El alemán tenía sus labios contra los míos. No supe cuánto tiempo habíamos estado de esa manera, pero pareció eterno. Sus labios completaban a los míos a la perfección. Mick Schumacher, el hombre que podía actuar como un posesivo sin remedio o como un niño de diez años al mismo tiempo. Sus manos habían empezado en mi rostro pero ahora estaban, una en mi cuello y la otra en la parte posterior de mi cabeza, para que no pudiera separarme fácilmente. Definitivamente era un experto, si de besar se trataba. Estábamos besándonos apasionadamente. Era desesperado. Podía jurar que ambos deseábamos esto desde hace mucho tiempo.
Había olvidado que me encontraba en una fiesta. Más específicamente en la cocina de dicha fiesta. Había olvidado también, que Charles podía volver en cualquier momento. Coloqué mis manos sobre su pecho. Intentando empujarlo levemente para crear distancia. Traté de separarme un poco, fue difícil, el agarre del alemán era muy fuerte. Finalmente lo logré. Nos miramos intensamente. Sus ojos se veían mucho más oscuros. Mostraban deseo.
"Eso... Eso fue..." Alcancé a decir. La respiración de ambos era agitada.
"Unglaublich.*" Dijo el alemán.
"Debes irte, Charles puede volver en cualquier momento." Dije, ahora mirando hacia la puerta de la cocina por la que había salido el monegasco.
"¿Por qué te preocupas tanto por él?" Dijo el piloto alemán con el ceño fruncido.
"No me preocupa. Simplemente no quiero que nos vea en ésta situación." Hablé. Miraba a Mick pero al mismo tiempo observaba la puerta.
"¿Qué situación, Amelia? Dime." El alemán acercaba sus manos a mi rostro una vez más.
"Por favor... Ya sé en qué va a acabar esto." Con una mano intentaba detenerlo.
"¿En qué acabará?" Dijo mientras me daba otro beso. Pero éste, a diferencia del primero, fue más corto pero sin perder la pasión.
"Ya fue suficiente. Charles estará aquí en cualquier momento." Le dije mientras hacía señas con mis manos para que se fuera.
"No me voy a ir. Ésta es la casa de mi amigo, no me voy." Dijo el alemán mientras cruzaba sus brazos en su pecho. Había vuelto el Mick infantil.
"¿Acaso estás haciendo un berrinche? No lo puedo creer." Levanté mis manos en el aire. Habíamos tenido unos besos apasionados y ahora estaba frente a un niño berrinchudo.
"Y si es así, ¿Qué harás al respecto?" Otra vez se acercaba a mí. Pero esta vez me alejé un poco.
"Basta, deberías irte." Le dije. Estaba tan estupefacta por lo que había pasado.
"Vamos Amelia... Tú me gustas y yo te gusto ¿Para qué negarlo?" Mick tenía razón. No sé cómo lo lograba, pero podía leerme a la perfección. No tuve tiempo de contestar porque otro hombre había entrado.
"¿Qué está pasando aquí? ¿Acaso Schumacher te está molestando?" Habló el monegasco. Estaba nuevamente en la cocina.
"Nada... Nada... No pasó nada. Mick ya se iba." Dije tranquilizando a Charles que parecía matar al alemán con la mirada.
"Lo que estaba pasando o no, no es de tu incumbencia." Respondió el alemán mirando a Charles.
"Bueno, ya fue suficiente. Nos vemos luego, Mick." Me despedí de él a propósito para que se marchara. El alemán salió de la cocina enojado.
"¿Qué fue todo eso? ¿Estaban discutiendo?" Me interrogó el monegasco.
"No, no. Nada de eso. Creo que ya debería irme." Dije un poco incómoda por la situación entre ambos pilotos. Ya habían pasado muchos sucesos para tan sólo un par de horas.
"¿Estás segura que no quieres bailar un poco más?" Habló en monegasco un poco desilusionado.
"Te lo agradezco pero es momento de irme a casa." Dije apenada.
"Está bien. Yo te llevaré." Dijo Charles mientras me acompañaba a la puerta.
Las personas seguían bailando desenfrenadas. Las horas no pasaban para ellos. La mansión de Pierre estaba desbordada de personas. La mayoría bailaba, otros bebían alcohol. Sin duda la estaban pasando bien. Debíamos cruzar por la pista de baile para llegar a la salida. Al llegar a esta, Pierre se acercó a nosotros para despedirnos con un saludo. Lamentaba irme tan temprano pero sentía que mi cabeza iba a estallar. No sólo por la música, sino también porque debía procesar lo que había pasado minutos atrás. Con Charles al frente, me encaminé hacia el pequeño camino de cemento. Algunas personas estaban tiradas, borrachas, aparentemente sobre el pasto. La noche estaba hermosa y estrellada.
Subí al Ferrari de Charles. Su aroma estaba por todo el vehículo. El piloto encendió la radio para no estar completamente en silencio y nos dirigimos hacia el hotel. Él iba concentrado mirando hacia el frente. No andaba nadie por las calles. Ya era de madrugada. Mientras observaba el vehículo, me encontré con una pequeña foto. En ella estaba Charles y dos hombres más que no pude reconocer. Al ver que miraba la foto, el piloto habló.
"Son mis hermanos, Arthur y Lorenzo." Dijo el monegasco.
"No sabía que tenías hermanos. Son muy parecidos a ti." Hablé sin despegar la mirada en la fotografía. Había leído todo de Charles pero nunca me enfoqué en su familia.
"Cuando falleció mi padre, ellos, junto a mi madre fueron mi sostén. Estoy aquí y soy lo que soy gracias a ellos. Estoy seguro de que hubiera caído en depresión. No lo hice porque estuvieron ahí para mí. De igual forma me apoyaron cuando comencé a competir en Fórmula Uno." Comentó el piloto casi al borde de las lágrimas.
"No sabía nada sobre tu padre ni de tus hermanos. Te agradezco que me hayas contado sobre esto. Sé que es muy importante para ti." Hablé mientras ponía mi mano sobre su hombro.
Al llegar, Charles se bajó primero. Me abrió la puerta del auto y me acompañó a la puerta del hotel. Lo abracé en forma de despedida. El abrazó concluyó con unas palabras de Charles en mi oído.
"Eres una persona muy linda. Nunca olvides eso." Dijo. De a poco volvió a su auto. Antes de irse me saludó con su mano.
Entré y me dirigí a mi habitación. Probablemente mi padre ya estaría durmiendo en la suya. Al entrar, dejé mi bolso sobre la cama y me senté. Los zapatos estaban matándome. Me los quité y descalza fui hacia el baño para poder quitarme el maquillaje. Luego me quité la ropa. Me acosté al fin. Antes de dormir miré algunas fotos en Instagram. Ya contaba con setecientos mil seguidores. Me entretuve con algunos videos de gatos y algunas cuentas de moda. No había subido ninguna historia después del suceso con Mick. El beso me tomó por sorpresa pero me gustó. En realidad, lo amé. El alemán estaba empezando a gustarme mucho más de lo que me imaginaba. Volví a recordar sus labios contra los míos. Sin querer terminé entrando en su perfil. Había más de ochocientas publicaciones. Las vi todas, un poco acosadora, pero su belleza te invitaba a verla una y otra vez. Estaba por dejar mi celular en la mesa de luz cuando me llegó una notificación.
Mensajes Directos
@MickSchumacher: Estabas hermosa, me arrepiento de no haberte dado muchos más besos
@Amelia.Maxwell: Creo que fueron suficientes :)
@MickSchumacher: Quería decirte que todo lo que te dije hoy es verdad, me gustas mucho y quisiera que nos conozcamos más
@Amelia.Maxwell: A mí también me gustaría conocerte más pero con calma eh
@MickSchumacher: Te invito a almorzar a tu padre y a ti ¿Qué opinas?
------------------------------------------
*Unglaublich: Increíble

ESTÁS LEYENDO
Amor a la Alemana | Mick Schumacher
FanfictionAmelia, una joven muy conocida en el medio nacional e internacional. Nacida y criada en Argentina, actualmente viviendo en Mónaco, Montecarlo. Hija de Roberto Maxwell, un empresario en la industria de automovilismo. Ex piloto y campeón con 30 victor...