Pisadas

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Alastor encontró el cuerpo de un hombre en medio del camino. Cuando lo revisó se dio cuenta de que había sido atravesado con un arma filosa, no hace mucho tiempo. Las señas del cadáver le dieron a entender que su asesino no estaba lejos.

–Aquí hay huellas. Se parecen a las del campamento anterior –advirtió otro anam que estudiaba el suelo.

–No es bueno –murmuró Alastor–. La mujer debe estar entre esta gente. ¡Corran!   

La mujer del dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora