Capítulo 8: El sobreprotector primo

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-¡Un momento, señorita!- Darrel abrió la puerta de golpe, haciéndose notar -¿Qué horas son éstas de llegar, pececito?- me miraba enojado.

Me quedé perpleja. Sinceramente, esperaba que estuviera dormido.

-¡Y no le deberías de dar las buenas noches! ¡Ya es la 1:40 de la madrugada!-

Estoy en problemas.

-Darrel, puedo explicarte- puse la mejor cara que pude, pero él me miraba enojado y serio.

-¿Recuerdas que te dije que iba a salir?- me encogí de hombros, sonriendo tontamente.

-Sí- contestó apretando los dientes.

-Pues...resulta que vi una película con una chica que conocí y pos... se me hizo tarde y después de un par de situaciones me encontré con Jesse y conversamos un rato, pero se nos hizo tarde y......el resto ya lo sabes- le di la sonrisa más grande que tenía.

Ni loca pensaba decirle sobre lo del casi-accidente, me mataria.

-¡Espera un segundo!- dijo - ¿A qué te refieres con "un par de situaciones"?- me preguntó cortando la distancia y entrecerrando los ojos.

-Casi tuvo un accidente con la construcción- le respondió Jesse aún viéndome, molesto, por "tener tan poco cuidado"

Gracias, Jesse, acabas de mandar a este pececito a la red más cercana. Espero que te guste el atún...............¡PORQUE DESPUÉS DE ESTO YO MISMA VOY A MANDAR A ENLATARTE!

Darrel me miró, entre sorprendido y enojado.

-¿Y estás bien?- me preguntó preocupado.

Asentí.

-Menos mal- suspiró -¡Tú sí que eres un imán de problemas!- comentó divertido.

Reí.

-Será mejor que pasen y me expliquen- abrió la puerta y de la mesita negra que tenía justo a un lado de ésta tomó su lata de soda a medio beber.

Jesse me miró confundido y luego señaló a Darrel y su bebida.

-Ah, es que en la noche no lo dejo tomar alcohol y se conforma con refresco-

Se rió.

Darrel se dio media vuelta, con los brazos cruzados, sosteniendo la lata en su mano derecha y el ceño fruncido.

-¿De qué te ríes, maldito niñato?-

Y aquí viene...

-De ti, ¿sino de quién más?- lo miró desafiándolo, con una sonrisa en su rostro.

Me llevé una mano a la cara.

Darrel le sostuvo la mirada por unos interminables e incómodos segundos.

-Ya, ya- me interpuse entre los dos y los alejé usando mis brazos -Luego se odian, ahora vamos a sentarnos-

Ambos suspiraron fastidiados al mismo tiempo.

Jalé el puff que estaba a mitad de la sala y me hundí en él; Darrel y Jesse se sentaron en los sillones opuestos, mirándose de frente. Rodé los ojos. A veces se comportan como todos unos críos.

Tosí falsamente para que me prestaran atención.

-¿No les dije que pararan de pelearse?- me crucé de brazos.

-Está bien, pececito- mi primo me sonrió.

Jesse lo miró discretamente y luego se quejó.

Sonreí para mí misma.

Mi ángel pelirrojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora