I.

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Solía escuchar que las personas le temían, que huían despavoridos de su nombre. Comprendía el porqué, más no se sentía cómodo ante la idea de ser tan despreciado sin razones justificadas... aún si era algo con lo que tenía que vivir. Bufó. Había una ironía en todo el asunto que lograba ponerle los pelos de punta, las personas amaban la vida pero no la respetaban. 

Él no odiaba la vida, sentía admiración.

Quizás algo de celos. 

Vida amaba a todos por igual, cada una de sus creaciones, cada especie, cada ser. Tenía un corazón tan bondadoso y puro que sangraba cada vez que debía soltar sus creaciones; en ocasiones le devolvía algunas, incapaz de ser cruel con aquellos ojos almendra qué lo observaban a la distancia. 

Ambos eran devotos entre sí, se respetaban y secretamente se admiraban. Comprendían que ambos roles eran necesarios para el flujo del tiempo y qué quizás las cosas no funcionarían de otra manera. 

Suspiró. 

— No lo sé, Lux, esto me parece una mala idea. — torció los labios observando al mencionado. 

Vida, como muchos lo llamaban, sonreía mostrando los dientes, parecía resplandecer en sí mismo mostrando así el origen de su nombre: Lux, un rayo de luz, desde el primer segundo en que lo conoció. Lux representaba el inicio, siendo la vida misma, era la representación pura de amor y bienestar, él –por el contrario– era el final.

— ¡Vamos! ¿De qué sirve ser quienes somos si no podemos vivir aunque sea estos instantes? — insistió con aquella voz que intentaba dulcificar. 

Tal vez fueron las pecas decorando el rostro, quizás el cabello rubio y largo, quizás el puchero que formaban esos labios en forma de corazón. Quizás sólo quería vivir, por una vez, sólo esta vez. 

Exhaló. 

—Está bien, iremos a ver. — 

Lux gritó emocionado y se lanzó a sus brazos soltándolo de golpe, carraspeó y fingió no darse cuenta de las lágrimas traicioneras que se escaparon de sus ojos oscuros. Él agradeció el gesto, era doloroso admitir que el tacto de su amigo le provocaba mucha tristeza. 

—Lo siento Minnen, a veces lo olvido. — 

Se limpió las lágrimas y sonrió tranquilizador. — No te preocupes Lux, no es agradable de recordar. – se encogió de hombros. 

Lo sabía mejor que nadie, los recuerdos estaban ligados a Vida y era doloroso para él ese contacto tan crudo con memorias que le eran ajenas, pero que sangraban en heridas que no habían cerrado. Minnen, cómo había decidido autonombrarse, estaba ligado a muchas almas que amaron, odiaron y sintieron, que se enloquecían de agonía al recordar aquello que no podrían recuperar. Lux y Minnen habían decidido no tener contacto físico para evitar esa agonía. 

Aunque a veces soñaba con un abrazo.

Holding hands.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora