Uno, dos, tres, cuatro.
Las cadenas de los columpios resuenan y se mueven con el viento.
Cinco, seis, siete, ocho.
Las hojas secas se quiebran con el peso de mis pasos.
Nueve, diez, once, doce.
Una luz en medio de la oscuridad se enciende en el apartamento del quinto piso.
Trece, catorce, quince, dieciséis.
Suelto un suspiro y miro hacia arriba.
Sombras y siluetas se mueven alrededor. Personas yendo y viniendo de todos lados. El viento es frío, penetra a través del abrigo. Siento un escalofrío recorrerme todo el cuerpo.
Diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte.
Pasos temblorosos me llevan hasta el ascensor. Es cálido, pero no lo suficiente. El frío del exterior causa estragos dentro del edificio, la calefacción no es suficiente. Nunca lo fue.
Un piso, dos pisos, tres pisos.
El número 5 en el monitor de elevador aparece y entonces las puertas se abren.
El pasillo que conduce hasta al apartamento 512 es tan largo como de costumbre. Hay una puerta de madera negra al final. Las macetas de anturios todavía siguen en la entrada, y el tapete verde sigue sucio como siempre. La placa de metal grabada junto al buzón de correos está manchada por el polvo.
«Choi Minho y Choi Taehee.»
Tomo una última respiración y presiono el timbre.
Veintiuno, veintidós, veintitrés, veinticuatro.
Las bisagras de la puerta rechinan al abrirse.
Y Minho me mira.
Sus ojos marrones enormes se abren cuando lo hace, tal vez por sorpresa.
—Hola —susurro, casi tan silencioso como el viento que corre en medio de las calles.
—¿Tae...?
—Taemin —le digo.
Minho está recargado en la puerta, mirándome de arriba abajo.
Asimilando.
Siento mis manos sudando a través de los guantes negros, y mis dientes castañeando por los nervios.
Puedo soportar todo tipo de rechazo, pero no el de él.
—Hola, Taemin.
Y entonces suelto la respiración que no sabía que estaba conteniendo.
Minho me mira y me sonríe, y yo hago lo mismo mientras dejo que los nervios abandonen mi cuerpo.
Toda la ansiedad que me había atormentado en los últimos meses desaparece en el momento en que sus ojos se conectan con los míos.
—¿Me vas a dejar aquí en el pasillo o me dejarás entrar?
—Cierto, pasa.
El más alto se hace a un lado, dejando un pequeño espacio para que pasara. Doy un paso dudoso al interior del apartamento.
La diferencia entre el calor del lugar y del exterior fue notable desde el primer segundo.
Mi abrigo cuelga en el perchero de pared de la entrada, y mis botas de lluvia descansan bajo el buró blanco del recibidor.
Una pequeña sonrisa se me escapa de las comisuras de los labios cuando veo que nada ha cambiado en el apartamento. Ni siquiera las fotos de la boda de hace tres años.
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Don't Shut Me Down
FanfictionTaemin nunca creyó que regresar se sentiría así de bien.