Amantes (Nico Di Angelo)

Los Hombres no lloran, pero no me importa

Vela fue borrada. Nunca había estado tan cansado en su vida. Los días de correr por todo el país lo estaban matando. Sus músculos estaban pesados, su hocico picaba con el dolor restante de su nariz rota y el cráneo roto y su rodilla aplastada con cada paso. Cientos de millas más tarde y finalmente había llegado a Manhattan .

          Pero ser un lobo gris ceniza de seis pies y medio de alto con una cicatriz dorada sobre el ojo no era exactamente discreto en una ciudad como Manhattan, así que Vela encontró un callejón en las afueras de la ciudad para cambiarse. Todo lo que le quedaba en su escondite de ropa empacado era un par de jeans y una camiseta rosa, sin zapatos. Descalzo es.

          Todo lo que su madre decía sobre Nico y su vínculo tenía sentido. Vela nunca se había sentido tan conectado con alguien a pesar de su distancia.

          Deseó que Nico estuviera allí con él mientras caminaba descalzo por Manhattan. Vela estaba seguro de que si Nico hubiera estado con él, que lo golpearan no hubiera sido tan malo porque al menos habría tenido una razón para sobrevivir si no fuera por él mismo.

          Tampoco lo sería cojear por Nueva York hasta una granja de fresas. Pero Nico todavía estaba en el rancho con Eurytion, que él supiera, y eso lo consolaba. Vela quería mantener a Nico a salvo mientras ayudaba a derrotar a los Titanes. Entonces, entonces iría a buscarlo y podrían pasar un buen rato juntos sin ninguna amenaza de que él saliera lastimado.

          La noche cayó bastante rápido, pero Vela estaba casi en la granja de fresas marcada por el espeso bosque y el olor de los monstruos manchaba la tierra. Pasó junto a ellos, pero ningún monstruo parecía molestarlo. Vela estaba bastante seguro de que era porque realmente no estaba de humor para matar a algunos monstruos en ese momento y ese estado de ánimo simplemente irradiaba de él.

Atravesó los límites del campamento con un poco de lucha, como siempre. Ser un dios le daba como una entrada especial al lugar pero el hecho de que tuviera la maldición de un monstruo le dio un poco de resistencia.

           Sin embargo, lo extraño era que no había nadie alrededor. No hay Connor jugando con la cabaña de Deméter. No hay sátiros coqueteando con las ninfas. Solo una sola luz nocturna que brillaba desde la ventana trasera de la cabaña de Athena donde estaba la habitación de Annabeth. Casi se acercó cuando vio una columna de humo saliendo del anfiteatro. Supuso que todo el mundo estaba haciendo una hoguera a altas horas de la noche.

           Él estaba equivocado. Oh dioses, estaba equivocado.

          Un pequeño fuego naranja ardía en el centro del anfiteatro y Chiron estaba de pie a un lado, todos los campistas alineados en las gradas con Silena a su lado. Vela sonrió cuando la vio pero luego se detuvo. Sus bonitos ojos morados estaban rojos de tanto llorar y Beckendorf la observaba preocupado desde su asiento. Sus manos estaban temblando y el corazón de Vela dio un vuelco cuando vio por qué.

          Escaneó la multitud y vio a Will, así que se subió a su lado. Will también estaba llorando. A Vela no le gustó eso. Se sentó a su lado, sus rodillas rozaron accidentalmente pero Vela no se movió. Supuso que Will necesitaba consuelo si estaba de luto por alguien.

          "-están aquí esta noche para despedirse de un amigo, un hermano y un hijo". Quirón anunció, después de haber estado dando un elogio. Vela hizo una mueca ante su última interrupción. "Silena, ¿le harías el honor?"

          Silena no habló, solo asintió mientras sollozaba y dejó caer el sudario azul marino en el fuego retrocediendo para verlo arder. La seda se marchitó lejos de las brasas, pero finalmente fue engullida por las llamas.