que sacarla la habitación.
Ya para cuando el médico salió un par de horas después a informarles que Hiroki había muerto oficialmente, ellos ya intuían que había perdido la batalla.
"Yo me encargaré de los trámites. Anda con los niños." Kazuyo le dijo con delicadeza, lo que hizo a Akiko darse cuenta de algo importante.
"Ay, Dios, ¿Qué le voy a decir a los niños?" Preguntó desesperada, mientras rompía a llorar nuevamente. "¿Qué voy a hacer ahora?" Ya no podía contenerse, y recordaba con algo de vergüenza como lloró a gritos en los brazos de su suegro. Se sentía perdida... su mundo feliz se había desecho en un pestañeo. Había perdido al amor de su vida, al padre de sus hijos y, por más frívolo que pudiese sonar, a la persona que sustentaba económicamente a su familia.
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Punto de Inflexión [Oikage]
FanficKageyama lleva una vida normal. No era la mejor que existía, pero podía manejarse con ella. Tenía su rutina y un futuro ya planeado en su mente. Sin embargo, llega un momento en el que nos cuestionamos si podemos seguir con la misma dinámica, e incl...