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5:00 p.m Lía salió del taller con los niños. Cerré el pequeño cuaderno de pasta roja y lo guarde en el bolsillo de mi abrigo junto mi bolígrafo con los ojos fijos en la biblioteca. Hange había iniciado con la investigación secreta contra Zeke Jeager hace dos días, estaba completamente seguro de que en algún momento de esa investigación llegaría a Lía.
Recuerdo haber tenido un debate mental conmigo mismo sobre que hacer y que no hacer. Porque, les ocultaba información a mis amigos y no sabía si debía dárselas o quedarme callado. Tenía mucho que pensar y muy poco tiempo para tomar una decisión; si, yo quería que Erwin llegará a la fiscalia, todos en Trost eran corruptos, incluyendo a Erwin, pero existían de corruptos a corruptos: los primeros eran quienes alcanzaban la cima robando sin piedad y descaro, sonriendo ante las cámaras con falsa humildad después de sus desfalcos.
Los segundos, eran aquellos quienes se mantenían en perfiles bajos haciendo justicia por mano propia. Robando a quienes no lo necesitan y regalando a quienes si lo desean.
Había de corruptos a corruptos, muchos corrompian sus almas por el mal y el egoísmo mientras que otros lo hacían para liberar al mundo de su egoísmo. Después de todo, no existían ni los buenos ni los malos, solo, personas y nada más.
Tenía la balanza equilibrada. Si Hange descubría que yo sabía más de lo que aparentaba desconfiaria de mi, eso no lo podía permitir. Mi tiempo estaba contado, necesitaba acercarme rápido a Lía y liberarnos de esto.
7602 8
Trt. Rest. Erm.
Esas letras y números se repetían constantemente en mi cabeza, necesitaba descubrir lo que significaban y el porqué de semejante clave morse. Era una simple bibliotecaria con deseos de ser escritora ¿Para que carajos necesita usar combinaciones extrañas?
Tendréque seguir buscando, pensé. Gire la llave y encendí el coche, di un último vistazo a la biblioteca y entonces, Lía cerró. Mi mente se volvió un caos. Apague el coche y rápidamente busque el cuaderno entre mis bolsillos, revise las páginas y en ningún día ella había cerrado tan temprano.
Eran las cinco, normalmente cierra a las ocho.
—Algo esta mal— murmuré para mi mismo.
Termino de cerrar la puerta, miró a su alrededor, ajusto su bolso y comenzó a caminar en una dirección completamente diferente a la de su casa. Tome el antifaz y salí del auto a toda prisa, camine por la acera sin dejar de mirarla al otro lado de la calle con un millón de preguntas en la cabeza.
¿Qué hace? ¡¿A donde va?!
Doblo la esquina y no tuve más remedio que cruzar la calle, mantuve el antifaz todo el tiempo detrás de mi mezclandome entre las pocas personas que caminaban en dirección contraria, después de algunos minutos abrió una puerta de cristal y entró en el local.
