1. Joder con el mal de amores.

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Quackity soltó un vago suspiro por quinta vez de esos diez minutos que llevaba contemplando su casa a media a hacer

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Quackity soltó un vago suspiro por quinta vez de esos diez minutos que llevaba contemplando su casa a media a hacer. Aún recuerda una hora antes cómo todos sus compañeros se zurraban de risa al observar su casa, y que él, avergonzado escondió su rostro enrojecido dejando salir un par de groserías en un intento torpe de disimular la pena que se evidenciaba en sus mejillas.

— Pinches viejos crikosos. — fue lo último que dijo con un ligero mohín de burla ocultando su pena antes de ahuyentarlos mientras manifestaba que estaba en sus raíces mexicanas el tener una casa humilde y que no era nada gracioso que se burlen de su cultura.

Cargó el pico que llevaba a la mano en su no tan confiable maleta que ya había sido escudriñada a saco un par de veces, y de hecho hace unas pocas horas nuevamente había perdido el par de diamantes que con sangre y sudor había conseguido luego de más de seis horas de minar, aún le revolvían las entrañas recordar que todo su trabajo había sido en vano ya que en un par de segundos el Rubius hizo de las suyas para extraerlos de su maleta y al parecer no pensaba regresárselos.

Apretó fuertemente el agarre de sus manos con su maleta dirigiéndose a la casa que tenía con su querido amigo Luzu a trote ligero mientras de a minutos cambiaba el trote por unos pequeños brincos que le daban un aura infantil chistosona que describía bien su aspecto despreocupado cómo el de un niño, se permitió disfrutar de la agradable vista que le ofrecía Karmaland, sintiendo leves escalofríos debido a la brisa fría que ya se podía sentir a pocas horas de llegar la noche.

Si bien era cierto, vivía la mayor parte del tiempo en la casa del mayor, pero ya sea por mero capricho o porqué habían momentos dónde decidía que mejor era estar solo, quizá algunas reuniones para hablar de temas ilegales mientras no se enterara Vegetta o simplemente para tener un punto a dónde poner en marcha su ambicioso proyecto de su escuelita, algo muy a su estilo. Ya a pocos metros de llegar a su destino, divisó a lo lejos un par de cabezas, pensando que era un zombie o un pitbull sin correa que por lo visto Karmaland parecía tener un mogollón tomó uno de sus picos y con nervios asomó su cabeza para esclarecer su vista y ver de qué se trataba el asuntillo. Grande fue su sorpresa al notar que no se trataba nada más y nada menos que Vegetta y Rubius.

Algo hizo que no pasara de largo y se quedara observándolos por un periodo no muy corto de tiempo, lo suficiente cómo para pensar que ellos dos se traían algo entre manos, Luzu le había advertido que Rubius no era alguien en quién debía confiar. Así que lo primero que se le vino a la mente fue que tramaban algo lo suficientemente perverso cómo para que se encuentren hablando a solas, a las orillas de lo que parecía ser un lago, tal vez para negar lo evidente que era la extraña cercanía entre ambos chicos. Quackity permaneció estático observando y tratando inútilmente de escuchar la conversación que mantenían los susodichos.

Vegetta por un lado era un chico que llevaba el perfeccionismo al extremo, para él todo tenía que seguir una regla, todo tenía que estar muy organizado.. pero eso no le quitaba lo amable, demostraba ser sumamente gentil, no podría decirse que eran los grandes amigos pero sentía que tenía lo suficiente de conocerlo para poder resaltar ciertas cualidades suyas.

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⏰ Última actualización: Jul 27, 2022 ⏰

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