¿Damos Un Paseo?

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Paso una semana después de lo sucedido el continúo saludandome con una sonrisa un poco mas tímida que siempre. Yo creía que con lo último que había pasado no iba a sonreírme nunca jamás o al menos ese era el propósito, iba dos veces a la semana con la psicóloga y cuando vio que las heridas de mis brazos estaban cicatrizando, pidió ver mi abdomen y al no ver ni una cicatriz me felicitó y me dio otro de sus sermones muy conocidos sobre la importancia del quererse uno mismo, la del perdón a los demás para poder vivir en paz, también redujo mis visitas a una vez a la semana. Este cambio me agrado ya que podría cortarme libremente algún tiempo sin que este supervisando mi "avanze".

Un día como cualquier otro estaba leyendo uno de mis libros preferidos, esta vez en PDF en el movil. Diego llego y se sento junto mi con su mochila a un hombro, su pelo bien cortado y peinado y su ya habitual sonrisa dijo:

-Siento mucho lo del otro dia. No debí meterme en tus asuntos personales, pero es que cuando te vi el brazo lleno de cicatrices yo... No lo se me sentí herido y no sabia que hacer fue tan inconsciente mi comentario fuera de lugar - y con un suspiro termino diciendo- lo siento.

-No te preocupes. Solo dejalo así es muy amable de tu parte el disculparte. Ahora actuemos como si no nos conocemos, no querrás que tus amigos te juzgen por hablar con la suicida.....

-¿Bromeas? - Pregunto asombrado.

-No. No lo hago.- respondí lo mas seca que pude.

-No lo haré. Es enserio, quiero ser tu amigo, tu apoyo.

-Me crees tonta. No caeré en tu juego, te crees que no se que pueda ser una maldita apuesta, no soy tu diversión.

-Adriana, en que mundo vives, crees que todos te harán daño, yo no soy así cuando te digo hola y que quiero ser tu amigo lo digo sincera y francamente. No miento. No es una maldita apuesta. No eres un juego. Eres una caja de sufrimiento y secretos que no he descubierto, quiero ayudarte.

-¿Quién eres, la Madre Teresa?

- Un hermano en proceso- dijo sonriendo.

-Estas loco, ¿porque yo? ay tanta gente afuera que necesita tu ayuda.

-Quiero ayudarte a ti. No entiendes que... Yo... Lo siento, con permiso. -Sin más se levanto y se fue, quien entiende a los hombres, o ¿seré yo quien no los quiere entender?... Posiblemente. Grito alguien dentro de mi cabeza..

Sin embargo, no le di importancia y continúe leyendo hasta que sonó la campana que indicaba que el receso había terminado, Diego no volvió a sonreirme pero al salir me esperaba justo en la salida de la instalación.

-Por favor ¿puedo hablar contigo?

-Ya lo haces.

- ¿Damos un paseo?

-Caminemos a la salida.

-Ok. Jum como empiezo. Pues verás, yo soy umm bueno era bipolar, la enfermedad esa ya sabes. El caso es que yo se que se siente ser un suicida, cuando todos te ignoran y tu eres el raro.- Respiró hondo.- Solo quería ser amable y bueno también decirte que me gustas, y me pareces interesantísima. Y cuando estoy contigo no necesito pastillas, ni ir a la psicoloca. Que es así como me llamaban "Loco".

Yo mas que extrañada me reí- pero si apenas hemos hablado una o dos veces.

-Lo se, es la mejor parte, que con solo verte soy feliz es raro lo se pero así me pasa y por eso sonrió, me encantan tus ojos color miel.- Dijo intentando tocarme mi mejilla derecha di dos pasos hacia atrás instintivamente.

- No. No me toques si, es difícil no puedo ser tu amiga yo... Lo siento- y salí corriendo. No pare hasta que me sentí segura en el auto de Carol.

-Estas bien Adriana. - pregunto Carol algo asustada.

-Si estoy bien. ¿Nos vamos ?

"Solo Una Vez Más"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora