La Pelea

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"¡Ronald!" Una chica de pelo rizado gritó desde arriba de las escaleras con una prenda en su mano "¡Que!" Respondió gritando un chico pelirrojo sentado en el sillón molesto, era la cuarta vez en la semana que su esposa le gritaba por ninguna razón.

"¿¡A que te refieres que 'Que'!?" Volvió a gritar molesta la chica "¡Me refiero! A que, ¿¡Que mierda quieres!?" El pelirrojo ya estaba levantado parado frente a su esposa "¡No te atrevas a volverme a hablar así Ronald!" Ya se estaba hartando "¡Tu deja de gritarme!" Era injusta "¡Tu también me estas gritando!" Y se molestaba por cualquier cosa "¡Tu empezaste!"

Antes de que alguno de los dos hiciera algo de lo que se podría arrepentir unas llamas verdes salieron de la chimenea para luego mostrar a un hombre de tez pálida de cabello negro y ojos del color de la maldición asesina "¿Que esta pasando? ¿Vine en un mal momento?" Dijo el ojiverde acercándose a sus amigos.

"No pasa nada Harry, todo está bien" Dijo la chica con una sonrisa falsa "Si... No fue nada, Hermione y yo solo charlábamos" Explico el pelirrojo mientras de dirigía a la cocina por algo de comer.

Hermione solo dijo que se tenia que ir y dejo a Harry solo junto a Ron "Eso no me parecía una charla ¿No se estarán peleando otra vez vedad? No quiero que me taches de entrometido, pero ¿Que pasa?" Harry puso una mano en el hombro de su amigo.

"Esto ya no es lo mismo..." Dijo Ron sentado agarrando una galleta de un frasco "Ron deja eso" Ordenó Harry agarrando el brazo de Ron delicadamente "Que importa, solo es una" Se excusó Ron para luego comerla.

Harry lo miraba mal, sabia que Ron estaba estresado, el era el único que sabia que el comía por estrés y siempre se sentía mal al ver a Ron comer demasiado, aunque el pelirrojo no era gordo, muchos envidiarían el físico de Ron.

El era delgado con una pequeña cintura parecida a la de una chica, su ojos celestes en forma de almendra, nariz perfecta, labios rosados y muchas pecas al rededor de toda su cara que bajaban por su cuello hasta el resto de su cuerpo, más de alguna chica lo había envidiado en Hogwarts y ahora en el ministerio en la cual pasaba casi todo su tiempo libre para acompañar a Hermione.

Ron era el esposo que cualquier persona desearía, era fiel, amable, encantador... Eso hacia sentir mal a Harry ya que sabia que Hermione era lo opuesto a su amigo, Harry y Ron sabían la verdad, Hermione engañaba a Ron y Ron se engañaba a si mismo diciendo que era mentira.

"Eso dices siempre... Ron, tu sabes bien que Hermione no-" Ron no lo dejó terminar "Si. Lo se, ya me lo esperaba..." Dijo Ron intentando agarrar otra galleta, claro que Harry no lo dejó "¿A que te refieres con que ya te lo esperabas?" Pregunto Harry con una mirada triste.

"Me refiero a ¿Porque alguien querría estar conmigo?" Ron se llevo otra galleta a su boca "Soy feo, tonto, raro y de alguna manera soy pobre, es obvio que me engañarían" Harry sintió un nudo en su garganta.

"No digas eso, sabes muy bien que no eres feo, ni tonto, ni raro y menos pobre" Dijo Harry intentando consolar a su amigo, Ron solo suspiro y se levanto de su asiento "Sabes que... Quiero estar solo, perdón, Hermione no regresará hasta en dos horas y quiero descansar un poco..." Dijo Ron parado frente a su amigo.

"Está bien... Entiendo, nos vemos más tarde" Harry se levanto y sin que Ron se diera cuenta escondió las galletas, solo aparecerían hasta en 3 horas, Ron se despidió de Harry con un abrazo y después fue a su habitación.

Hermione y Ron pararon de compartir la misma habitación desde hace 2 años ya que Hermione dijo que necesitaba mas espacio para sus cosas del trabajo, primero Ron se lo tomo normal, no le había dado importancia hasta que mientras ayudaba a ordenar un poco la casa notó que en la habitación de su esposa había ropa de una desconocida.

Tu Perfección  |Blairon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora